Liliana Herrero: «Yo prefiero esperar cantando»

Liliana Herrero: «Yo prefiero esperar cantando»
14 junio, 2018 por Julieta Pollo

Esta noche la artista entrerriana estará compartiendo su cancionero popular que celebra la memoria y la identidad de nuestra tierra.

Por Julieta Pollo para La tinta

Resulta emocionante repasar un día como hoy la conversación que mantuve con Liliana Herrero. Hoy, día histórico porque las mujeres nos acercamos a ser un poco más libres y trascendente porque es la lucha de las mujeres organizadas la que puso en agenda el debate por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, imprescindible para avanzar en la soberanía de nuestros cuerpos. Liliana emociona cuando dice que ella prefiere esperar cantando y que, más allá del cansancio de sus setenta luchadores años, hay que conservar la esperanza. Hoy la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo tiene media sanción en el Congreso: se renuevan las esperanzas y se aviva la resistencia para no bajar los brazos, aún en la situación crítica que atravesamos como país.

Liliana Herrero es una de las artistas más importantes de nuestro país, no solo por su trabajo en la recuperación y reinterpretación de los filamentos artísticos de nuestra Memoria Cultural Argentina, sino también por su compromiso para con la tierra que pisa y el pueblo que la rodea. Tomando solo este año podemos mencionar que cumplió tres décadas como música profesional, que formó parte del Primer Encuentro Nacional de Música de Mujeres, en Santiago del Estero, y que cantó junto a otros artistas en el Encuentro de la cultura y el arte por la democracia en Brasil y la libertad de Lula.

Esta noche, la música estará presentando su último disco en Córdoba, Imposible, y compartirá también otras obras de su cancionero popular. La tinta aprovechó la visita para conversar con ella acerca de música, actualidad y memoria.

—¿Cómo ves tu recorrido a la distancia, después de tres décadas de carrera musical?

—Yo lo veo como un recorrido muy intenso en la búsqueda de pensar una memoria musical y política. Eso me parece que son mis discos y en eso sí puedo decir, mirando para atrás con todo lo que yo he hecho, que es un recorrido que persiste. Insisto notablemente en esto pero porque me parece que la memoria siempre está esperándonos, como un tropiezo que nos obliga a pensar las cosas nuevamente ¿no? Y sin esos sostenes, sin esos pilares culturales, es muy difícil pensar un país… y el arte en particular.

—Hablás mucho de los territorios que se expresan en las canciones, ¿cuál es el tuyo?

—El territorio es Latinoamérica y fundamentalmente Argentina… ese es el territorio que porta esa memoria que a mí me interesa rasguñar, para ver qué puedo conversar con esas obras nuevamente. Últimamente he estado más recostada en la música argentina y uruguaya: difícil que yo haga un disco en el que no haya canciones de Fernando Cabrera, Pitufo Lombardo, Viglietti… son músicos que son muy cercanos para mí en términos amistosos y en términos musicales entonces termino siempre eligiendo algún tema de ellos. Aparte de la música argentina ¿no? Siempre estoy volviendo a Yupanqui, a Leguizamón, a Eduardo y Juan Falú… en fin, a tantos músicos con los que yo tengo un trato muy fluido y cuyas obras me resultan muy estimulantes para cantarlas.

—¿Qué música o músico te marcó?

Es difícil señalar eso… por supuesto que la voz que más me ha impactado en la Argentina fue la Mercedes Sosa, eso sin dudas, pero también hay otras mujeres y hombres que han sido decisivos para mi búsqueda musical. Violeta Parra es una… Violeta es una extrañeza absoluta en Latinoamérica ¿no? Una complejidad musical que poca vez hemos respetado los que la interpretamos. El Cuchi Leguizamón sin dudas. También músicos de otros géneros que han sido decisivos para mí: Fito, Luis, Charly

—¿Cómo ves el mapa de intérpretes en Argentina?

Me parece que por fuera del mercado y de los medios, esa alianza tan explosiva, hay intérpretes y compositoras que están produciendo novedades en la música popular argentina. Hay muchas que están tomando esta memoria y componiendo e interpretando. Yo en lo personal no podría pensar la música como una copia ¿no? Necesito apropiármela para poder hacer algo con ella,  si dejo alguna herencia es esa: el camino que recorrí hace ya muchos años, treinta años largos, buscando otra sonoridad u otro horizonte sonoro para viejas canciones.  ¿Por qué haría yo una milonga de Yupanqui como la hizo Yupanqui, si él la hizo perfectamente bien?

