Se entregó el principal responsable de la Masacre de Pergamino
El ex comisario Donza se presentó ante la justicia después de un año prófugo. La tinta habló con familiares de los siete chicos asesinados.
Por Leandro Albani para La tinta
Comisario y colombófilo. Y principal responsable de la Masacre de Pergamino, cometida el 2 de marzo de 2017 en la seccional primera de esa ciudad bonaerense. Estas son las tres tristes condiciones de Alberto Sebastián Donza, responsable de la Comisaría Primera de Pergamino cuando ocurrió el incendio que les costó la vida a Sergio Filiberto (27 años), Federico Perrota (22), Alan Córdoba (18), Franco Pizarro (27), Jhon Mario Claros (25), Juan Carlos Cabrera (23) y Fernando Latorre (24).
El viernes pasado en las primeras horas de la mañana, y después de permanecer más de un año prófugo, el ex comisario Donza se presentó junto a Carlos Esteban Torrens, uno de sus abogados, en la Fiscalía General de Pergamino. Cuando los funcionarios a cargo le tomaron declaración indagatoria, el acusado se negó a dar testimonio sobre los hechos. Al uniformado, que el año pasado fue desafectado de la Policía Bonaerense y tenía pedido de captura nacional e internacional, se lo imputa por el delito de abandono de persona seguido de muerte, al igual que al teniente Sergio Ramón Rodas, a los oficiales Alexis Eva y Matía Giullietti, al sargento Brian Carrizo (que se desempeñaba como imaginaria de los calabozos) y a la ayudante Carolina Denise Guevara, quienes ya están procesados.
Andrea Filiberto, hermana mayor de Sergio, confirmó que el ex comisario fue indagado pero se negó a declarar. También contó que sus abogados solicitaron leer la causa y pidieron que el fiscal Néstor Mastorchio sea el encargado de tomarle declaración. Hasta el 21 de mayo, Mastorchio se encuentra de licencia, por lo que se espera que Donza declare a fin de mes. “Está dispuesto a declarar. Veremos qué pasa y si dice lo mismo que está en la causa”, agregó Andrea.
Luego de su paso por la fiscalía, Donza fue trasladado al penal de Campana. “La defensa, por acercamiento familiar, iba a solicitar que lo lleven a Junín, algo a lo que nosotros nos oponemos, porque ahí hay más víctimas, que son los sobrevivientes de la masacre”, explicó Andrea.
Es muy probable que Donza no acceda a ningún tipo de negociación con la justicia. En tres instancias le denegaron el pedido de declarar pero no ir preso. “No va a tener ese beneficio y tampoco si llega a solicitar la domiciliaria, porque no está en condiciones por haber estado prófugo todo este tiempo”, aseguró Andrea.
En declaraciones a la prensa pergaminense, Torrens presentó a Donza como un alma sensible sujeta a la ley. Para el defensor, el ex comisario “no estuvo técnicamente prófugo” sino “ajustado al Código de Procedimiento Penal” y “tratando que se le conceda la eximición de prisión y seguir en libertad, como haría cualquier persona que tiene una orden de captura”. Sin inmutarse, Torrens explicó que el hecho de “que Donza se haya presentado significa para la justicia un gran progreso en el avance de la investigación”. Torrens -que se desempeñó como defensor de Adalberto Cuello, condenado a prisión perpetua por el crimen del niño de 9 años Tomás Dameno Santillán cometido en noviembre de 2011, en Lincoln- justificó a Donza diciendo que “éste hombre hizo lo mejor para todos. El resultado no sé cuál será. Pero hoy por hoy hizo lo mejor”.
Lo que sucedió hace más de un año en la Comisaria Primera, en pleno centro de Pergamino, es un caso que mezcla la desidia y la represión policial. En un lugar en pésimas condiciones edilicias, que los familiares de los chicos asesinados califican como “infrahumanas”, se desató una pelea entre dos detenidos, que posteriormente fueron «engomados» en la celda 1 junto a otros cinco jóvenes. Hacinados y maltratados, los pibes empezaron a reclamar que los sacaran. Ante la negativa de los uniformados, prendieron fuego los colchones pero los policías miraron para otro lado. Cuando el pequeño fuego se había convertido en un incendio, los uniformados se negaron a abrir las puertas y ni siquiera llamaron a los bomberos. A esa altura, los gritos de los detenidos se escuchaban en toda la comisaría y más allá de sus paredes. Los siete pibes de la celda 1 murieron por inhalación de monóxido de carbono y sofocación. Los presos sobrevivientes aseguraron que mientras el fuego consumía esas vidas, los policías miraban y sonreían.
El comisario fantasma
Desde hace más de 365 días, la cara de Donza se multiplicó por todo Pergamino. Los familiares de los pibes y el colectivo “Justicia x los 7” apuntaron contra el ex comisario por su responsabilidad principal en la masacre. En afiches, volantes y flayer, el rostro del ex policía recorrió las calles de una ciudad a la que todavía le cuesta asumir lo que sucedió.
En un artículo publicado el viernes pasado en el portal Primera Plana se difundió una síntesis de los pasos policiales de Donza, que fue ascendido a comisario el 8 de junio de 2015 por una resolución del entonces ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Alejandro Granados. Por ese tiempo, estaba a cargo de un destacamento de la localidad de Roberts.
