Sin medios comunitarios no hay democracia
En esta entrevista, el presidente del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), Pablo Antonini, que asumió el cargo en mayo tras la XV Asamblea Nacional que se realizó en Santa Fe, se refirió al momento actual por el que transitan las radios comunitarias y la necesidad de encontrar puntos en común para seguir creciendo y disputando poder.
Por Violeta Moraga para El Furgón*
—Asumiste en un contexto que afectó profundamente el camino que venían desarrollando las radios comunitarias. ¿Cómo describís el panorama que encontraste?
—En realidad no me encontré con nada que no conociera: la mesa actual de FARCO es una continuidad de la que participaba. Yo era vicepresidente y la Asamblea tuvo la decisión de elegirme por unanimidad, pero también de ratificar el laburo que ya se venía haciendo. Por eso, ya estaba empapado del panorama que, como decís, es duro, porque estábamos —no sin esfuerzo, ni dificultad— empujando la materialización de las cosas por las que habíamos peleado toda la vida. Logrando políticas públicas muy concretas, con condiciones de ir avanzando hacia las que todavía faltaban: entre las que podemos nombrar la regularización del espectro en zonas de conflicto, los llamados a concurso, el plan técnico y la reserva del 33 por ciento.
Entre las que habíamos logrado y que ahora no están más, tenemos un convenio con el Ministerio de Agricultura que permitió generar 19 radios comunitarias en manos de organizaciones de pequeños agricultores; los Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (FOMECA), que también costó. Pero cuando se empezaron a implementar vemos la desaparición o la ralentización de todo eso. Porque si bien formalmente siguen vigentes, en la práctica hay que manifestarse en todo momento y hacer todo tipo de cosas para que se aplique a cuenta gotas.
—En este marco, y dado el largo recorrido de la organización, ¿cuáles son las estrategias a darse?
—Tenemos la ventaja de que no somos un invento de los últimos tiempos. FARCO nació al calor de la clandestinidad: de un CONFER que venía, cerraba, decomisaba. Una Ley de la dictadura vigente. Las radios pioneras de FARCO se conocieron y vieron la necesidad de juntarse, primero a partir de un mecanismo de autodefensa desde el cual luego se fueron generando los demás dispositivos: la producción en red, las estrategias de formación, el informativo.
Por eso no nos pasa como a otras construcciones, a lo mejor surgidas al calor de las políticas públicas, que se las sacaron y se deshicieron en dos meses. Somos una construcción que viene hace casi 30 años, que conoce lo que es estar en la difícil y que sabe que son periodos donde hay que agudizar la creatividad : en vez de tener un encuentro con los pasajes pagos por un proyecto, se los pagará cada radio buscando su estrategia, pero el encuentro lo vamos a hacer igual. La radio perderá alguna capacidad de incidencia en su localidad, tendrá que dedicar más energía en sobrevivir que en producir el tipo de contenido que estaba haciendo, pero va a continuar igual. La Asamblea fue una expresión de eso, se debatió fuerte -FARCO es una red que tiene una diversidad muy grande donde coexisten distintas identidades políticas- y sin embargo luego de ese debate que fue intenso, las medidas se votaron todas por unanimidad. Entonces ahí hay una dinámica y una experiencia de construcción, de debate y de participación que en estos tiempos muestra todo lo que vale. Así que tenemos esa situación: por un lado de dificultades, de un momento bravo, pero a su vez la convicción de que hay con qué enfrentarlo, desarrollarlo y con qué seguir construyendo.
—¿Hay situaciones muy distintas entre las radios?
