Flote, la idea es siempre jugar
El ensamble de percusión cordobés tiene una propuesta dinámica y lúdica, en la que van componiendo usando el lenguaje de improvisación con señas, a través de un diálogo permanente entre un director, los músicos en escena y el público.
Por Soledad Sgarella para La tinta
Son las diez de la noche de un viernes de fin de mes y la gente está saltando a la par de la percusión como en una mini rave. Pareciera que poco importan en ese momento -presentado casi como un ritual de limpieza mental- las horas de trabajo esclavo, el tráfico insufrible de la ciudad, el sueldo insignificante.
Siete músicos y músicas están en el plató de una sala de Güemes haciendo exorcizar demonios citadinos. Se juntan a componer en vivo e improvisan con sus instrumentos en tiempo real. A puro tambor, hacen saltar y bailar a espectadores que flotan, siguiendo en la pista los ritmos que se van creando en el escenario.
Por suerte el arte nos salva momentáneamente este viernes, funciona de cable a tierra, y nos hace disfrutar a los que estamos abajo tanto como los que están arriba del escenario.
Santiago Lopez, Amaro Estay, Celeste Marcón, Luis Tañez, Nicolás Ferrer, Matías Rodríguez y Carolina Carbone son Flote, el ensamble de percusión anfitrión de tal espacio festivo. El grupo pone en práctica para hacer música, la improvisación con lenguaje de señas. Nos acercamos con La tinta a una de sus integrantes, Carolina Carbone, para que nos cuente qué es este sistema y cómo hacen explotar sus instrumentos en una presentación que es única de ese día y de ese lugar, y distinta cada vez que tocan.
—¿Por qué un ensamble de percusión con sistema de señas? ¿Qué suma?
—El sistema de señas es un código, y como todo código sirve de lenguaje, sirve para hablar y para decir, y a partir del uso que se le dé a ese lenguaje se dicen unas u otras cosas, por obvio que suene. Pero lo que tiene de interesante este sistema es que permite a cualquiera poder hablarlo, utilizarlo, hacer música, con ciertas pautas convenidas de antemano. Estas señas universalizan, y hay señas de muchísima variedad y de diferentes complejidades. Hay algunas muy sencillas que apelan mucho a lo intuitivo, osea los gestos, significan cosas en lo musical que pueden ser entendidos por todo el mundo, tenga o no formación específica.
Por otro lado, lo interesante además es la parte que tiene que ver con la creación. Y es que las señas permiten crear cosas nuevas todo el tiempo. O sea: cada seña tiene una correspondencia en lo musical y la forma en que se combinan, depende de quién las utilice, de quién está hablando, en este caso es el director o la directora. Entonces según las combinaciones va a haber un resultado musical distinto al que va a hacer otra persona con otra combinación de señas.
—¿Cómo conciben ese momento del toque?
—Nosotros al toque lo vivimos justamente como un juego. Además de que la palabra improvisación habla de jugar… play es jugar en inglés, y tocar se traduce como play music: es hacer música, tocar música, y creo que Flote es una de las formaciones en las que eso del juego y la improvisación justamente se dan, en este ensamble. Porque es eso: estás todo el tiempo esperando qué te va a tirar el director, para qué lado te va a llevar.
Asimismo el director puede pedir algo al grupo, o a una persona individual y -como la música no es exacta, no es una ciencia dura- puede pedir algo y el músico, el percusionista le devuelve una respuesta que va a tener su tinte, su impronta… entonces es ese ida y vuelta, ese diálogo lo más importante, y también con el público.
Es algo que se va retroalimentando constantemente. Como te decía, el director puede pedir algo, el percusionista le responde de una manera y el público empieza a aplaudir o moverse o a gritar o lo que sea y eso evidentemente nos influye y entonces es una instancia completamente dinámica y completamente relacionada con el estar presente, con el aquí y ahora. La improvisación es eso, puro presente. Lo que pasó ya pasó, y lo que viene no se sabe, entonces es alucinante por ese lado. Y esa adrenalina que genera, esa diversión que genera el estar todo el tiempo haciendo algo nuevo, que no pasó antes y que no va a ser igual nunca.
—¿Qué pretenden lograr en los y las espectadoras?
—Pretendemos que la pasen bien, digamos. Cada uno a su manera, y si bailan mejor, pero eso es algo que se da a veces, no siempre, porque depende del público y del contexto mucho también. Pero sobre todo que puedan divertirse tanto como nos estamos divirtiendo nosotros, porque si algo me ha pasado tocando en Flote es que -a diferencia de otros grupos de percusión- acá como tiene las señas y esto de la improvisación es re divertido, estás todo el tiempo ahí, esperando qué es lo que se viene…no hay forma de aburrirse y eso es lo que pretendemos lograr también en el público.
La forma en que nosotros encaramos la presentación es con bloques o temas. Algunos son más tirados a lo electrónico, otros más a lo latino, otros más tirados a lo ñoño como le decimos nosotros. Pero la idea, más allá de que predomine una estética, es siempre jugar. Y que el público pueda percibir eso, mientras nosotros con la música intentamos crear atmósferas, ya sean atmósferas que inviten a bailar o ya sea atmósferas que inviten a cerrar los ojos y flashearla.
*Por Soledad Sgarella para La tinta / Fotos: David Broko Mecoli y Catalina Buteler.