Antes de llegar a Pergamino fue jefe de la Distrital de Lincoln, cargo que asumió el 10 de diciembre de 2015 y del que fue removido por disposición de sus superiores y licenciado por dos meses. Según Primera Plana, Donza esperaba ser trasladado al conurbano bonaerense, pero “se desató una crisis en la policía de Lincoln”. El portal de noticias pergaminense recordó que “un allanamiento en la Comisaría de Lincoln, tras un confuso episodio que incluyó la desaparición de un arma, terminó con Alberto Sebastián Donza corrido de su cargo junto al jefe de la Seccional, subcomisario Pablo Abeleyra”. En la edición del 25 de octubre de 2016, el Diario de Lincoln informó que Donza y Abeleyra “fueron trasladados a raíz de un escandaloso allanamiento”, además de una supuesta “cama” armada contra Abeleyra. “Sin embargo, las cosas nunca fueron aclaradas”, sintetizó el diario.
Oriundo de Junín, donde actualmente tiene su domicilio en el Barrio Villa Talleres, casado y padre de familia, el ex policía prófugo es considerado un “destacado” colombófilo y atleta. Su virtuosismo para las carreras –algo demostrado durante más de un año en que nadie le pudo dar alcance-, quedó en evidencia a los pocos días de la masacre, cuando participó en la maratón de 10 kilómetros que todos los años organiza la Fundación “Leandra Barros” en Pergamino. Como colombófilo “apasionado”, Donza recibió numerosos premios y fue integrante de la comisión directiva de la Asociación “La Paloma Mensajera de Junín”. Su dedicación a las palomas lo llevó a ser tesorero de esa asociación en 2014.
El 8 de mayo, el portal Real Politik, de Lincoln, informó que Claudia Ezeiza, que se desempeñaba como ayudante fiscal, había sido suspendida por tiempo indeterminado al estar vinculada en el armado de “causas truchas”. Según Real Politik, “esta funcionaria judicial había sido noticia luego de que trascendiera que habría ayudado a ocultar” a Donza, ya que ambos serían amantes. Cuando comenzaron las pesquisas para dar con el paradero del ex comisario, una de las líneas de investigación apuntó a tres de sus amantes, pero luego fueron descartadas porque no brindaron información concreta sobre su escondite.
“Siempre supimos que a Donza no lo buscaban y que lo estaban protegiendo –dijo Ludmila Diaz, prima de Fernando Latorre-. Por eso agotamos todos nuestros medios para poder visibilizar su cara y que el mayor número de personas sepa que es un asesino y un cobarde. Creo que se le terminaban los medios para permanecer prófugo y no tuvo más opción que entregarse”.
El resultado de la lucha
Con Donza encarcelado se abre una nueva instancia en la lucha que llevan adelante los familiares y amigos de los siete pibes asesinados. En abril, el fiscal Mastorchio presentó el requerimiento de elevación a juicio de la causa por la masacre. Se espera que el proceso judicial se inicie a principios de 2019.
“No sabemos por qué se entregó, no podemos entenderlo, no sabemos dónde estuvo –señaló Andrea Filiberto-. Le pedimos a la fiscalía que continúe investigando hasta saber dónde estaba, ya que fue insuficiente su investigación. Nos hubiese gustado que lo encuentren, que haya sido detenido por la policía, pero es evidente que estaba siendo encubierto”.
Por su parte, Ludmila Diaz relató que al conocer la noticia “las sensaciones fueron muy contradictorias. Por un lado alegría, porque algo que tanto esperábamos y por lo que tanto luchamos al fin sucedía. Por otro lado tristeza, porque este tipo de situaciones nos llevan a revivir muchas sensaciones del día en que nuestros chicos fueron asesinados”.
Con el impacto de la noticia, Ludmila explicó que “cuando nos enteramos salimos lo más rápido posible hacia la Fiscalía. Apenas llegamos, instantáneamente aparecieron efectivos policiales y armaron una fila frente a la Fiscalía. Nosotros nos pusimos en la vereda de enfrente y permanecimos tranquilos con nuestra bandera y remeras, como siempre”.
“Estoy convencida que esto que sucedió fue gracias a nuestra incansable lucha, esfuerzo y organización, que nos demuestra que a la justicia la hacemos un poco entre todos, de forma correcta y sin dañar a nadie –manifestó Ludmila-. Nosotros buscamos justicia para nuestros chicos y no venganza”.
Para Anabel Delmas, compañera de Franco Pizarro, con quien comparten el amor de tres hijas, “ahora empieza una nueva etapa” en la que “hay que esperar a que declare”. “Ojalá que alguno de ellos se quiebre y cuente la verdad, con la esperanza de que la justicia actúe y los juzguen como corresponde”, aseveró.
Anabel también apuntó contra los encargados de buscar a Donza y aseguró que en este tiempo el ex comisario “estuvo protegido por sus propios colegas”. “Nosotros estuvimos catorce meses esperando y el viernes fue un día con muchísimos sentimientos encontrados”.
“El dolor es inevitable, pero transformarlo en fuerza, en amor, en lucha es opcional”, expresó Anabel. Como últimas palabras, la compañera de Paco Pizarro dejó la demanda que comparten todos los familiares de los pibes: que los policías imputados sean condenados a cárcel común con la pena máxima.
*Por Leandro Albani para La tinta.
