Martín Cabrera, volver a confiar en las palabras

Martín Cabrera, volver a confiar en las palabras
17 mayo, 2018 por Soledad Sgarella

El actor catamarqueño radicado en Córdoba es murguista, da clases en escuelas, cuenta cuentos, canta, presenta y es uno de los protagonistas de Torres Gemelas Córdoba, la versión local de la obra de teatro participativo que llena salas todos los martes en el Abasto.

Por Soledad Sgarella para La tinta

No duda en escribir ni en tomar posturas: frente al amor, frente a la política, frente a la escuela. No duda, porque cree en lo que hace y cree firmemente en que más que el humor lo que nos va a salvar va a ser la poesía y el arte, pero el arte que se sabe político y que se compromete.

Martín Cabrera tiene tanta vehemencia como poesía y anda de acá para allá cantando, cuenteando, militando.

Lo invitan a ser presentador de eventos variados, porque en sus manos (y en su voz, especialmente) el humor tendrá el espacio adecuado, pero también las emociones y la calidez humana esa, la necesaria, para conectar con el público.

La tinta se acercó al humorista y actor para preguntarle en cuántos proyectos anda y, cómo hace, desde el arte, militancia.

—Nos encantaría saber en cuántos proyectos andas, y cuáles son…

—¡En varios! En primer lugar, estoy con la Murga ContraFlor al Resto, que es mi espacio central, colectivo, en el que yo me muevo. Mi espacio de militancia. Y después de tres años de presentar la locura que es este espectáculo que estamos despidiendo este año, pensamos estrenar en noviembre el nuevo espectáculo, así que trabajando con eso.Ya el carnaval que viene vamos a salir seguramente, si Momo quiere, con el nuevo espectáculo.

Además estoy con Torres Gemelas, los martes en 990. Es una obra que viene de Buenos Aires, que está dentro de la línea que es el teatro participativo o el teatro inmersivo, hay muchas experiencia dando vueltas… Allá en Buenos Aires comenzó con el Director, que se llama Nelson Ansiporovich, que empezó montando un entrenamiento, digamos, de teatro participativo, buscando eso, en ese proceso. Después construyó una dramaturgia en base a un drama y con esta particularidad en que es una obra que la gente va a ver un teatro en el que inevitablemente participa. Ahí estoy haciendo de cumpleañero, porque el evento se da dentro de mi cumple, el cumpleaños de Martín Cabrera, que soy yo, y bueno. Cabrera cumple y toda la gente cae a saludarlo y en el medio pasan un montón de cosas. Se tocan muchos temas.

Hay un elenco de mucha gente: Tato Fernández Benard, Milagros Carranza, Florencia Cequeira, Ernesto D’Agostino, Florencia Decall, Candela Domínguez, Mónica Evangelista, Pola Halaban, Ivi Pugliese Schott, Boris Sojak y Lou Viel, Lorena Jimenez, Dario Aguirre, Manuel Martínez y Miguel González. Hay varios actores y actrices conocidos de acá que estamos en este proyecto. Somos un montón de gente, y Torres Gemelas tiene esa particularidad de que es una versión, tenemos la propia, y sale una versión ahora en Nueva York. Es una obra que está prendiendo entre la gente que va, o que nunca fue al teatro, y que a partir de esta experiencia ve el teatro de otra manera, convirtiéndose en un actor activo.

Estoy además con los cuenteros en el Ciclo Entrecuenteros, con el último domingo de mayo ahora este que viene. Somos un grupo que nos congregamos porque perseguimos el sueño de hacer una maratón de cuentos… en noviembre va a ser. Un día, ininterrumpidamente, 12 horas, de 10 de la mañana a 10 de la noche, a puro cuento. Para eso tenemos que ver maneras de financiarnos, así que empezamos con este ciclo para salir a contar. Hemos intentado también comprender el fuego de lo que va a ser la maratón, ir preparando al público para lo que va a ser una maratón de más de 120 narradores. Estoy en el grupo que está organizando y este domingo 20 debuto contando para niños y niñas.

