Ariana Andreoli, la potencia de hacernos visibles en conjunto

Ariana Andreoli, la potencia de hacernos visibles en conjunto
6 agosto, 2018 por Soledad Sgarella

El pasado 28 de julio, frente al Palacio de Justicia de nuestra ciudad, más de 80 mujeres se juntaron a malambear. Todas de negro, y con el pañuelo verde como bandera, un evento donde se puso en evidencia artística la lucha para que la libertad de nuestros cuerpos y el derecho a decidir sea ley.

Por Soledad Sgarella para La tinta

Con la meta de realizar un “vídeo de mujeres zapateadoras y bombistas a favor de la legalización del aborto”, la bailarina y profesora Ariana Andreoli cursó en redes una invitación que rápidamente se expandió y creció, conformándose en un evento masivo.

Junto a otras músicas, bailarinas y productoras, organizaron una actividad que reunió a mujeres (con y sin experiencias artísticas) a exponer -frente a Tribunales- que nuestra lucha también es artística, y que el malambo es el sinónimo de la precisión con la que venimos pisando fuerte en este momento histórico de la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito en nuestro país.

Desde La tinta hablamos con Ariana y le preguntamos por qué el malambo, cómo organizaron el movidón y qué sienten que significó en Córdoba esta forma de activar.

—En la invitación decía “Mujeres, todas nos convocamos para zapatear” ¿Por qué convocarnos a zapatear? ¿cuáles son los sentidos en torno a esto?

—Más que a zapatear… a malambear! si nos ponemos más apropiadas. Pero sí, la acción tenía que ver con zapatear. Zapatear, dar pisada fuerte, a ritmo, sostenida, pulsar a tierra, estar en nuestros zapatos, en nuestros pies, en nuestra raíz y estar en movimiento como conjunto de fuerzas.

Fuerzas de mujeres sobre sus zapatos y sensibles al propio andar y al andar de otras. Generar una danza, que es el lenguaje que nos convoca en esta acción, es el lenguaje que muchas experimentamos, nos atraviesa y atravesamos mundos desde el danzar. Podrían haber sido muchas otras danzas, pero en este caso, el zapatear y en particular el malambo se hace cuerpo de una población que desea manifestar un posicionamiento, una visión de mundo.

Podemos ubicar nuestros pies, nuestra pisada de diversas maneras, acentuar a la tierra, dar contrapunto, golpear al aire, repiquetear para darnos un llamado, un comienzo o un final redoblando las fuerzas, reverberando las miradas, agitando los modos de sentir-pensar-hacer. Es precisión, hacer lo que es preciso hacer en cada momento para que la mudanza suceda.

Que sea malambo es por ser parte de nuestro folklore, como danza, danza de desafíos, y a la vez desafiando las mismas tradiciones que colocan el malambo en su historia, como danza sólo de hombres. Ya hace tiempo que las mujeres malambean, muchas, y con mucha belleza. En estos tiempos de salirnos de estereotipos en torno a lo que corresponde hacer a las mujeres y lo que corresponde hacer a los hombres, son tiempos de ponernos en prácticas diversas.

Y en este hecho particular, del Malambo Por El Derecho A Decidir que nos convocamos para el sábado 28 de julio, fue ponerse en cuerpo-danza-creatividad en lo particular como una acción más de la Campaña Nacional Por El Derecho Al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, en lo general como mujeres que no queremos más estereotipos de géneros, que no queremos más construcciones desde el patriarcado.
El malambo: una fuerza stacatto, definida, contundente. Las piernas se abren, los pies pican la tierra, pisan fuerte, la pelvis está libre, las entrepiernas con aire, las rodillas amortiguadas, las espalda amplia, el corazón abierto, el pecho expandido, la mirada desde nuestra raíz hacia nuestro horizonte, la voz rugiente saliendo desde nuestro vientre.

Somos cuerpas que deciden, cuerpas con vida que damos vida de diversas maneras, que decidimos, que deseamos que ser mujeres en lo íntimo y en lo público sea una práctica de libertad y no una acumulación de mandatos, juzgamientos, culpas, vergüenzas, abusos sobre nuestras vidas.


