Luc Mon Bas y su lírica ninja
Un calor desconcertante en medio del invierno abriga la plaza Sobremonte, oasis verde entre el cemento que reúne a vendedores ambulantes, perros de todos los colores, paseantes, skaters, artistas, gimnastas, y aquellos que improvisan un hogar bajo los enormes árboles. También es punto de encuentro de chicas y chicos que comparten rimas y flores en la siesta de junio. Entre ellos está Luc Mon Bas, una de las nuevas voces que se impone entre el ruido sin sentido que impera hoy. Dice que el rap no tiene fronteras ni edades, y asegura que le salvó la vida.
Por Julieta Pollo para La tinta.
Luciano, a.k.a Luc Mon Bas tiene 22 años pero el hip hop lo encontró de niño, cuando escuchó por la radio una de las canciones de Eminem que sería su puerta de entrada a la música rap de los 90. De Estados Unidos pasó a España y Latinoamérica, y de ahí a escribir sus primeras rimas desde su casa en San Vicente: «Son bandas con contenido de culturas vapuleadas, de barrios bajos, problemas familiares, de chicos de los ghettos… Empecé a escribir mis propios temas a los 15 años, que no están tan buenos si los veo ahora, y a medida que fui creciendo fui madurando en cuanto a cómo rapeo y a la lírica… siempre estoy buscando algo distinto, innovador. Hablo de las cosas que pasan día a día, de mi barrio, de la zona sur, de mi vida, de experiencias.»
Una plaza, un pasaje, una biblioteca… por toda la ciudad los jóvenes se encuentran y batallan a través de la palabra, una especie de riña de gallos verbal en la que el único espolón es la astucia y que siempre concluye con un saludo de manos: «ganás muchísimo respeto, más que peleando. Es algo hermoso. Yo incluso creo que duele más una pelea de palabras que de golpes. Aparte está re bueno porque los guachines abren la cabeza, no se andan drogando, no andan robando, andan haciendo música. Se autosalvan la vida».
En la cultura hip hop el encuentro con otros es imprescindible: es una comunidad juvenil diversa que aprende colectivamente, construye ideales y comparte sus experiencias a través del arte. Le pregunto a Luc acerca del primer encuentro al que asistió, qué sintió al ver en otros el mismo sentimiento que le movía el alma, la mente, la lengua. Responde con un verso de SFDK en la que el rapero español Satu lanza: qué maravilla el descubrir que hay grupos de rap en Sevilla, estoy cercano. «Y… no me salía freestylear, ellos joya pero yo no me había animado nunca. Ellos me incentivaron tanto que empece a hacerlo. Igual son lado sur los pibes, re hardcore. No te dicen ‘dale, rapeá’: te dan, para que vos rapees «, aclara.
Luc Mon Bas tiene dos EPs –Tiempos Reales vol. I y II– que grabó junto a No Alineados Crew, «la vieja escuela» del rap en Córdoba. «Es realmente zarpado, ellos son muy buenos freestyleando, unos maestros, mis profesores. Yo respeto mucho la vieja escuela porque son quienes me han enseñado a mí todo, sino hoy en día yo estaría perdido y cantando boludeces, esa es la realidad. Respeto a los que vienen de antes porque es gente mayor que tiene hijos, dos trabajos, estudia, y se da su tiempo para el rap y eso está zarpado porque hay mucha profesionalidad y quiere decir que el rap no tiene edad: así como rapea un nene de 9 años, lo hacen pibes de 30 o 40.»
En un Docta Hip Hop Luciano conoció a los Clan Saifa con quienes luego viajaría a un encuentro nacional en Chubut. En esa ciudad sureña cumplió dos sueños de una: produjo Tiempos reales, y conoció el mar. «Estuvimos con los pibes de Alcántara 18 en Trelew, que es un lugar donde reina el gatillo fácil. Es difícil hacer rap ahí, los policías te matan de una por atrás, así que estuvimos sumándonos ahí junto a los NoAl Crew. Fue un viaje, yo vengo de barrio San Vicente y con la cabeza tan cerrada que pensaba que a los 17 años me iba a morir a causa de las drogas sin conocer el mar», concluye.
