El feminismo en el país de la grieta
Miradas y análisis sobre el Gobierno de Cambiemos ¿Qué pasa con el lugar de la comunicación política? ¿Qué pasó en los últimos dos meses y cómo se inscribe la media sanción sobre la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en Diputados?
Por Martina López para La tinta
En estos tres años de Gobierno de Cambiemos, se han elaborado dos grandes hipótesis que explican su triunfo del 2015. Por un lado están quienes sostenían que Cambiemos representa un grupo de ricos improvisados, cuyo único acierto habría sido la efectividad de la comunicación política (y con ella, la creación de la grieta) y que, por tanto, la estrategia ganadora estaba más bien vinculada a poner a competir al mejor cuadro de la oposición con una línea mejor de asesoramiento. Todo esto se hizo de cara a las elecciones de Senadores en provincia de Buenos Aires y con todo, la carta de menos valor del Gobierno (Esteban Bullrich), le ganó a CFK por algunos puntos.
Por otro lado, están quiénes a contramano de la hipótesis anterior, sostienen que la comunicación política poco ha tenido que ver en la victoria de Cambiemos. Descreídos de lo que implica la construcción de relatos, apuntan a los círculos empresariales y los intereses del capital financiero y agropecuario (entre otros) para explicar el ascenso al gobierno de Mauricio Macri. En esta vereda están quienes sostienen que en algún momento el ajuste será tan brutal, que la sociedad (por un movimiento cuasi-automático) dejará de votarlos. Mientras tanto, con una buena cantidad de despedidos y despedidas en la calle (del sector público y del privado), la inflación, la continuidad del impuesto a las ganancias y el aumento en las tarifas, Cambiemos refrendó su gobierno con amplitud en 2017.
Entonces ¿Qué pasa con el lugar de la comunicación política? ¿Qué pasó en los últimos dos meses y cómo se inscribe la media sanción sobre la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en Diputados?
Sin arriesgar que la política comunicacional de Cambiemos explica todo o no explica nada, me atrevo a manejar la hipótesis de que representa, al menos, el 5% tanto de su victoria electoral como de su Gobierno. Pero es el último 5%, el que define si el que gobierna podrá hacer aquello que más le interesa: decir qué es verdad y que no.
Hace dos meses aproximadamente, Cambiemos, por primera vez en tres años, perdió el manejo de agenda. Cuando anunció el nuevo aumento de tarifas, la “oposición responsable” vio la oportunidad de despegarse de un Gobierno que venía haciendo abuso de su legitimidad. El proyecto que presentó Peronismo Federal, con la consigna: “Que las tarifas no aumenten más de lo que aumentan los sueldos”, le dio capacidad de mantener las riendas de la discusión pública, de que la sociedad comprendiera fácilmente y en una oración, qué era lo que le convenía. Un Cambiemos que no lograba encontrarle la vuelta para recuperar la imposición de la agenda, terminó haciendo uso de estrategias débiles: ausentismo en la cámara, presentación de muchos proyectos simultáneos y, finalmente, el veto.
Simultáneamente, ocurrió la corrida cambiara. El dólar aumentó durante cuatro días consecutivos, rompiendo su máximo histórico. Para el conjunto de la población, los temas de macro economía no son claros ni fáciles, por eso ante una corrida cambiaria lo que impera es el desconocimiento y la desesperación. La estrategia comunicacional de Cambiemos fue de manual, y por ello quizá, la peor que se la ha visto: mandó al Ministro Dujovne a explicar números. Un gobierno que se apoyó siempre en la emocionalidad del votante, intentó explicar el problema matemáticamente, desde uno de los lugares institucionales menos queridos (Ministerio de Hacienda). Esto sin contar que el Gobierno Nacional dejó que trascendiera que el ex Ministro Domingo Cavallo estaba ejerciendo algún tipo de asesoramiento sobre la cuestión.