—¿Qué ha significado el malambo y el bombo en nuestras culturas hasta estos últimos años?

—No soy especialista de malambo, pero sí acudí a mujeres que saben mucho de esto para enriquecer lo que podemos saber. Karina Rodríguez, comadre maestra, fue a quien acudí para profundizar en saberes históricos, más allá de la experiencia danzada, disponer de lecturas que nos enriquecen, lecturas que hice para fortalecer el sentido de lo que estábamos programando.

Comparto algo por aquí: Pedro Berrutti en su libro Manual de Danzas Nativas Argentinas, de 1979, dice: “Esta danza individual de zapateos, enérgica y varonil reservada exclusivamente a los hombres, se bailó antaño en la mayor parte de nuestro país, especialmente en las zonas pampeana, central y andina. Es difícil precisar la fecha de su aparición entre nosotros, pero todo induce a creer que en la segunda década del siglo pasado era ya popular en la campaña de Buenos Aires. Es posible que se haya bailado en el Perú y que allí haya tomado su nombre, pues uno de los barrios limeños de negros llamábase, precisamente, Malambo. En Chile se bailó, “a solos”, desde antes de 1817. Según Aretz, también bailóse en el Uruguay. En la Argentina se practicaron, entre varias otras, dos formas principales de este baile, a saber: el malambo individual y el Malambo en Competencia o de contrapunto. (…) La primer versión musical del Malambo corresponde a Ventura R. Lynch (1883). (…)”

Hay un material más actual, El camino del Malambo de Carranza Lallana Roger, del 2014. Contempla documentos que dan cuenta de esta danza desde 1780. Nos trae relatos de Carlos Vega, quien nombra una modalidad de zapateo en parejas mixtas, dejando registro de la presencia femenina en una danza denominada Malambo.
Los bailarines competían en destrezas y resistencia durante horas o días. Los vencedores eran quienes tenían mayor resistencia, habilidad, originalidad y variedad en sus mudanzas.

En torno a por qué se llama Malambo esta danza, hay muchas hipótesis, más allá de la ya mencionada, en el libro de Carranza se puede encontrar.


En la convocatoria, para inspirar y enmarcar la danza, compartimos algunos versos de este libro, que reconstruyen la historia y el carácter del Malambo:

3
Estas danzas dicen cosas
Aunque en silencia se bailen,
Cuentan vidas y pesares,
Religiones y festejos,
Economías y eso,
Que se yo cuanto más saben.

4
Bailar no es tan sólo moverse,
Mucho menos sin sentido,
Es más que un cuerpo movido,
Es alegría, es amor,
O una protesta señores
Del pobrerío al patrón.

10
Al parecer no hay certeza
De donde viene su nombre ,
Se sabe sólo que es de
Hombres,
Es un baile, es un ritual,
Que fue bailado por negros
Solitarios por allá.

12
Parece la misma cosa
Pero es muy diferentes.
Zapatear es la figura
En las danzas muy presente.
Malambear es la esperanza
Que llena al pueblo y su gente.

15
Y ese golpe de tambor
Parecido al africano,
Me trae recuerdos lindos
De negros y mulatos.
¿será que el Malambo mismo
Tuvo origen en sus pagos?

23
Las corrientes que le dieron
El origen a la danza,
Son muchas y no me quejo
Son hermanos de mi patria:
Africanos y Europeos
Y corriente Americana.

49
Y a la hora de bailar
Cada cual con su formato,
Danza el gaucho en
Contrapunto,
Solito o acompañado.
La yunta le da coraje
Suena el bombo en todas
Partes.

72
Y la danza entusiasmó
A los hombres y mujeres,
Que quisieron imitarlos
Imitar esos Malambos.
Bailan las damas ahora,
Bailan también el Malambo.