Luc asegura que su poesía está basada en lo que le ha pasado personalmente, pero también en lo que pasa a su alrededor porque, a fin de cuentas, el rap no tiene fronteras y las experiencias personales muchas veces son compartidas. «Yo hago rap conciencia, planto un mensaje que es difícil en estos días que se viraliza más un video de un rapero denigrando a la mujer lleno de cadenas de oro, siendo que el rapero de este lado comparte el agua con el hermano boliviano, con el hermano peruano, colombiano, venezolano. El rap no tiene frontera y une todos los países. No importa de donde sea, lo que importa es que sea», asegura el joven que estuvo compartiendo rimas el miércoles en la marcha en Defensa del Bosque Nativo, y agrega: «Hay chicos, que yo lo respeto, que tienen tiempo para estar las 24 horas en la casa de los viejos practicando técnicas de rap todo el día. Eso no es el rap, vos tenés que contar para hacer rap, sino fracasa la cosa. A mí me gusta contar lo que nos pasa a todos, me siento muy identificado con la gente. Ayer en la marcha de los Bosques Nativos viene un padre y me dice ‘loco mi hijo te sigue, es muy bueno lo que hacés, no lo abandones. De verdad, de corazón, tenés que pelear y hacerlo.’ Tengo que laburarlo porque tengo mi parte tímida también, no soy un robot, pero poder estar ahí y que mi música genere eso quiere decir que llega a algún lado, que toca al otro».
-¿Qué es el hip hop?
– El hip hop son cuatro elementos que le salvan la vida a un joven. Tenemos el MC que es el maestro de ceremonias que se expresa a través de su poesía, que es lo que hago yo. El DJ que pincha un ritmo loopeado con dos bandejas de scratch para poder mezclar temas y canciones. Podes hacer millones de pistas y estilos. Después está el Breakdance que es el baile callejero, que la gente por ahí dice no son muchos los que bailan pero ojo, te podes llevar una sorpresa, porque aparecen los pibes de la nada y te organizan un evento genial. Y el cuarto elemento es el Graffiti que es zarpado también… mi amigo Zero PDK tiene una crew de graffiti que se llama Pinto donde quiero y la ciudad está re adornada con los murales de los pibes. Igual Córdoba está media tristona todavía porque no le dan mucho espacio a los murales como en otros lados.
Las palabras fluyen en su boca pero por si queda alguna duda, con el cuerpo también dice. A un lado de su cuello se lee Stay Strong, del otro se alza una fragata de velas embolsadas de viento que representa su deseo de viajar con la música. «Los tatuajes para mí son fuerza espiritual. Te los hacés en momentos claves de tu vida en que te sentís débil entonces necesitás volver a sentirte un poco más fuerte y te adornás la piel con recuerdos, con sensaciones, con emociones o cosas que vos representes. Hay gente que no sabe qué mierda se tatúa, van y se pagan una vida en un tatuaje. A mí siempre me los han hecho amigos o me los he ganado rapeando», recuerda Luciano. Una calavera partida y una lata de aerosol en honor a su madre que es muralista; una musa inspiradora en la pierna, porque de allí sube la fuerza al resto del cuerpo; golondrinas en las rodillas, que es lo que liberaban al cielo los soldados en la segunda guerra mundial cuando sabían que ya no volverían a casa; y en el brazo Freestyle Zona Sur , que no necesita demasiada explicación si alguna vez escuchaste su flow.
Junto a su amigo Facu Britos están construyendo una productora de rap que ayude a profesionalizar el trabajo de muchos raperos y raperas de la ciudad y también a crear sus propias pistas originales, un desafío siempre presente en el rubro del hip hop. Además, quieren estrechar lazos con artistas de otras provincias y viajar a compartir lo suyo a todos lados, para federalizar un movimiento intenso que late desde los barrios de cada provincia argentina. «Ojalá fuera tan fácil como grabar un tema con la compu y listo. Si vos querés lograr algo profesional y lindo con buena calidad para que la gente lo aprecie, son horas de trabajo y de producción. Me estoy profesionalizando con las herramientas porque además de rapero quiero ser productor», dice Luciano.
