Susana Baca: «Unos niños formados con el arte son niños libres»
La madre de la música afroperuana brindó este miércoles un concierto íntimo en el que rindió homenaje a los poetas de su tierra y al latido africano de América Latina.
Por Julieta Pollo para La tinta
Pequeña como una hoja en medio del escenario, descalza y resbalando en su túnica color salmón, Susana Baca brindó un concierto en Espacio Quality que cautivó al público durante una hora y media. Acompañada por guitarra, teclado, contrabajo y percusión, esta cantora compartió su música que condensa la potencia de la poética peruana y los sonidos afroamericanos o, mejor dicho, afroandinos: encuentro entre los pueblos nativos de América y aquellos que desde África trajeron su cultura a cuestas (lo único que la dominación no les pudo arrancar).
Hace 73 años la vio nacer un pueblo costeño del Perú. Creció entre viento y marea, con la música como juego preferido y la piel descalza, siempre en contacto con la tierra. Desde su infancia hasta hoy sigue desnudando los pies y el alma cada vez que sube a un escenario a cantar. En conversación con La tinta la cantora contó, entre otras cosas, la anciana raíz de esta costumbre: “Era un problema con mi mamá. Según ella yo tenía que cuidarme porque tenía una cierta fragilidad en los bronquios, en el aparato respiratorio. Entonces ella se iba a trabajar, la pobrecita, y me decía ‘te quedas acá en la casa con tu hermano, te portas bien´ y no se qué. Pero yo ni bien se iba me quitaba los zapatos… los zapatos es como estar presa, entonces apenas puedo me libero y, como en el escenario quiero ser muy libre, me los quito”.
Susana recuerda a su madre con mucho cariño ya que fue ella quien le contagió el amor por la música y la que, a pesar de ciertos recaudos, la incentivó a perseguir su sueño contra todo obstáculo, aún cuando sufrió en carne propia el racismo. Tenía menos de 20 años cuando el Conservatorio Nacional de Música le negó los estudios por el color de su piel. Desde entonces Susana ha luchado contra la discriminación y ha logrado visibilizar y revalorizar la cultura afroamericana alrededor del mundo. “Además, unir los países de Latinoamérica porque están contaminados, en su mayoría, por la música afro que es herencia de los africanos, cuando llegaron a los distintos lugares y se hizo una nueva manera de expresarse al tomar contacto con los originarios. Entonces tenemos algo en común a todo lo largo de Latinoamérica y que hace que estemos en los lugares más importantes de la música”, agrega la intérprete con su hablar pausado y risueño.
—Como educadora y como música, ¿cuál le parece es la importancia de asegurar a las infancias un real acceso a la educación artística y cultural?
—Mira, es tan importante… como que le des a un niño leche. Leche y queso y pan. Eso le alimenta su cuerpo pero la música es un alimento del alma, y el alma necesita enriquecerse desde años con la música y el arte. Unos niños formados con el arte son unos niños libres, que reciben la vida. Y sé que los padres a veces tienen miedo porque la vida del artista no es fácil… bueno, la vida de nadie es fácil. Pero el artista va por la vida con el alma en carne viva, hay dolores muy profundos. Entonces los padres o las madres tienen preocupación de que sus hijos se dediquen a la música, al arte. Mi madre tenía pánico, pero a pesar de ello ella me incentivó muchísimo. Ella hizo todo el esfuerzo posible para que yo estudie, porque en aquellas épocas pensaban que la carrera de músico no era una profesión. Y es la más bella.
Susana Baca esparció la música y las letras de diversos artistas peruanos. Amante de la poesía que puebla las venas de su país, le puso música y supo interpretarla a puro sentimiento y con una voz que guarda fuerza en la sutileza.
—¿Qué siente al mirar hacia atrás, al volver a escuchar aquellas primeras canciones?
—Fueron las canciones que me abrieron las puertas, sobre todo María Landó, un poema del poeta César Calvo al que Chabuca Granda le puso música. Esa la recuerdo con mucho cariño. Fue la canción que David Byrne me vio cantarla en video y le gusto muchísimo, y ahí preguntó de dónde era yo y entonces fue el momento en que me llamó para grabar para su sello.
—¿Cómo fue su relación con Chabuca Granda?
—Fue una linda relación, muy linda. Ella era una gran compositora, con mucho talento y que me abrió las puertas de su casa con mucha generosidad. Me recibió y allí yo pude trabajar al lado de ella, porque me pagaba un pequeño sueldo y yo le ordenaba sus papeles. Estaba en los momentos en que ensayaba… fue muy aleccionador, a mí me encantó. Y también me dio mucha ternura: por ejemplo, un día que volvíamos del teatro, yo la había acompañado, cuando regresamos a su casa —por supuesto me quedé a dormir porque ya era muy tarde para que yo me fuera sola a mi casa que quedaba en otro distrito—, ella dijo ‘tenemos hambre seguramente’. Buscó una olla en la cocina y se puso a preparar unos fideos para mí y para ella. Improvisó una salsa muy rica, con ajos y tomate. Yo comía los fideos y me caían las lágrimas de la emoción, de la ternura de esa mujer.
—También compartió canciones con Mercedes Sosa…
—Me acuerdo que con Mercedes Sosa cantamos en Córdoba… ay, qué cosa más linda…
Susana Baca no sólo fue pionera al ganar por primera vez un Grammy para su país. También desempeñó cargos públicos y fue Presidenta de la Comisión Interamericana de Cultura de la OEA. En su país, fue la segunda mujer afroperuana en asumir un Ministerio, el de Cultura, en 2011.
—¿Cómo vivió la experiencia de ser Ministra de Cultura y cuáles fueron los principales desafíos que tuvo que afrontar?
—Me siento muy feliz de haber aceptado ese cargo, fue una forma también de servir a mi país, de estar con el compromiso a mí país completo, cuerpo y alma. Pero la dificultad más grande que tuve fue lidiar con los políticos, lidiar con la gente que está viendo cómo te resbalas, cómo te caes, cómo te agarran en falso. Es un cúmulo de malas intenciones. Pero uno de mis motivos principales era proteger a la cultura viva de mi país que está compuesta por los artistas que hacen el día a día del trabajo del arte de nuestro país. Después, la protección de los monumentos arqueológicos, valorarlos, cuidarlos.
Mi país padece de algo muy feo que es el racismo. Entonces, como eso lo hicieron los indios la gente no les da el valor debido. Es una enfermedad y hay que eliminarla pronto, porque la discriminación es lo más feo que pueda tener un país. Es un retraso, es la basura de un país. Con todos estos valores que tenemos, el presupuesto del Estado tiene que ser muy importante en cultura. O sea, yo tenía que convencer. Los ministros de cultura teníamos que convencer sobre la importancia de lo que se tiene que invertir.
—¿Por qué le parece que la cultura es siempre lo último en lo que los gobiernos deciden invertir?
—Porque no valoran las industrias culturales, que están haciendo que la cultura sea productiva en cuanto a consumo. Ese valor que hay puede ser compartido para seguir haciendo cosas, sobre todo en los jóvenes músicos que tienen que salir adelante y grabar sus discos.
*Por Julieta Pollo para La tinta