—Hay algunos casos de radios que optaron por desensillar hasta que aclare, pero en general siguen, porque atrás hay comunidades que las sostienen, hay militancia, hay estrategias. Sí surge que un montón de energía que estaba puesta en producir contenido, en generar proyectos, ahora está puesta en sostenerse. Pero también hay experiencias que se han potenciado: la desaparición en muchos sectores de medios públicos que podían expresar determinada línea hizo que en algunos casos crecieran en audiencias las radios comunitarias, se han dado estas situaciones, donde la crisis ha fortalecido otros aspectos. La fuerza de la red aparece ahí, porque hemos podido, o intentamos, generar estrategias para ayudarnos entre nosotros. Hay radios que están en condiciones más desfavorables, con menos experiencias o que nunca pasaron por la mala, radios que son hijas de la Ley, que tienen cuatro o cinco años, que sintieron fuerte el impacto. Ahí es donde estamos.
–¿Y en cuanto a los concursos?
—Tenemos concursos que quedaron cajoneados, otros que se pudieron consustanciar, concursos rebotados por pavadas y después hay una resolución de normalización que salió en la página del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), que se votó y cuyo texto desconocemos. Tenemos Fomecas de 2014 y 2015 que no se pudieran cobrar todavía… Hay una operación de desgaste que funciona y un organismo que se niega a pagar, a reconocer un derecho adquirido: es un organismo que está reteniendo fondos que son tuyos. Por otro lado, tenemos la apertura de los concursos 2016 que se hicieron en noviembre del año pasado después de mucha lucha y estamos en junio y ni siquiera entraron a evaluación. No puede un proyecto tardar 10 meses desde que lo presentas hasta que se aprueba. Imaginate el valor de las cosas que presupuestaste. De los del 2017 todavía no tenemos ni noticias, por ejemplo.
—Más la desarticulación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual…
—Tenemos partes de la Ley que fueron derogadas, cambiadas, modificadas, sobre todo los artículos que tenían que ver con limitar la concentración y partes que siguen vigentes, pero que no se aplican o casi. Terminamos poniendo esfuerzo y energía en algo tan básico como pedir que una Ley se cumpla. Es una situación complicada que creemos que no es inocente y que tiene que ver con un desprecio del gobierno a los medios comunitarios y con una política que es de desgaste, que se enfrenta organizándonos. Creo que ninguna de estas experiencias como las que integramos FARCO u otras redes tiene mucho sentido si están solas. De hecho, las radios sobre las que allanaron, en general, no son radios que estén en redes y, al contrario, muchas se acercaron a partir de que les pasó esto. Porque les permite tener espacios donde apoyarse, pedir ayuda, asesoramiento, saber que hay otros a los que les pasa lo mismo, encontrar las maneras de resolverlo, plantar una presencia: nosotros hemos tenido reuniones en el ENACOM con los decomisados y es otra cosa.
No sos uno sólo, suelto, es una construcción nacional la que te está respaldando. Que además no te pide ni un carnet ni una afiliación ni una adscripción a determinada línea política, te pide que cumplas con determinados principios de corresponsabilidad en la construcción de la red: aportar al informativo, reportar, estar presente. El informativo se pasa por 300 radios. Y de FARCO somos 110. El modo de producción que proponemos, es que es una de las producciones más federales que existen. No sólo comunitarias, en el hecho de estar gestionado por organizaciones sin fines de lucro, sino en cuanto a encontrar pautas comunes, de criterios, de duración de los reportes, pero a la vez respetar la identidad. A lo largo de cada informativo se recorre el universo de tonadas y de experiencias y de las cosas que pasan en el país, contadas por sus propios protagonistas, con su ritmo, con su estética, a veces con su música. Es un producto bien hecho, igual que el expreso.
–¿Cómo es la articulación con otras redes?
