Hágalo usted mismo: desactive el vigilante

Hágalo usted mismo: desactive el vigilante
30 octubre, 2017 por Soledad Sgarella

En la muestra colectiva Do It, el cordobés Elian Chali presenta una instalación que denuncia y visibiliza las formas de vigilancia en nuestra ciudad, a partir de las instrucciones del artista chino Ai Weiwei.

Por Soledad Sgarella para La tinta

Por suerte hay artistas como Elian Chali que no solamente intervienen estéticamente los espacios cotidianos de nuestra ciudad, sino que además se hacen cargo de un discurso en relación a sus producciones, que muchas veces interpelan y tensionan.

Desde hace más de un siglo, la obra de arte es obra de arte no por sus características intrínsecas, sino también por lo que el artista dice de ellas. El discurso en torno a lo creado es tan o más importante que la materialización de la obra misma.

A mediados de agosto de este año, inauguró la muestra colectiva -ideada por Hans Ulrich ObristDo It en Córdoba, en el espacio cultural 220 CC. Entre varios artistas locales convocados por la curadora Romina Castiñeira, Elian fue uno de los que interpretó (como indica el espíritu de está exposición) una de las 36 instrucciones que llegaron a la versión cordobesa de un proyecto que anda dando vueltas por los mundos del arte de más de 70 países.

Do It significa en castellano “házlo”. A Elian le tocó interpretar las instrucciones del artista chino Ai Weiwei, quien solicita en sus instrucciones destruir todas las cámaras de seguridad de la ciudad en la que vivas, con un dispositivo/artefacto que el propio Weiwei te indica cómo hacer.

El artista cordobés interpretó esas instrucciones que tocan el tema de la vigilancia, y produjo una instalación audiovisual y un texto (que incluyó en la exhibición y que publicó en sus redes y sitio web) tan contundente como afilado.


Si Elian hubiese hecho caso literal a las instrucciones, y hubiese destruido alguna cámara de vigilancia de Córdoba, la policía hubiese estado ahí para llevárselo rápidamente preso. Es así como el artista, resignificando lo que los cordobeses vivimos como vigilancia (no todos, claramente, sino sobre todo los pibes y las pibas de barrios no céntricos), armó una instalación que presenta el tema con gorras aplastadas por pedazos de veredas, un tv enrejado, el análisis del control social impreso y un mapa de la ciudad con el número 4960 (número de víctimas del aparato represivo del Estado nacional desde 1983 hasta 2016).


El comportamiento en el espacio público en Córdoba no es controlado por cámaras de vigilancia, sino por la policía provincial, su repudiado Código de Faltas y su abusivo accionar cotidiano. Dice Chali en su texto: “Esta ciudad parece sacada de un cuento medieval. En vez de grandes murallas, los ríos podridos protegen el perímetro. Hay una serie de puentes que funcionan como filtro. En cada uno de los puentes se ubican los reguladores que evalúan tu condición para aceptar tu ingreso. Ahora, si tenés suerte de meterte, el próximo gran desafío es permanecer en el centro. Gorra, vestimenta o barrio de proveniencia, son algunos de los factores que puede asegurar tu encierro inmediato.

 Lo de adentro ya supera cualquier cuento y el método es más o menos así: el número de efectivos es directamente proporcional a la tensión social del contexto.  La militarización de las sociedades se instaura a medida que acrecienta el número de cuadrillas, policías y diferentes modelos de agentes; el comportamiento y uso de la ciudad se limita a unas cuantas acciones específicas que son drásticamente opuestas al verdadero sentido de encuentro y “convivencia”, restringiéndola para el uso de unos pocos.»

Desde el campo del arte cordobés, Elian plantea espacios de discusión y pregunta: “¿Podemos hablar de esto dentro de una sala de arte? ¿No sería autodestructivo incluso para la lucha, encapsular los temas dentro de las instituciones? ¿Cómo hacer para que el pensar político no sea un capricho estético y conformista con una disidencia plastificada? ¿Cómo lograr no perseguir nuestra propia cola y comprender toda plataforma como espacio de lucha? ¿Cómo reflexionar sobre este asunto dentro de una sala de arte mientras afuera la cana se carga a lxs pibxs como deporte? ¿se puede? ¿Y Santiago Maldonado?… Algunas de las tantas preguntas que me aparecen hace rato ya y espero que a ustedes también.”

La muestra estará hasta el 5 de noviembre, mes de la Marcha de la Gorra, que tendrá este año por consigna: «El Estado nos mata, sus medios lo bancan, nuestra lucha avanza». La obra de Elian tiene correlación directa y visibiliza lo que tantas organizaciones sociales, centros de estudiantes y ciudadanos y ciudadanas plasmamos en las calles cada año.

 

En el texto, el artista se cuestiona y cuestiona el lugar del arte como plataforma de discusión, como forma de revisión de la realidad y de transformación, y plantea: “La invisibilización y normalización del hostigamiento policial dentro de las urbes es la clave para la criminalización de clase. El objetivo es reafirmar roles de poder y el puesto que se ocupa en dicho territorio, navegando por las rutinas burocráticas que rara vez suceden en barrios de clase media/alta. Un boomerang directo al suplicio, al espectáculo punitivo.

De más está aclarar que toda ese despliegue en nombre de la ‘prevención del delito’ y del ‘orden público’ goza del manto protector del respaldo normativo.

Y esto nos localiza en distintos arquetipos. La matriz de la cual se despega nuestra visión del mundo, está tallada por patrones y procedimientos dados por el contexto sociocultural al cual pertenecemos. Vos y yo, que intentamos reflexionar sobre este asunto dentro de una sala de arte, tenemos tatuado en lo más profundo de nuestro ser un modelo de humano capitalista que juega el doble rol de fantasma y fantasía. Hay una especie de fetiche erótico-voyeurista en el cual nos reconocemos y nos excita vernos, pero a la vez rechazamos. Todo lo que de manera instituida nos represente una posibilidad de ruptura de privilegios se transforma en una amenaza. Para ese ‘otro’ no queremos lo que nosotros tenemos; prima el individualismo, ese que muchas veces se disfraza de libertad más bien liberal.  Razias policiales/corralitos humanos/operativos de saturación/olfato policial arbitrario/gatillo fácil«. 

Con las prácticas artísticas construimos sentidos. Son, en sí mismas, reflexiones y profundizaciones en torno a temáticas que como ésta, nos afectan a todos y todas.

Elian Chali hace arte y dice.

Dice y contesta.

Dice y denuncia.

Dice y visibiliza.

Dice, e interpela: “Entonces yo te pido a vos y pido a todxs nosotrxs, que desactivemos al vigilante que llevamos adentro y dejemos de normalizar los mecanismos que fortalecen los regímenes de dominación”.

*Por Soledad Sgarella para La tinta

Palabras claves: 220 CC, Ai Weiwei, Do it, Elian Chali

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