Al poco tiempo fue el anuncio de la toma deuda con el FMI. Por un momento parecía que el relato de “el FMI más humano” iba a torcer el desconcierto generalizado, pero la suma de los factores: aumento de tarifas, corrida cambiaria, aumento del dólar, aparición en escena de Domingo Cavallo, y préstamo del FMI, terminó por evocar una memoria emotiva reciente y preocupante como es la de la crisis del 2001. Mientras tanto, en ningún momento desde el Tarifazo, CFK tomó un rol protagónico comunicacionalmente, lo cual le impidió al Gobierno tener contra quién reformular la grieta.
La ley verde
En medio de esta crisis, donde la imagen negativa del Presidente se movió hasta hacer una meseta del 57%, se instaló el debate sobre la Ley de IVE. Durante todo el debate el gobierno de Cambiemos tuvo un solo acierto: Mauricio Macri diciendo que el debate debía ser dado en el marco de las instituciones democráticas, y abriendo el juego. De allí en más, no tuvo el manejo de la discusión en ningún momento, entre otras cosas porque hacia adentro de su bloque las aguas estaban divididas.
El 14 de junio hacia las 9 de la mañana, se daban vuelta los votos de los diputados de La Pampa, y por 129 a 125 se aprobaba la media sanción de la Ley de IVE en la Cámara de Diputados. Sin entrar en la tremenda victoria histórica que esto significa, podemos decir que el 14 de junio el feminismo le asestó un duro golpe al neo-liberalismo argentino en su momento de mayor debilidad. Muchas son las versiones que quieren narrar la historia contraria: muchos reaccionarios de izquierda nos acusan de ser cómplices de un circo para que pasara desapercibida la escalada del dólar a $28.
Infobae titula “Aborto legal: el mérito innegable de Mauricio Macri”, pero hacia adentro de la nota, no puede dar cuenta del por qué y se apoya en Silvina Lospennato, un personaje que de ahora en más será de mucho peligro hacia adentro de Cambiemos porque ha sentido el sabor de la victoria, y no de cualquier victoria: ha sentido el sabor de ser parte de una victoria popular. El diario Clarín intenta construir un relato de que ganó el diálogo democrático, mientras hace sólo unos pocos días Lilita Carrió abandonaba el recinto al grito de: “La próxima vez rompo”.
El debate sobre el aborto y su posterior media-sanción, vienen a reforzar el momento de mayor debilidad del Gobierno, pero con algunas particularidades que merecen ser destacadas: a diferencia de la Ley de Tarifas Justas, esta Ley es resultado de un histórico movimiento, que es el movimiento de mujeres y el feminismo. “La revolución de las hijas” como le llamó Luciana Peker, las pibas en las calles, las protagonistas de la Cuarta Ola, vienen por todo, y esto significa también que desbordan los sistemas de representación de partidos. No es fácil capitalizar la victoria porque no es inteligente pensarlo en términos de capitalización, tal como lo conocemos quiénes hacemos política.
Durante 24 horas la grieta estuvo reformulada: el eje de la misma era feminismo vs. anti-feminismo, era aborto legal, seguro y gratuito vs. aborto clandestino. Y esto a Cambiemos no le conviene, porque es el Gobierno que está de un lado de la grieta: de un lado de la corrupción, de un lado de la transparencia, de un lado del cambio, del futuro. Y ahora no se puede parar en una sola vereda, se diluye entre el liberalismo progresista de Lospennato, Austin y Lipovetzky, y lo reaccionario de Lilita Carrió, Estela Regidor y la mayor parte de sus diputados del interior. Hacia adentro de Cambiemos hay dos verdades y no saben cuál comunicar.
Es preciso que nos preguntemos entonces: ¿No será el feminismo la estrategia de reformulación que andábamos buscando? ¿Qué implica para el Gobierno Nacional si ganamos en Senadores? ¿Podemos mantener la grieta reformulada? Sin fecha específica de tratamiento en el Senado, los bloques: FPV-PJ y Peronismo Federal, ya se pronunciaron a favor de la aprobación. Hacia adentro de Cambiemos, mientras tanto, con un dólar que no para de subir y haciendo cambios en el Gabinete como si fuera un partido de fútbol, se están ocupando de hacer las paces con Carrió.
*Por Martina López para La tinta.