–Desde hace un año generamos un espacio que se llama Interredes donde trabajamos cuestiones de unidad en la acción entre FARCO, AMARC, la Red de Medios Alternativos, la Red Pac, la Red Colmena, Contá, Arecia y la Red Com. Son espacios que tienen una diversidad muy grande, diferencias de miradas, pero hemos entendido que el momento histórico no está para ser mezquinos ni sectarios, sino para encontrar puntos en común. Es una vocación que siempre ha tenido FARCO: proponer construcciones multisectoriales y amplias, desde la convocatoria a la Coalición por una Radiodifusión Democrática de la que salieron los 21 puntos. Vinculamos con todos porque además es lo que pasa en nuestras radios, tiene espacio el campo popular en su conjunto, en su diversidad. A veces se debate al interior de nuestras radios, pero en líneas generales intentamos expresar esa actitud que tuvimos siempre de intentar ser muchos, construir una correlación de fuerzas que posibilite que las conquistas se ganen y no queden en la consigna, sino es fácil llenar el aire de consignas. El valor de la construcción para nosotros es encontrar la manera de que eso realmente se materialice. Después tratar de plasmar eso en iniciativas concretas de otras características.
–Al tiempo de no quedar sólo en la resistencia…
–Tenemos claro que si uno se pasa todo este tiempo efectuando solo acciones de resistencia se pierde parte de la esencia de la construcción, entonces tratamos de laburar cuestiones propositivas , como la distribución de la pauta publicitaria, políticas públicas, estrategias de producción, el vinculo con la Universidad: se generaron experiencias de carreras de Tecnicatura de Comunicación Popular en La Plata, Gestión de Medios Comunitarios en Quilmes, Diplomatura de Comunicación Popular en la UBA, entre otras. Estos saberes que siempre fueron marginales y a veces se construyen a partir de sistematizar prácticas, de repente llegan a la Universidad desde un lugar diferente. Es que para la Universidad siempre fuimos los objetos de estudio: los estudiantes que desembarcan en la radio comunitaria, miran y hacen su trabajo. Y de pronto muchos de nosotros estamos dando clases, se estudian contenidos producidos por nosotros, generamos el Manual de Estilo del informativo FARCO, que es una producción colectiva elaborada a partir de sistematizar conclusiones de encuentros de corresponsales. Todo eso no lo queremos perder porque estamos en la puerta del ENACOM todo el día. La idea es seguir desarrollando esas estrategias, que son más urgentes y necesarias que nunca.
–Hay que romper esta idea de la radio comunitaria asociada a lo precario…
-En general así nacemos las radios comunitarias porque no queda otra. Pero una cosa es que esa sean tus condiciones de nacimiento y otra que sean tus perspectivas. Eso preferiría el sistema, que seamos radios chiquitas, inofensivas, una linda postal para sacarse una foto. No hay que reivindicar la precariedad. Por eso FARCO tiene 13 centros de formación profesional donde se dan cursos que nosotros propusimos, construimos y que tienen que ver con mantener ese horizonte. Porque sino no disputas nada, si te van a escuchar por lástima, o porque sos el pibe que les pasa la gacetilla, podes estar toda la vida así, pero no vas a estar transformado demasiado. Por eso nunca fuimos por una Ley de Radios Comunitarias, como se hizo en otros países, donde eran legales con una ley que les impedía pasar publicidad, que les restringía el alcance, que las protegía, pero a su vez garantizaba que se mantuvieran chiquititas.
Nosotros dijimos: no, no vamos a ir por una Ley de Radios comunitarias sino por una Ley de Comunicación Audiovisual entera, porque no queremos discutir solamente los medios comunitarios, queremos discutir los medios públicos, los limites a la concentración en los medios privados, las posibilidades de incidencia y es lo que queremos seguir haciendo, por eso generamos un espacio como la Coalición y pensamos que nuestras radios tienen sentido en el marco de ese todo. Y también porque es indisoluble de pensar un proyecto de país. Por algo una de las primeras cosas que hace este gobierno cuando asume es intervenir la Ley. Porque es imposible llevar adelante políticas como las que se están llevando sin un entramado de medios capaces de generar una agenda que invisibilice eso, que lo deforme, que te tenga hablando de estupideces mientras te van cerrando las cosas por atrás. Esa es la función que cumplieron los medios de comunicación al servicio del poder toda la vida.
*Por Violeta Moraga para El Furgón*
**Artículo publicado en revista Al Margen