Luc desparrama su oficio por todos los rincones posibles: además de aprender a producir, sueña con ser profesor de música, trabaja como artista callejero, participa de un taller y de una radio popular. En los bares de Barrio Guemes improvisa poesía en cada mesa, luego de la presentación usual que descarga como una cascada: Hola qué tal? Mi nombre es Luciano, soy un artista de acá de Córdoba capital, me dicen Luc Mon Bas, hago música rap hip hop y lo que voy a hacer ahora es un poco de improvisación freestyle, y le pido a la gente que diga una palabra o levante un objeto para poder improvisar.
Además de caminar las calles con el micro y su parlante, participa junto a Facu en el programa Che mono que se emite todos los sábados por Radio La Quinta Pata, y de un taller de rap que comenzó hace algunas semanas en la Biblioteca Popular Julio Cortázar. «Estoy re contento con eso porque yo antes me veía como rapero, pero ahora de repente me fumo el papel en serio y quiero ser locutor en una radio de hip hop y tallerista en la biblioteca como lo estamos haciendo ahora con todos los pibes. Estoy realmente muy agradecido por estar ahí fue algo que la vida sola me puso adelante porque nunca lo busqué.» El taller reúne a Pocho, Lucas, Luciano, Noe, Facu, Jhon y muchos otros pibes que improvisan rimas y beatbox entre las paredes tapizadas de libros de la Julio Cortázar, bastión cultural del barrio.
El taller surgió como espacio de encuentro con Agustín MLC, rapero y beatboxer de San Vicente, hoy privado de su libertad. Es difícil transmitir en palabras el momento que vivimos en el primer martes de taller cuando Agustín llamó por teléfono desde el penal y pudo, después de mucho tiempo, volver a hablar con sus amigos del barrio y sus compañeros de poesía. Con un cariño inmenso, las palabras fueron y vinieron a través del celular, pero en forma de rap: puente artístico para expresar la alegría momentánea de algo que duele todos los días. «Nos conocemos de pibitos, nos hemos criado, hemos dormido juntos en la calle. Me gustaría estar activando cosas con él cara a cara. Tiene un don zarpado, ese loco puede tirar beatbox internacionalmente», asegura Luciano. Le pregunto por él mismo, por su don, y responde: «yo quiero ser reconocido por lo que hago. Para construir una carrera artística tenés que fumarte el papel de verdad, ser profesional, y en eso estoy. Y van a venir oportunistas, gente que te tira abajo, gente que se te burla, que te critica, que te dice que lo que hacés no está bien, gente que no cumple con lo pactado… pero hay que seguir. Quiero agregar las gracias a ustedes, a Agustín, a los pibes del taller, a los productores que apuestan a pibes como yo porque no es fácil que alguien te diga ‘vení, vamos a laburar bien’. Gracias a la gente que me colabora la gorra en las calles, que va a los eventos, que me ve en las marchas… tengo el sueño de poder regalarles mis tres discos físicos. Así que bueno, voy a tratar de cumplirlo.»
-Luciano, recién dijiste algo muy lindo ¿el rap salva?
-Sí, en mi caso sí. Yo te puedo decir que he estado muerto y que el rap me trajo a la vida de nuevo. Un viaje. La gente se piensa que uno lo hace porque sí, por cancherear o por querer demostrar que es más, y nada que ver. Uno saca cosas de adentro y las saca como le sale y como fluye.
►Luc Mon Bas en la No Man junto a Dabow, Wobad, Knno y Dogpower. Sábado 17 a partir de la medianoche en Club Paraguay LADO B (ingreso por Bv. Los Andes).
►Taller de freestyle, rap, hip hop. Todos los martes de 15 a 17.30 hs en la Biblioteca Popular Julio Cortázar (Diego de Torres 1332). Barrio San Vicente.
►Che Mono. Programa radial de hip hop, todos los sábados de 18 a 19 hs. por Radio Popular La Quinta Pata.
Por Julieta Pollo para La tinta. Fotos: Lucía Calabria Aragón.