Chelko Pajón, la familia como escuela musical
Este viernes es noche de folclore en Alta Córdoba. La banda local Latrioamérica encuentra a Chelko Pajón Trio y a Darío Zavala sobre el escenario de Espacio 75, y desde allí repartirán versos, canciones y sentires de nuestra tierra.
Por Julieta Pollo para La tinta
La banda local Latrioamérica ofrecerá este viernes su alquimia de rock y folklore junto a Darío Zavala -quien viene compartiendo las canciones de su primer disco Anidando- y a Chelko Pajón Trio, el nuevo proyecto del bandoneonista de la Jam de Folklore.
El bandoneón forma parte de la vida de Chelko Pajón desde que tiene uso de razón: este instrumento es un legado familiar que fue transmitiéndose de una generación a la siguiente, entre las músicas del barrio mestizo que lo vio crecer, allá en el conurbano bonaerense. Por eso defiende que juntarse a tocar es la mejor escuela, apostando al proceso de aprendizaje colectivo entre pares.
La propuesta solista de Chelko, que estará presentando este viernes, se compone de su trabajo codo a codo con dos músicos más: Valeria «Gringa» Cruz en batería y Gastón Avila en guitarra y la voz. «Somos grandes amigos de hace muchos años pero con el proyecto arrancamos el año pasado. Ahora estamos en espera de grabar un disco, que vamos creando de a poco. Chelko Pajón Trio trata de reflejar y rescatar la vieja escuela de los bandoneonistas del género folklore, sobre todo de Santiago del Estero. La poesía en los temas cantados habla más que nada de historias y experiencias humanas», cuenta el músico.
—¿Cual fue tu primer acercamiento al instrumento?
—Mi relación con el instrumento viene por el lado familiar… desde que tengo noción siempre estuvo presente en casa el instrumento y los primeros artistas que escuché tocar fueron mi padre, hermanos, tíos y primos. Mi hermano fue quien me sentó y me dijo que había que aprender el instrumento porque tenía que estar en la familia. Después con el correr del tiempo uno escucha mucho y tiene varios referentes… de los grandes referentes que siempre están puedo mencionar a esta Dino Saluzzi por ser tan versátil. Es un tipo que ha logrado su propio lenguaje dentro de la música y le ha dado otra vuelta al bandoneón dentro del folklore.
Vivo en Córdoba hace muchos años pero nací en Laferrere, La Matanza. Es una zona donde hace muchos años -estamos hablando por lo menos de los años 40 cuando llegó mi padre a Buenos Aires-, los provincianos del interior se mudaban ahí en busca de trabajo, principalmente gente de Santiago del Estero, del Chaco, de Corrientes… después, más en los 90, llegaron los bolivianos y los paraguayos, y cada uno llevó su cultura muy a flor de piel. Entonces en mi barrio era estar como en Santiago pero en otro espacio, mi viejo hablaba quichua con los vecinos, era de musiquear todo el tiempo, prendías la radio y sonaba folklore, chamamé todo el tiempo… y esa fue mi primera escuela, donde nací. Ir a los festivales de los residente santiagueños, que por domingo tenías unos diez donde desfilaban 30 conjuntos-, y esa fue la primera escuela, mi familia y mi barrio.
Los estudios después vinieron por medio de clases particulares y sobre todo de aprender mucho con la gente con que me junto a tocar. Soy un privilegiado por haber compartido y compartir música con gente que sabe mucho y ahí es donde uno aprende bastante fuera de las instituciones. Es salir a tocar y juntarse a tocar, esa creo yo personalmente que es la mejor escuela.
—¿Cómo ves las nuevas expresiones del folklore joven en Córdoba?
—En Córdoba yo veo que hay muchos jóvenes que están incursionando y que vienen con mucho conocimiento en cuestión musical, creo que está faltando un poco de conocimiento de obras y artistas, y el compromiso de conocer la obra y no solamente interpretarla porque esa canción es bonita o va a pegar. Debe haber una conciencia de estudio y de conocer el por qué de la obra. Pero más allá de eso yo siento que viene muy bien… hay muchos changos que se animan a interpretar sus propias creaciones y eso también es muy bueno. Por ahí faltan espacios pero está ese impulso de organizar uno mismo, juntarse con otros grupos y organizar algo. Y apoyarse mutuamente, si uno necesita hacer una peña para juntar plata y lanzar el disco, nunca van a faltar músicos que acompañen esa movida. Es muy recíproco todo: todos estamos haciendo el aguante y resistiendo por nuestra música y nuestra cultura.
—Contame una canción a la que le hayas agregado bandoneón y que te guste mucho interpretar.
—Dentro el repertorio tengo varias piezas que he conocido sin bandoneón y trato a la hora de elegir que no tengan bandoneón y poder reinventarlas, vengamos a decir. Una pieza que apropié, que dije ‘qué bien, qué hermosa melodía, ¿qué tiene?’ es una zamba de Gustavo Cisneros que conocí cuando hace algunos años la grabó Paola Bernal con el Titi Rivarola. La comencé a interpretar y la apropié, la siento muy propia. Más allá de lo que dice la letra instrumentalmente es una pieza muy hermosa y estoy muy satisfecho de cómo la vengo desarrollando… siempre da para más, pero me da mucha satisfacción interpretarla.
—Además de esta propuesta en trio y de tu participación en la Jam de Folklore ¿en qué otros proyectos estás trabajando?
—Además de los que nombrás formo parte de Limalimones Creativo Colectivo que es un grupo donde trabajamos la música y la danza con composiciones que nacen de improvisaciones en los ensayos. Es otra manera de crear y la idea no termina de cerrarse hasta llegado el día de la presentación. Se genera un núcleo de una idea y de ahí comienza a ser lo que se va dando en el momento. Es una comunicación entre la música y el cuerpo muy diferente a la hora de crear porque el cuerpo te esta tirando una melodía visible y uno tiene que poder complementar eso con la música.
► Latrioamerica, Chelko Pajón Trio y Darío Zabala. Viernes 20 a las 21 hs. en Espacio 75 (Rodríguez Peña esq. Jerónimo Luis de Cabrera).
*Por Julieta Pollo para La tinta