Sigo con el espectáculo que tengo con el Marce Guerrero y con Luis Paredes el dibujante. Tenemos un espectáculo que se llama «Saquen una hoja», que lo venimos haciendo desde el año pasado, donde contamos historias de escuelas, cantamos historias de escuelas y el Luis, que dibuja las historias que vamos contando y la gente después se lleva de recuerdo. Lo vamos a seguir presentando… ahora mismo estamos complicados porque Marcelo anda contando cuentos por el mundo, así que cuando venga en junio seguramente tendremos presentaciones.

Cuento y canto, que es dentro de los proyectos que hago lo que más me gusta. Cada tanto presento eventos, y me llaman por suerte para hacer presentaciones que es de las cosas que más disfruto hacer.

—Siempre narrás tus experiencias en los espacios educativos… ¿Cómo haces confluir tus roles de artista y de docente?

—En realidad yo siempre planteo que yo docente, no soy: me falta mucha pedagogía (risas). Y siempre digo en las escuelas en las que laburo (en este momento tengo la suerte de de estar en 6 seis) que yo no soy un docente. Que no puedo hablar de los procesos de los pibes o las pibas en relación a ejes pedagógicos, a conceptos de la pedagogía.

Pero sí soy un artista, y entiendo de los procesos en función de cómo entiendo los procesos artísticos, y sobre todo los procesos teatrales, colectivos, que es en lo que más nos especializamos los que decidimos hacer teatro. Por eso, desde ese lugar, nunca digo que soy docente, más allá de que en la práctica sí. Porque creo que soy un artista y eso ya me coloca en un lugar distinto. Ni mejor ni peor, digo distinto. Hay veces que uno necesita algunas herramientas pedagógicas para resolver distintos temáticas o problemáticas que hay dentro del aula. Pero también estoy convencidísimo que desde todos nuestros conocimientos como laburantes de proyecto colectivos, los artistas, sobre todo los teatristas tenemos esa posibilidad maravillosa de conocer todo eso, de adquirir herramientas para el laburo en equipo y todo lo demás, de ese lugar entonces yo creo que puedo o se puede fundamentalmente dentro de una clase entender los procesos de aprendizaje y enseñanza, o los de comunicación.

—¿Es una forma de reconciliación de estas dos actividades a veces difíciles de congregar?

—Yo no creo que sean formas de reconciliar dos funciones, porque creo que son  dos cosas que están conciliadas de por sí: la docencia y el arte. Sobre todo porque el arte de alguna manera, al igual que la docencia, nos moviliza y nos enciende una luz que por ahí no veíamos. La docencia es hoy para mí, la más grande responsabilidad que tengo.  Trabajo con chicos y chicas muy muy distintos, pero con pibes y pibas que atraviesan no solo las problemáticas que atraviesa cualquier joven ciudadano argentino si no otras más agravadas por su situación socio económica. Trabajo para  el PIT, el Programa de Inclusión y Terminalidad 14 a 17, y tengo la suerte de estar en cinco PIT. Tratando de articular proyectos para la formación de estos chicos a quienes la escuela dejó afuera de alguna manera, o excluyó.

Cómo desde el teatro, muchos de ellos quienes están con algún tipo de judicialización en su causa entran a la escuela por un tiempo, y a veces comienzan haciendo menos materias hasta que pasa un tiempo de adaptación y puedan hacer todas las materias del secundario… Ahí, las pibas o pibes comienzan con Educación Física o Teatro, o alguna de las artísticas. Nosotros asumimos como artistas la responsabilidad de escolarizarlos, y muchas veces en mi caso, no estoy ayudando a eso desde la pedagogía si no de los procesos que surgen de un proyecto artístico o de una idea, digamos que va en busca de una producción cultural a partir de esto es que entiendo el estar en el aula, como una responsabilidad, no solo ahora como docente si no como artista.

Asumo el aula y la disputo como artista, la disputo como artista porque me parece que el arte tiene que ganar batallas ahí adentro de las currículas, sobre todo teniendo en cuenta estos gobiernos que se vienen ahora, estos cambios que se vienen por este gobierno y por cómo piensa el neo liberalismo la educación y la sensibilidad de los pibes. Me parece que hay que dar esas batallas en las escuelas. Además estoy en una escuela especial, donde los procesos son diferentes…ahí nomás sale el artista buscando una inspiración, improvisando, creando escenas y por suerte, ese es un recurso que tenemos el privilegio de tener los que enseñamos artes.