—Un descurbrir que hay infinitas posibilidades…

Siempre. La buena música sí. Después las otras pasan y se olvidan.

—¿De qué manera interrogás a la música? Cuando trabajás en una nueva canción, ¿cómo la pasás por tu cuerpo?

Es un trabajo arduo ese… muchas veces hay temas que una no encuentra el modo de pensar con ellos, entonces los abandona o después los vuelve a tomar. Es un trabajo difícil, arduo y buscar, buscar y buscar… estar dispuesta  es la búsqueda si no, ya te digo, la memoria cultural de los pueblos sería una mera repetición y no lo es. Eso no quiere decir que en arte haya progreso, yo no creo en eso. Las versiones que yo pueda haber hecho de Yupanqui no son mejores que las de Yupanqui, es una nueva visita, nada más. No hay progreso ahí. Al contrario, me parece que estamos siempre dando vueltas sobre los mismos grandes temas.

—¿Por qué cantar?

La verdad que no sé si sabría contestarte bien. No sé si hay que cantar para algo, la música tiene muchas caras… se puede cantar en forma testimonial, para denunciar, o porque sí. Yo prefiero el porque sí, porque no tiene motivos: a mí aquello que no tiene motivos me entusiasma más que lo que sí, aunque el cantar produzca un efecto en la sensibilidad de las personas. Pero en un concierto uno puede pensar muchas cosas y decirlas, pero cantando una está interrogando una memoria, esa sería más que nada la tarea, digamos, si es que hay una tarea, para el canto. Y además, da felicidad.

—Creo que preguntarse tanto los para qué es un vicio adulto… los niños hacen porque sí y en eso entregan el alma entera. ¿Cómo fue tu relación con la música de pequeña?

Siempre tuve una relación con la música muy directa, no recuerdo ni siquiera cuándo empezó.  En mi casa se escuchaba mucha música y desde ahí fue muy importante para mí: siempre fue un alivio, un descanso, una linda siesta.  Después vino esto que llamamos «profesional», esto de hacer conciertos, giras y demás… pero eso es accesorio al canto, al arte. Puede no ocurrir y sin embargo una sigue cantando. No tengo idea de una vida mía en particular sin la música, no tengo ninguna conciencia de eso, al contrario.

—¿Es difícil preservar la relación sensible con la música al convertirse en tu profesión, tu medio de vida, y tener una agenda tan apretada?

En eso hay que estar muy alerta… hay que estar atenta y hacer que la rutina en los conciertos no atente contra la música: al contrario, hay que subir al escenario esperando siempre algo insospechable, inaudito, intempestivo, que aparece de golpe. Incluso el error, hay que dar lugar a eso. De todas maneras y retomando esto que decías de los niños…  yo a la vejez vengo casi a pensar finalmente como los niños y eso es un lugar que me gusta mucho. 

—Sos una persona muy comprometida y al tanto de lo que nos sucede como país.  ¿Como te parece que ha reaccionado el campo artístico frente a la situación de vaciamiento cultural?

Me parece que escasamente dada la gravedad. Yo hubiera preferido estar de noche en la calle repudiando el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Pero yo en lo personal creo que culturalmente es una catástrofe, el país es una catástrofe, eso es lo que pienso. Fuimos a parar al peor lugar que podíamos ir a parar y eso afecta por supuesto los horizontes artísticos… todos capturados por medio infames. Yo pienso que la situación es gravísima.

 

—Cuando mirás al futuro, ¿lo hacés con optimismo?

Me esfuerzo por serlo para que no me ganen las pasiones tristes, digamos. No me gustaría. He sido una luchadora toda mi vida y una está cansada, pero al mismo tiempo me esfuerzo por serlo. De hecho, estamos haciendo un espectáculo con Teresa que se llama Esperar cantando, y algo estamos esperando. Estamos hablando de la esperanza ¿no?

—Tal vez respondiste mi última pregunta, que era: después de «Maldigo» e «Imposible», ¿cómo te gustaría que se llame tu próximo disco si tuviese que expresar un país más deseable?

Y si… esto no va a ser un disco pero es adecuado. Esperar cantando lo sacamos de una zamba del primer marido de Mercedes Sosa y con el que hicieron el Manifiesto del Nuevo Cancionero, Oscar Matus, y Tejada Gómez. La zamba dice «si de la esperanza se trata, mejor esperar cantando». Yo prefiero esperar cantando.

Liliana Herrero. Este jueves 14 a las 21:30 hs. en Quality Espacio (Av. Cruz Roja).

*Por Julieta Pollo para La tinta.

Palabras claves: Liliana Herrero, Música

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