Bajar es lo peor: “Creo que no voy a poder volver a dormirme nunca más”

Bajar es lo peor: “Creo que no voy a poder volver a dormirme nunca más”
30 noviembre, 2017 por Gilda

Por Manuel Allasino para La tinta

Mariana Enriquez publicó Bajar es lo peor, su primera novela, cuando apenas tenía veintiún años, en 1995. Tal vez adelantada a su época, brutalmente cruda y a la vez romántica, pinta un paisaje raro, pero fácilmente reconocible. El encierro y la paranoia de la cocaína, el sexo como vía de escape o modo de sobrevivir, el descreimiento político y los discursos desesperados, son mezclados con un amor romántico que nunca alcanza la satisfacción en un mundo lleno de carencias. Pocos textos muestran con tanta crudeza la Buenos Aires de la década del ´90.

Los protagonistas de la novela son un “raro” trío de jóvenes. En el centro, la belleza absoluta e inalcanzable de Facundo, que se prostituye y que tiene miedo a dormir por sus pesadillas. Enamorados de él, un chico con alucinaciones macabras, Narval, y una chica, Carolina, que sumergida en la inestabilidad busca algún punto más firme.

“Los barcos. Para él, los barcos nunca zarpaban, siempre estaban inmóviles, muertos, abandonados. Fantasmas gigantes, rodeados por la niebla del amanecer, una niebla que hacía que las cosas se vieran como a través de un vidrio empañado. Se tanteó el pecho y la camisa buscando cigarrillos. Encendió uno: la ceniza cayó en el agua aceitosa, flotó un instante y se hundió. Como no soplaba ni una brisa, podía hacer esos anillos de humo en los que era experto. Una chupada, una seguidilla de anillos perfectos, otra chupada y un anillo grande y otro chiquito que se metía dentro del primero. Asqueado, tiró el cigarrillo por la mitad. Tenía la boca pastosa de nicotina y el estómago revuelto por no comer. Casi inconscientemente comenzó a arrancarse las puntas florecidas del pelo mientras tarareaba  <<Mambrú se fue a la guerra, no sé cuando vendrá>>. Iba a hacer calor otra vez; el sol empezaba a quemarle los ojos y, aunque Narval odiaba eso, nunca podía conservar un par de anteojos negros, siempre los perdía. Dio vuelta los bolsillos para buscar algo de plata. Encontró unas monedas y una papela. La idea era iniciar el día con un vino y un pico. Empezó a caminar y, aunque a la cuadra se dio cuenta de que le dolía demasiado todo el cuerpo, decidió seguir. En un kiosco abierto las veinticuatro horas compró un vino y con el vuelto se preparó para esperar el colectivo, odiando el amanecer casi tanto como la resaca que tenía encima. Un viaje interminable y el pánico de haber perdido las llaves que, después de cuadras y cuadras de revolver los bolsillos, aparecieron en el de atrás. El olor de su departamento se estaba volviendo insoportable y, además, tenía que cambiarse los pantalones de una buena vez. Siempre es tan complicado picarse sólo, pensó Narval, frunciendo la nariz ante el intenso olor a fritura que llegaba desde la calle y le daba arcadas. Sintió un sabor amargo en el fondo de la boca y aguantó las ganas de vomitar; siempre es tan complicado picarse borracho, pensó. La cucharita le temblaba en la mano, la impaciencia no le dejaba cargar la jeringa. Rió satisfecho cuando lo logró”.

La novela Bajar es lo peor, mezcla en iguales proporciones el mundo de la noche, los excesos y el amor que juega a los extremos -el de la indiferencia y el de la pasión desmedida- con un componente místico, estrictamente gótico, que va desde la manera en que se describe a algunos personajes, como Facundo, un dark, un verdadero ángel caído, hasta las terroríficas visiones de Narval, llamado Val por Facundo, el otro gran protagonista , atormentado por visiones de seres oscuros que lo visitan de tanto en tanto.

“La dividió en dos. Tomaron y Narval sirvió dos vasos de cerveza. –Qué boludo –dijo entre dientes. Tendría que haberme hecho un pico. Por qué vos nunca te picás. –No me gusta el palo. Alguna vez me piqué, pero nunca más. Me quedaba pegado. No sé cómo hacés vos para no quedarte en ésa. –Yo estoy re-pegado. Si no me paso todo el día encerrado picándome, sin hacer otra cosa, es porque no tengo nada de plata. Sólo así me dejo de picar –esnifó nerviosamente. Afanar me cuesta cada vez más, le perdí la mano. Pero ahora debería hacerme un pico. Empezó a salir el sol y Facundo, que odiaba las madrugadas, bajó las persianas y rechinó los dientes. –Se viene, la puta que lo parió, siempre me arrepiento de haber tomado tanto. Bajar es lo peor. Narval aprobó: si había algo que los dos odiaban por igual era el amanecer, el rocío todavía flotando, los primeros ruidos, los putos pajaritos cantando, ese calor adormecedor del sol, los camiones que limpian la calle, los barrenderos. Facundo se acurrucó sobre los almohadones, transpirando y pálido, ignorando el borrachísimo cuerpo de Narval sobre la cama. -¿Sabés lo que siento? Como si estuviera por despegar. Las cosas tiemblan –dijo Narval con la voz pastosa y curiosamente aguda. Vos sos el que temblás. Tomá un trago. –No quiero. –Qué boludo. Es por tu bien. Yo ya estoy en pedo. No me doy cuenta si bajo o no bajo. –Que suerte tenés, Val. Yo ya no estoy borracho y no quiero hablar más de eso, basta. –Pero tomate un trago… -Pará, Val, cortála. No te soporto. Callate. Facundo se acurrucó para el otro lado, dándole la espalda a Narval. Desde ahí oyó: -Jodete. Cuando sientas que te morís, no me pidas que te charle”.

Esta novela escrita a máquina fue, en su momento, una manera de desalojar las obsesiones adolescentes de la autora: “el vampirismo, el sexo entre hombres, la turbia belleza baudeleriana, la belleza injuriada de Rimbaud, la literatura fantástica y de horror, los subterráneos, los demonios, River Phoenix y Keanu Reeves, Lestat y Louis”.

Bajar es lo peor es una especie de reescritura de las películas Mi Mundo Privado y Entrevista con el Vampiro, pero ubicado en Buenos Aires.

Sobre la autora

Mariana Enriquez nació en 1973 en Buenos Aires. Es licenciada en Periodismo y Comunicación Social por la Universidad Nacional de La Plata y trabaja como subeditora del suplemento Radar del diario Página 12. Publicó las novelas Bajar es lo peor (Espasa Calpe, 1995; Galerna, 2013) y Cómo desaparecer completamente (Emecé, 2004), la colección de cuentos Los peligros de fumar en la cama (Emecé, 2009), la nouvelle Chicos que vuelven (Eduvim, 2010) y el libro de crónicas Alguien camina sobre tu tumba (Galerna, 2013). Sus relatos aparecieron en antologías en México, España, Bolivia, Ecuador, Perú y Estados Unidos. Parte de su obra ha sido traducida al alemán.

*Por Manuel Allasino para La tinta / Imagen de tapa: Paula Bonet 

Palabras claves: Bajar es lo peor, literatura, Mariana Enriquez, Novelas para leer

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