Que tome referencias de escritos de hombres o que tengamos referencias históricas de Malambistas hombres, posiblemente sea porque si existió alguna mujer destacada bailando malambo en el 1800 o 1900, tal vez aún no la conozcamos. O bien, se hizo pasar por hombre para poder realizar esta danza sin restricción. Eran épocas donde los roles de hombres y mujeres estaban bien delimitados, entonces, así como hubo libertarias que en este siglo están saliendo a la luz sus historias no contadas; es posible que aún haya mucha historia por descubrir.

Muchas mujeres que han hecho historia y aún están sin ser nombradas o sin ser reveladas sus palabras, sus pensamientos, sus danzas.

—¿Y cómo organizaron el movidón? ¿con quiénes?

El movidón se activó con un posteo en mi perfil de Facebook. Simplemente tomar mate tranquila el domingo a la mañana y pensar en la fuerza de muchas mujeres, saber de muchas zapateadoras, bombistas y amar estas danzas.

En lo personal, zapateo de improvisada, soy más murguera que malambista (tal vez soy malambista por asociación y convicción, por influencias de tribu, seguro), bailarina contemporánea y embarcada en Tribu folcklorera hace tiempo, de familia elegida y atraída por las raíces como una hipnosis infinita. Por eso pensé en Malambo y por lo que te conté hace un rato…

El posteo fue así: “Hola Mujeres de Córdoba pensaba…Si nos juntamos muchas zapateadoras con pañuelos verdes y hacemos vídeo. Puede sonar bombo. Y de paso aprendo a zapatear, porque le hago de actitud noma. Etiqueto unas pocas, Se me vienen muuuuchas mujeres, de variadas generaciones, que tal vez les de ganas de sumarse… O es cualquiera mi idea? 

Es un fuerzón las mamachas mamacitas hembras malambistas mujerotas a favor de la legalización del aborto. Comenten todas quienes se inquieten y si hay quórum le hacemos”.

A la hora ya había muchas respuestas deseando concretar la idea.

Me fui a lo de la comadre, colega, amiga, hermana, vecina Karina Rodriguez (Maestra de Danzas Nativas y Folklóricas Argentinas) para que me dé material preciso, bibliografía linda sobre el malambo. Como siempre, entramos en gran viaje de búsquedas y reflexiones. Entramos en contacto con bailarinas que saben del malambo y que estaban en Córdoba, Paula Granero, Paula Zanini, Mariana Orzaocoa, Vicky Brochero; Chachi Heredia.

Con Ivet Kuschevatzky, amada prima y co-equiper,  que trabaja en multimedia, para que focalice los contactos de fotógrafas y cineastas. Pusimos día, horario donde pudiéramos estar este primer núcleo, para apoyar y pasar las danzas.

A las dos horas ya estaba circulando la convocatoria. Para colocar quien convocaba, lo enmarqué dentro de Proyecto Lilith, asuntos de úteros y danzas.

Y rizomáticamente se expandió.  Esta sería la respuesta a tu pregunta:  se organizó y se expandió como rizoma y por confiar en la potencia de hacernos visibles en conjunto. No sabemos hasta dónde llegó, pero llegó y el deseo de encontrarse a malambear era un fuego encendido. 

Así la convocatoria fue desde la danza, pero no se limitó a malambistas en particular, o bailarinas en general. Bombistas, claro; y se sumaron mujeres de distintas danzas, actrices, educadoras, músicas, médicas, artesanas, trabajadoras sociales, mujeres sueltas, y mujeres que forman parte de organizaciones específicas en torno a la legalización del aborto.

Fuimos mujeres en diversas realidades, y lo menciono para que aquellos y aquellas que les gusta encasillar, no se esfuercen en marcar estereotipos en torno a las mujeres que luchamos y nos manifestamos. Estábamos las casadas, solteras, viudas, amantes, novias, parejas, compañeras, madres, abuelas, hijas, tías. Embarazadas y no embarazadas. Heterosexuales, lesbianas, bisexuales, diverses (si cabe hablar hoy de estos encasillamientos). Depiladas y peludas.

