Lucas Heredia: la magia del niño que canta bajo el árbol
Lucas Heredia es uno de los cantautores cordobeses más convocantes de la escena local. Nos encontramos con él para acercarnos a su mundo artístico y conocer más sobre Sinfín, su último disco (el cuarto: un discazo de 13 canciones escritas, arregladas e interpretadas por él mismo), unos días antes de la presentación con su banda -junto a Gastón Testa, Exequiel García y Milton Arias- y de su gira por Europa.
Por Soledad Sgarella para La Tinta. Fotografía: Vicky Vargas
Cuando pienso en la magia de la voz como instrumento, pienso en él, en la ductilidad de su registro. Aparece en los escenarios generoso y lleno de emoción y, siempre, tiene la consideración de compartir con quienes lo vamos a ver pequeños relatos acerca de sus canciones, generando una atmósfera de cálida intimidad y haciéndonos parte de cada poesía y de cada melodía en sus espectáculos.
Además, en los últimos tiempos, Lucas Heredia es uno de los artistas que más claramente ha tomado postura -a través de las redes sociales y de una activa participación en los eventos a los cuales lo han invitado- acerca de las políticas públicas de recorte (sobretodo en educación y cultura) y de lo que estamos viviendo actualmente en nuestro país.
A pocas semanas de haber presentado su nuevo disco en diversas plataformas digitales y haber lanzado una campaña de financiamiento colectivo, este artista de Barrio General Bustos -que ha compartido escenario con Hugo Fatorusso, Lisandro Aristimuño, Aca Seca Trío, León Gieco, Santiago Feliú, Carlos “Negro” Aguirre, Martín Buscaglia, Juan Carlos Baglietto y La Bomba de tiempo entre otros- charló con La Tinta para convidarnos un poco de, como dice él, su alma sonora.
—¿Cómo describirías el espíritu de Sinfín?
—Este tercer disco de canciones propias, y cuarto de mi carrera solista, tiene ante todo un espíritu intimista, muy personal, por cómo fue concebido y por las canciones que fueron elegidas. Son canciones que tienen un sustento acústico en las que además grabé yo todos los instrumentos. Sinfín remite a mi infancia proyectada al futuro. Es un disco sincero, incluso despojado del peso de la mirada del otro…sincero que no busca sino expandir la versión más pura de mi identidad sonora y de mi persona, como alma sonora. Además es un disco en el que, por haberlo hecho sólo también, me permití jugar con las libertades de abarcar la sonoridad de una manera más intuitiva. Creo que el espíritu está muy asentado en la idea de que la palabra sea impulsada por la música hacia un lugar distinto, tiene otra prosa, otra manera de ser dicha y eso también fue una construcción poética de contar con simpleza la complejidad de humanidad que somos.
—¿Sentís que alguna canción es la más representativa de eso?
—Es difícil elegir una canción, porque es un disco bastante conceptual, y al decir eso, pienso que cada parte es fundamental. Creo que, quizás, es el primer disco conceptual y más concreto que edito, por eso elegir una canción es casi imposible. Pienso, sin embargo, que la canción que más muestra el anhelo de este disco, que más muestra la intención de este disco, es Raíz… me parece a mí, porque es un anhelo de una persona que dice: “vengo de aquí y voy hacia adelante con estas canciones, y estas personas, y esta historia, como banderas”. En ese aspecto creo que sintetiza las ganas de Sinfín, pero todas las canciones son partes fundamentales: Así sin más, Descalzo,. Y Estrella de fe, que es una canción central que habla sobre el lugar fundamental del lenguaje del amor en los días, para poder encontrar y encontrarse. Visto desde ahí es difícil elegir, pero haría un mojón en Raíz.
—Una de las canciones que más me gustó fue Hijos de la flor. Ahí se sumaron Jorge Fandermole, Gustavo Bustillo y Julián Venegas… ¿cómo construiste esta canción?
—Ésta es una canción compuesta para dos personas que a mí me marcaron muchísimo, que creo que son verdaderos artesanos en construir puertas que nos acerquen a una dimensión más completa de la realidad: es decir, lo que se ve (lo que percibimos con los sentidos, que tenemos racionalizados si se quiere) y todo aquello que no se ve, que no puede ser contado si no es con la poesía… Esas dos personas, Gustavo Bustillo y Jorge Fandermole, me han hecho amar la canción y la poesía como una forma fantástica y virtuosa de modificar la realidad. Gustavo es una persona que me acercó a la poesía hace muchos años, pero termine dándole un lugar a esa poesía cuando termine de encontrar también la música de Jorge Fandermole… y afortunadamente pude también participar de su disco. Estar cerca de Gustavo humanizó ese ariete fantástico que es la poesía, en su voz esa magia existía. Al acercarme a Fander también pude acercarme a la materialización de esa magia en la música, por eso me parecía fundamental que estuvieran ellos dos, que son, como dice la canción, artesanos de la libertad.
