Andrés Rubino: de gente así se ocupa la poesía
Andrés Rubino es un poeta cordobés, miembro del Grupo Pan Comido Poesía, integrado además por Juan Stahli, Fabricio Devalis, Ceferino Lisboa, Fernando Bellino, Sebastián Cantoni, Alexis Comamala y Pablo Carrizo. De una sensibilidad sencilla y exquisita, este cordobés es además fundador de la Cooperaria Cololo -un taller de serigrafía abierto en Córdoba allá por el terrible 2001- y tiene en su haber la publicación La gran mayoría (libro, en el 2015) y varias plaquetas personales, siempre enmarcado en el trabajo cultural colectivo.
Por Soledad Sgarella para La tinta
«De gente así se ocupa la poesía» es un verso de Leona, uno de los poemas que aparecen en el libro de Andrés Rubino, editado por Pan Comido Ediciones. Sucede que leés y la poesía te acaricia los ojos y el espíritu, porque es a ella a la que varias veces se refiere el poeta, además de pasearnos por casi todas escenas abstractas que paradójicamente son tan cercanas que no podés eludir.
Tocando adrede las fibras de los sentidos comunes, Rubino es de los cordobeses que emocionan, y La tinta quiso acercarse a este trabajador de la cultura para preguntarle un par de cosas y, por supuesto, disfrutar con sus respuestas, tan poéticas como sus obras.
—¿Cómo empezaste a escribir?
—A mí siempre me gustó dibujar. Me gustaban las lapiceras, los lápices, las fibras, los pinceles, la carpeta de dibujo, esa de las doble oficio. Me gustaba mucho dibujar y con el tiempo buscar cual era mi letra, cual mi caligrafía. Me resultaba entretenido porque me parecía que, en parte, también era estar dibujando. Y eso me motivaba a estar escribiendo. Me encantaban también las hojas de carpeta, las Rivadavia, esas medio amarillentas y gruesas, y escribirlas del derecho (en cambio del revés ya no me gustaba tanto escribir).
Así que también tiene bastante de atracción visual mi vínculo con la escritura.
No recuerdo a qué edad sinceramente… no puedo establecer en qué momento yo empecé a escribir poesía. Supongo que también visualmente era una forma atractiva que me gustaba. Yo no era lector de poesía, así que supongo que visualmente se parecía a letras de canciones, y ver los libritos de los cassettes, de los CDs, ver cómo estaban escritas las letras de las canciones… era eso lo que uno empezaba tratando de imitar, esa forma. No sé en qué momento eso se transformó en poesía, y mucho menos en poesías propias. Sí estoy seguro que lo primero que escribí fue para atraer la atención de la chica que me gustaba, y no recuerdo porqué motivo ese impulso se mantuvo y hacia la poesía derivé.
Cuando, por esas cosas que tenía escritas y que por ahí no me animaba a compartir pero sí a conversar, me encontré ya en la facultad con los muchachos del grupo Pan Comido, con los poetas del grupo Pan Comido, ellos me entusiasmaron y “que bueno, que si vos escribís nos juntemos, mirá nos vamos a juntar a leer, a compartir”. Así surgió y así empecé a conocer realmente la poesía, a que nos pasemos libros, y a que me alentaran a seguir escribiendo y a formar parte del colectivo. Creo que directamente me vinculé con la poesía. Cuando me sentí que me estaba vinculando con la poesía ya estaba perteneciendo a un grupo de poetas.
—¿Para qué escribías?
—Tengo algunas respuestas parciales: yo escribía para poder usar esas hojas en blanco, para poder probar las lapiceras. Escribía para dibujar letras, escribía para quedarme hasta tarde con la lamparita prendida, escribía para llamar la atención de una chica, o de algunas chicas. Después escribía para expresar algunas cosas que comenzaba a sentir que dominaba, y escribía para estar a la altura de mis amigos poetas. Pero supongo que la verdad, como respuesta a esa pregunta, llegará y está más adelante.
Espero en realidad enterarme alguna vez para qué fue que escribía. Espero poder enterarme.
—¿Crees que la poesía tiene alguna injerencia en el mundo de lo no poético?
— El mundo de lo no poético se indigna cuando ve que la poesía lo usa para sus propios fines, cuando ve que la poesía se alimenta de ese mundo no poético. ¿Con qué fines hace eso la poesía? No lo sé, y… ¿qué alcance tienen sus actos? Tampoco lo sé, lo desconozco. Pero no tengo dudas de que si se alimenta de lo no poético es para volver a lo no poético y estar ahí presente, estar molestando o embelleciendo. Y supongo que si al mundo de lo no poético eso le molesta tanto, creo que es el modo que tiene de tener presente a la poesía. Hay ahí una relación de amor odio que, como siempre, significa que se necesitan mutuamente, y vaya a saber cómo va a terminar esa historia.
—¿Cómo es el trabajo con Pan Comido como colectivo?
—El Grupo Pan Comido pretende ser un colectivo artístico en la medida en que nos interesan centralmente esas dos disputas, esas batallas: la de lo artístico, para proponer otras formas de ver el mundo y de entender la belleza, distintas a la que hoy es la dominante, y la de lo colectivo, porque estamos convencidos de que es la organización la que quiebra ese pensamiento dominante, ese colonizaje, que hoy está más presente que nunca. Con la seguridad, con la convicción, con la firmeza de esas banderas es que asumimos el desafío de poner en circulación la palabra. Con espectáculos, con recitales, con la edición de libros. Voces, es lo que pretendemos poner en circulación.
*Por Soledad Sgarella para La tinta