Mujeres que pasamos por el aborto, mujeres que nunca abortaron, mujeres que nunca abortarían, mujeres que no volveríamos a abortar, mujeres que sí considerarían la posibilidad de abortar.  Como sea que cada una de nosotras vive su sexualidad y las prácticas profesionales que desarrollamos, nos convocamos todas mujeres a favor de la legalización del aborto, mujeres que queremos habitarnos libres, reflexionando, acompañándonos, fortaleciéndonos en la capacidad y la posibilidad de decidir. 

En esta expansión se sumó el colectivo DivAC (Diverses Audiovisuales Córdoba) que se encargaron del registro fílmico y fotográfico. Sumándose también al registro, Guara Calvo, Paula Ortiz, Agostina Bertazzo, Ivet Kuschevatzky, y otres que se acercaron y no tenemos sus nombres, pero van apareciendo imágenes por las redes.

Se sumaron compañeros hombres también a registrar y a acompañar la acción. Ellos sabían que queríamos que todos los roles de la acción estuvieran realizados por mujeres, no restringía sus participaciones (estábamos en un espacio público), simplemente era estar atentos en las prioridades del momento.    

—¿Qué sentires/sensaciones te/les quedaron después de lo del sábado pasado?

Creo que la gran sensación fue de mucho agradecimiento, sensibilidad y fortaleza. Si bien ahora soy sólo una respondiendo, por lo que esa tarde compartimos, por lo que nos dijimos, por lo que nos miramos, por lo que nos abrazamos y por lo que nos dispusimos, creo que todas sentimos muy necesario ese encuentro y de esa manera, no nos conocíamos entre todas, fuimos unas 80 mujeres bailando, sonando los bombos, registrando.

Muchas no pudieron venir por no estar en la ciudad o por otras actividades ya programadas y deseaban mucho estar presentes. Esta acción que tuvo foco no sólo en lo que podía generarse en vivo como intervención, sino también registrar en fotografía y video para hacer circular por las redes y medios de comunicación, tal vez es también una semilla para seguir encontrándose desde esta fuerza que nos propone la danza, los bombos, los cuerpos en estado de fiesta manifestando posicionamientos contundentemente colectivos, reflexivos, consecuentes a modos de ser y estar en-con el mundo.

Sonreír en la convicción de cómo nos-construimos con las y los otros, sentirnos en complicidad, llenas de confianza, encontrarnos entre mujeres que no nos veíamos desde hace muchos años, o con mujeres que no nos conocíamos siendo parte de la misma lucha. Entonces, ser conscientes de la amplitud de nuestra red, una red que nos sostiene. Ser parte de esta ola verde, de una Malambo, una pisada firme y fuerte, la búsqueda de dejar huella, despejar caminos o establecer sustentos que nos permitan vivir de modos saludables y amorosos.

Como mujeres que buscamos libertad en nuestra vida privada y en nuestra vida pública, estar a favor de la legalización del aborto significa igualdad de derechos en la salud pública, igualdad en la posibilidad de tomar decisiones, que tomar una decisión sea un acto de libertad y no de miedo o desconocimiento.

Abortar es un acto de mucha valentía, también de mucho dolor. Es una intervención en nuestro cuerpo, que cuando se decide hacerlo, puede haber múltiples motivos. Es una decisión donde la mujer tiene que estar acompañada, con todas las precauciones necesarias, con mucho amor antes, durante y después. Los abortos, hoy, suceden con o sin ley. Nosotras queremos que suceda en un contexto legal, con condiciones adecuadas de la Salud Pública, para que ninguna mujer muera, para que ninguna mujer sea juzgada, o estigmatizada.

En lo particular, y me atrevo a decir que nos puede pasar a todas las que en este Malambo estuvimos, cuando escucho discursos de los que se llaman “pro-vida” no puede creer la impunidad con la que opinan, frases, imágenes sin fundamento (o fundamentado sólo desde la culpa y el mandato), sin investigación, sin estudio del tema, sin experiencias o casos concretos, reales. ¿Cuál es el fundamento que sostiene estar en contra de la legalización del aborto, o sea , defender el aborto clandestino?