—Pones siempre sobre la mesa tus miradas políticas… ¿cómo se construye el compromiso social desde el arte?

—Yo creo que desde el arte al compromiso social se lo entiende cuando uno realmente hace conciente que es un sujeto político y que el arte es un hecho político. Entonces desde ese lugar, cuando uno entiende eso, y cuando entiende que la política es la única forma de transformación, por supuesto que ahí el compromiso social, surge. Inevitablemente, de toda esa conciencia.

De la murga salimos con un tipo de mensaje, que es el mensaje de la alegría del carnaval. No de la alegría que se robaron ellos, si no de la alegría que siempre ha sido del carnaval y de las murgas, del pueblo. A través de nuestro espectáculo vamos a distintos barrios y estamos comprometidos con un montón de causas y ese se ha convertido en mi espacio de militancia. Y tenemos un rigor de trabajo impresionante y salimos a cantar un cantidad enorme de veces y nadie se lleva un mango. Todo lo que hacemos lo invertimos en la murga, ponemos permanentemente tiempo, plata, ponemos un montón de cosas, renunciamos a otras, y ese compromiso social que es para nosotros la murga, desde el arte hace que se vayan multiplicando muchas veces las cosas que nosotros queremos decir, que son las cosas que el pueblo quiere decir, porque la murga es eso: la voz del pueblo hablando lo que otros en ese momento no pueden decir.

«El compromiso social que yo al menos tengo, es con el decir. Fundamentalmente con el decir. Desde mi lugar como actor, desde ese lugar, estoy comprometido con el decir: desde la cuentería, desde las canciones, desde todo lo que hago. Y el decir hoy me parece que es lo más importante: tenemos que volver a las palabras y a confiar en las palabras. Para eso tenemos que reconstruirnos socialmente, y en esa búsqueda estamos.»

 

—¿De qué nos salva el humor?

—Si es que algo nos va a salvar, probablemente sea el humor o la posibilidad de reírnos de nosotros mismos. La posibilidad de eso. Yo igual creo que es la poesía lo que nos va a salvar, más que el humor. Porque el humor, así como así, no tiene un efecto tan transformador como la poesía. El humor es un mecanismo, pero lo único que nos va a salvar es la poesía.

Sabes que tengo una imagen que nos va a ilustrar esta respuesta… un recuerdo. Sabes que yo era chico, era muy chico, y no sé porqué a mi me gustaba mucho Toti Ciliberto, no sé que personaje hacía en Videomatch, no sé porque me gustaba tanto. Entonces yo, en un momento de mi vida, me preguntaban qué quería ser cuando sea grande y yo contestaba: humorista quiero ser.

Humorista.

Y un día alguien me dijo: ¿como Miguel del Sel? Y yo me sentí tan humillado, porque yo a los Midachi mirá, no me los fumo desde que nací prácticamente. Pero me sentí tan humillado cuando me dijeron lo Del Sel. Y yo le contesté: ese no es un humorista. ese es un pelotudo. (risas)

Habré tenido 7, 8 años, enfurecido. Desde ahí dejé de desear ser humorista. Me salvó personalmente hablando, me salvó el humor también.

En este momento el humor se está reconstruyendo, el humor se está deconstruyendo. No es lo mismo. Hay un tipo de humor que ya no toleramos y esta mortal que sea así. Me acuerdo a principio de año toda la polémica por lo del Negro Álvarez, que salió a decir que ya no se podía decir nada, que ya no se podía hacer humor. Y me parece que el humor nos tiene que salvar de la ruina, de la rotura en la que estamos. 

El humor tiene que ser un puente.

*Por Soledad Sgarella para La tinta. Fotos: Nicolás Alegre, Fanny Laviano y Emilio Mercau.

Palabras claves: Humor, Martín Cabrera, Teatro, Torres Gemelas

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