Alberto Montt, dibujar ordena las ideas

Alberto Montt, dibujar ordena las ideas
20 abril, 2018 por Soledad Sgarella

Alberto Montt vuelve a nuestra ciudad junto al dibujante argentino Liniers, para presentar Los Ilustres, el show de improvisación -inaugurado en 2016- en el que ironizan y hacen stand up mientras ilustran en tiempo real.

Por Soledad Sgarella para La tinta

Dice que todo comenzó a funcionar cuando empezó a hacer lo que se le daba la gana. Que creció con el humor de Gary Larson y Quino, y que encontrarse con gente que se sienta tocada por sus viñetas es parte del rock.

El artista gráfico chileno-ecuatoriano nos hace reír con su ironía y el humor ácido en sus viñetas, donde el diablo, dios, las frutas, los vegetales, los superhéroes, los corazones, los cerebros y nosotros mismos podríamos ser protagonistas de las escenas. Alberto Montt es autor de Dosis Diarias, el blog que inició en el 2007 y con el que se hizo conocido, resultado de correrse un poco de trabajar diseñando para otros y volver a dibujar para él mismo, hablar de lo cotidiano, del amor, de la política, y mostrarlo.

Además de haber ganado premios (por ejemplo, el Best of Blogs BoBs, de Deutsche Welle, por Dosis Diarias) y haber ilustrado medio centenar de libros, hace unos años se sube a los escenarios -junto a su colega y amigo Liniers para ver las caras de quienes vamos a disfrutar del show mientras ellos caricaturizan, ilustran y hacen humor en vivo. 

La tinta conversó con él para espiar un poco en la cabeza del ilustrador que no para de bombardearnos gráficamente con el absurdo, los juegos de palabras y la irreverencia.

—¿Para qué dibujar?

—En mi caso dibujar me sirve para bajar a limpio ideas, y para ir ordenando ideas. Siento que a otras personas les sirve conversar con amigos, ir a un psicólogo, hacer terapia, cantos chamánicos… a mí dibujar me sirve un poco para despejar la cabeza, para ver desde afuera lo que está pasando por mi cerebro y así entenderlo un poco más.

—Mientras dibujas ¿hacés otras cosas, podés? ¿o el proceso creativo de producción está escindido del resto de la vida?

—En general, mientras dibujo lo que hago es o escuchar música o poner de fondo un documental, o a veces una serie muy popcorn que me permita seguir trabajando mecánicamente, y con el cerebro puesto en otro lugar. Por dos razones básicas: una, porque desde que estaba en el colegio me dí cuenta que yo me podía concentrar más en aquello que escuchaba mientras dibujaba, es decir en clases yo pasaba dibujando y con eso atendía al profesor, lo cual los profesores se dieron cuenta y me dejaban hacerlo. Y dos, porque sale mucho material, en especial de los documentales. Hay mucha info que después reflota más adelante, a veces sin siquiera tenerlo tan conscientemente archivado, y me resulta que es una fuente de información maravillosa.

—Para alguien que mira la vida con humor (y del ácido)… ¿qué te aburre?

(risas) Me aburre lo cotidiano, me aburre lo predecible, me aburre la monotonía. Pero al mismo tiempo, tengo que hacerlo convivir con un terror al cambio, al cambio profundo, un terror a que de la noche a la mañana todo se modifique. Ejemplos puntuales… mirá, por ejemplo, cuando fue el terremoto en el 2009 en Chile, que fue un terremoto casi 9 en la escala de Richter, recuerdo que tenía todo el tiempo en mi cabeza una sensación de que lo que estaba pasando era maravilloso haberlo vivido, de que era un evento natural que muy pocos tienen la oportunidad de haber sentido, pero al mismo tiempo esa sensación de que todo había cambiado, de que desde ese momento en adelante todo iba a ser diferente. Yo estaba fuera de Santiago, fuera de mi casa, y no pude volver porque las carreteras estaban cortadas, no había gasolina, durante casi dos semanas y media, lo cual es mucho en un episodio como estos, y recuerdo todo el tiempo esa sensación de que voy a llegar a mi casa sin saber qué encontraré… es un poco esa mezcla de lo que te hablo antes.

—Te metés agudamente con algunos temas como política o religión… te tengo que preguntar, ¿alguna vez sentiste censura o repudio por los contenidos de tu trabajo?

—No, nunca sentí censura. Quizás enojos a veces, porque vivimos en una época en donde todo el mundo se puede sentir tocado en su más íntimo fuero, o en sus decisiones y gustos primordiales, por las opiniones de los otros.  Yo crecí en un mundo donde las opiniones son respetadas, pero al mismo tiempo están sujetas a ser cuestionadas y hoy en día hay una hipersensibilidad y un malentender lo políticamente correcto, que ha hecho que mucha gente piense que sus ideas son intocables.  Entonces por ahí me he encontrado con un par de personas que se han sentido heridas, vulneradas, insultadas y atacadas, pero nada que no se pueda manejar, así que es parte del rock.

—¿Cómo llegaste a trabajar con Liniers haciendo stand up?

—Empecé a trabajar con Liniers porque, primero, éramos muy buenos amigos. Tenemos una química que se presta para pasarla bien siempre… es un tipo con el que se puede conversar y con el que se puede reír, y eso es una combinación perfecta al momento de estar en un escenario.

Estuvimos muchas veces en escenarios presentando libros, en charlas, conferencias, y resultaba siendo una especie de stand up o show de improvisación sin querer hacerlo, era algo que sale muy natural, que nos sale muy natural. Entonces se no ocurrió que sería divertido tratar de armar algo con ese sentido: con el sentido de generar un espacio de opinión, de crítica y de risa. Y se lo comentamos a un par de personas, les pareció buena idea y se empezó a armar.  Pero es algo que lo hacemos siempre fuera de nuestro espacio de confort, en el que nos permitimos entrar en lugares en los que no entramos en nuestros trabajos.  Entonces, no sólo es un show armado para otros, si no que es un espacio que nosotros decidimos permitírnoslo en función de la exploración y del juego.

—¿Haces autocrítica?

—Sí, definitivamente. Yo trabajo en función de la autocrítica, justamente, no desde un podio moralista o de superioridad. Muchas de las viñetas que hago, son críticas a mí mismo. Si hablo de relaciones, o de prepotencia, o de consumismo, es porque a veces yo soy un tipo que no maneja bien las relaciones, o que soy un tipo que me encuentro profundamente consumista, o que eso de lo que hablo en las ilustraciones, también lo veo en mí. Entonces, sí.

—¿Qué te moviliza hoy?

—Ahora lo que me moviliza es tratar de que los proyectos en los que me meta sean cada vez más honestos conmigo mismo. Y yo creo que el hecho de tener una hija me hizo replantearme el papel que juega aquello que yo hago, en su futuro. Siento que yo quiero ahora dejarle algo a ella en términos de que uno, por lo menos yo, a mí me pasa, siento que a ratos no conocí a mis viejos. Ellos están vivos, pero aún así siento que nunca pude realmente entender quiénes son, quiénes eran, quienes fueron… uno va siendo muchas personas en la vida. Entonces lo que yo quiero hacer ahora es, que aquello que yo haga, le cuente un poco de mí mismo a Laura, mi hija.

Los Ilustres Liniers y Montt, Stand up ilustrado. Doble función (a las 21 y 23 hs.) el sábado 21 de abril en el Salón de Actos del Pabellón Argentina, Ciudad Universitaria.

*Por Soledad Sgarella para La tinta.

Palabras claves: Alberto Montt, Dosis Diarias, Ilustración, Liniers, Montt

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