Encontrarnos, accionar con la poética de nuestras cuerpas, nuestro folcklore en versiones libres de nosotras mismas nos potencia, nos alienta, nos da oxígeno en nuestro andar cotidiano y en las luchas compartidas. Bailar juntas, sonar los bombos, abrazarnos, fue movilizador para nosotras, nos buscamos, nos necesitamos con el amor inmenso, con la mente clara, la palabra precisa, la acción indispensable, el cuerpo vibrando.  Y cuando digo libertad, me refiero a lo que construimos con las otras y los otros. No, el concepto de libertad burgués, ese que dice “donde termina mi libertad, comienza la libertad del otro”. No es eso a lo que me refiero. La libertad es una práctica de responsabilidad, prácticas compartidas en comunidad, procesos de construcción y de-construcción y volver a construirse, no es individualismo, ser cuerpa libre es compromiso con nuestro sentir-pensar-hacer en diálogo con los contextos, con las realidades que atravesamos y nos atraviesan.  Es confrontarse con las propias contradicciones, asumirlas y poder movilizar eso, mutar. Libertad implica que no existan los vínculos de oprimidas/os-opresores/as.

Decidir no asumir mandatos es reinventarse, volver a educarnos, volver a escucharnos, legitimarse a una misma es hacerse cargo seriamente y felizmente de eso. Ser mujeres, no nos hace madres por añadidura. Ser madres es un deseo, un acto de amor y responsabilidad para dar la bienvenida a un niño o niña a este mundo y acompañar todo su proceso de crecimiento con capacidad y posibilidad de escucha y atención. Ser madres no tiene que ser un reproche, ni un castigo, ni una obligación. La interrupción de un embarazo puede ser parte del registrar que no se está en el momento para hacerse cargo de otra vida, porque tal vez el deseo o la necesidad está en hacerse cargo de otro/as hijos/as, otros proyectos, otras situaciones, otros aprendizajes, otros procesos de la vida.

Quedar embarazadas puede suceder por múltiples motivos, entonces habrá que aprender a ver y acompañar la compleja trama que construye los sucesos.

Ser mujer, integrantes de una sociedad de hombres, mujeres, y multiplicidad de géneros, tiene que ser una posibilidad de autonomía sobre nuestros cuerpos, nuestras decisiones.

Es esto: Educación Sexual Para Decidir, Anticonceptivos Para No Abortar, Aborto Legal Para No Morir.

Comparto un poema de Awawe – Luna Fértil (del libro Manual Introductoria a la Ginecología Natural. Pabla Pérez San Martín):

Y si mi sangre cae a la tierra,
Germinarán entre mis pies brotes de pasiflora
Enredándose por las rodillas con tierra fértil y creativa
Y si dejo que la luz de tu espíritu vuele entre las hojas de este otoño
Soltando alientos de libertad y decisión
Dejaré que se lleve las culpas y los dolores.

La escarcha del amanecer humedecerá mis pies deslcalzos
Donde el brillo resplandeciente de la hora azul
Alimenta la voluntad y renovación del cosmos,
El retorno del sol me entregará nuevas esperanzas
Para fortalecerme como mujer guerrera.
Cultivaré en mi ser el retorno a una nueva vida
Acariciando mi vulva con aloe vera,
Empoderándome de toda la tierra fértil que soy.
Tomando sopita de llantén mi cuerpo cicatriza.
Descanso, me guardo, me quiero
Y me recupero para ser medicina.

Brotarán hojas y ramas llenas de sabiduría,
Le enseñaré al hombre a hacerse cargo de su semilla,
Tocaré mis fluidos para saber de fertilidad.
Con artemisa y chilko cultivo secretos,
Me renuevo y regulo mi deseo.
Soy mujer, soy luna fértil que busca libertad.

*Por Soledad Sgarella para La tinta. Fotos: Luciana Mautoni.


Palabras claves: Ariana Andreoli, legalización del aborto, Malambo

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