Por otro lado, esta canción viene en un momento en que yo estaba viajando mucho a Rosario y el paisaje del Paraná me quebró la cabeza. Es de esos paisajes que te acomodan en el mundo, con los que sentís realmente la dimensión de lo que uno es y no de lo que uno se imagina de uno mismo. Esa mezcla de la naturaleza, del río, del fluir, del poder mirarse desde antiguos dioses, poder mirarse desde la fe más antigua, que quizás es la posibilidad de nombrar aquello innombrable en la poesía y la canción. Además, con Julián Venegas pude tocar esa canción, porque también él es un poco el hacedor de otra magia: grabamos un disco desde una coincidencia profunda, y sin habernos conocido nos conocíamos desde siempre. Todo eso está conjugado ahí, creo que un poco todos somos hijos de la flor, y estamos sintetizados en esa cápsula mágica de tiempo que para mí es esa canción.
—Tenés un nuevo disco con una gráfica hermosa, con una tapa que es un árbol que dibujaste vos mismo… ¿cuáles son los sentidos de esa ilustración?
—La tapa habla sobre un arquetipo, que es el árbol, como un fractal que está presente en cualquier paisaje del mundo, brotando desde las baldosas. Es el arquetipo de ese ser que es la repetición de muchas ramas, y pequeñas líneas, que se duplican, como un universo expandiéndose. Ese árbol es un elemento muy importante relacionado con mi historia, es un árbol de moras que había en la casa de mi vieja y que también tiene que ver con lo que sentí en un momento: sentía que no tenía más nada que decir, y que incluso había perdido la voz por una operación. Buscando las razones de tanto extravío, una charla con mi madre me llevó a ese árbol de moras donde yo cantaba de niño… es decir, un recuerdo fiel de hacer la música por necesidad de existir y no por otra cosa que no sea esa plenitud de un momento. Yo me había olvidado que era eso, antes que cualquier cosa, antes que el ego mismo, antes que la carrera musical, yo soy esa voz. Esta tapa representa esa vuelta constante, ese infinito de vueltas que tiene uno cuando busca, cuando sale a encontrarse desde el lado más franco, más pleno. Y yo necesitaba esa claridad para cantar, por eso ese árbol está aquí, por eso este disco es tan representativo, por eso estas músicas, creo, se salvan de muchas cosas y se despojan de los elementos que no son los de esa pureza de niño cantando bajo ese árbol.
—El viernes próximo volvés a presentarte con banda…¿cómo y por qué surgió está fecha con ese formato?
—Esto nace, más que todo, por una necesidad de encontrarme con estos amigos que han sido parte también de mi carrera musical. Exequiel, compañero desde la primaria y en cierta parte responsable de que yo haga música. Siempre fue un insistidor de que me dedicara a eso y dejara ingeniería. Milton un gran músico -más de esta última época- y Gastón Testa, un hermano del alma que me ha conectado con la magia de la música, desde un lugar de la pasión, de la devoción por esas maravillas de este lenguaje. Es una persona que admiro mucho y con la que disfruto mucho hacer música. Los tres son grandes artistas, y a pesar de que a veces es difícil la logística de juntarnos, cuando lo logramos somos niños disfrutando, y por eso es siempre importante encontrarnos… Esto es una celebración también. Hay como una especie de despedida antes del viaje a Europa y es importante para mí poder compartirlo con amigos y con las personas que me permitieron estar aquí, además en un lugar que también quiero mucho y donde laburan compañeros trabajadores de la cultura. Es esto, necesidad de encontrarse, de celebrar y de sonar como niños.
—¿Cómo sentís está vinculación tuya, tan explicitada, con lo político… es decir, cómo construís tu rol de artista en conexión siempre a lo social?
—Mi vinculación con la política tiene que ver con el sentido más extenso de la política. No puedo decir que soy militante, y nunca actúe activamente en ningún partido político… Tengo mis convicciones, que van coincidiendo con momentos, con proyectos y con dirigentes que creo que encaran esa visión de la vida que uno sostiene en su cotidianeidad. En ese punto, explicitarse en esos lugares en los que creemos, es casi un ejercicio de coherencia y de naturalidad, de hacerse cargo de la manera en que uno piensa los lazos con los otros, la patria, la matria, el trabajo, el amor. Todo eso es una idea de la vida, y esa idea tiene su proyección en las circunstancias políticas y en las coyunturas históricas.
Hacer una canción es hacer política, al menos como yo lo veo… nunca pienso que una canción sea un entretenimiento, solamente. Siento que es una transformación, que está hecha para transformar, para transformarme, para transformar al otro, para conmover, y es un elemento que parte desde la definición de uno mismo…en una canción vas todo vos, van las ideas y definiciones que tenés y en eso va la política.
Entonces, ser un artista, decir sobre un escenario, y no tener compromiso político con tus ideas, es una incoherencia insalvable. Por eso defiendo mis ideas, las hago públicas… creo que es importante que los artistas nos hagamos cargo de lo que pensamos y del mundo que queremos. Es importante porque también nos hace personas que depositamos en eso que decimos una coherencia y una responsabilidad. Las responsabilidades son muchas, no sólo de urgencias, por esa razón sostengo, apoyo, y salgo a defender a las que considero mis compañeras y compañeros, y mis banderas… porque esas banderas están en las canciones y en los días, y de eso se trata mi compromiso con la palabra, ni más, ni menos.
►Lucas Heredia. Este viernes 9 a las 22 hs. estará presentándose en Cocina de Culturas (Julio A. Roca 491).
Por Soledad Sgarella para La Tinta. Fotografía: Vicky Vargas.