¿Esclavos o emancipados?
Por Alessandra Laurenti para La tinta
En la época romana había varias maneras para ser un esclavo. El sistema romano, económico y cultural, se basaba sobre la esclavitud. Uno podría haber sido capturado en las innumerables y constantes campañas de invasión que Roma estimulaba desde su base imperial. Pero había una que todavía usamos, y es entregar a tu propio hijo como “mancipio” a tu acreedor. Por “un tiempito”, hasta que la deuda fuese saldada con la total sumisión de tu hijo. Había un límite. La tercera vez que un padre daba a su propio hijo en “mancipio”, no importa si por pobreza estructural o por jugar con los astrágalos por plata, el padre perdía la patria potestad. El padre no era más considerado padre. No había velado por su hijo, no había buscado alternativas a esa extrema decisión. Se había encontrado varias veces con la misma encrucijada y siempre decidía sacrificar a su propio hijo. Tan es así que hasta el día de hoy permanece la palabra “emancipación de un menor” cuando, antes de los 18 años –hoy a los 16 años–, los padres permiten a los hijos, varones y mujeres, tomar las riendas de sus responsabilidades con la sociedad.
En la antigua Roma se simulaba la representación de tres ventas seguidas para emancipar a un varón, antes de los 20 años. Ahora, Argentina está siendo entregada al FMI por un poder Ejecutivo cínico y sin remordimientos. Un poder incapaz de sostener su rol de representante elegido en forma democrática para llevar adelante y proteger el bien común de la Nación. Uno de los primeros atropellos del gobierno de Mauricio Macri a la Constitución fue en el año 2015, a pocos días de hacerse cargo de la presidencia, cuando derogó la Ley antimonopólica de medios de comunicación con un decreto, mientras que el procedimiento que corresponde para derogar una ley, votada por el Congreso, prevé que sólo éste puede hacerlo. El modelo actual es ortodoxo oligarca, ya que para ser neoliberal en serio debería proveer la economía de una dinámica de acumulación y redistribución, mientras que estamos asistiendo a una acelerada acumulación y saqueo como si fuéramos un país sometido por los romanos o por el FMI.
La mayoría de los medios de comunicación hoy responden a un poder hegemónico y las medidas anticonstitucionales implementadas no son divulgadas; o sea el poder Ejecutivo goza de un blindaje mediático que inhibe la resistencia. Durante la presidencia de Carlos Menem se acudió al FMI y el país perdió la autonomía de decisión en la macro y microeconomía. Hoy está pasando lo mismo.
Proponer la vigencia del derecho romano puede parecer descabellado, pero el sistema legislativo nacional se ufana de ser romano-germánico. Por eso, antes de ser ofrendados otra vez a las garras del FMI, que opera para los lobby financieros especuladores y transnacionales, el pueblo argentino debería sacar la patria potestad a este Ejecutivo incapaz de velar para el bien común.
Ya se abandonó el submarino “desparecido” ARA San Juan, cerca de las Islas Malvinas; ya se disparó por la espalda al joven mapuche Rafael Nahuel; ya se decidió pagar a los fondos buitres; ya se pidió al Ejército intervenir en asuntos internos; ya se dio el control del Banco Central de la República Argentina a J.P. Morgan a través de Nicolás Caputo. Esto último significa que todas las reservas monetarias del país están en manos de los representantes de los fondos buitres. No son dignos de decidir por el conjunto de la población que delegó su participación política en sus representantes en el Congreso. El acuerdo con el FMI se firmó sin que sea discutido en el Congreso de la Nación. Se está perdiendo la soberanía también en este sentido. Es el momento de emanciparnos y decidir de forma autónoma. De retirarle el poder a este Ejecutivo que contrae con el FMI una deuda infinita, y entrega la soberanía de un país como si fuese un “mancipio”.
* Por Alessandra Laurenti para La tinta. Economista Social e Historiadora. Estudiante de Derecho de la UNC.