El teatro comunitario es un guiso ricazo
Los Orilleros de la Cañada presentaron su obra «De barrio somos» en el Club Los Vaqueros de Barrio Talleres cumpliendo una de sus premisas centrales: difundir la palabra del Teatro Comunitario por los barrios de Córdoba. ¿De qué se trata este mundo hecho por vecinos y vecinas?
Por Tomi Di Tomaso para La tinta
Es tarde de sábado en Barrio Talleres y el pulso de la siesta ya dio paso a que comiencen a activarse los parpadeos de las ventanas del barrio. Hay algo diferente en esta tarde de otoño, este barrio lindero a las vías del ferrocarril donde se respira un aire de tiempo de antes. El WalMart, FORJA y los galpones ferroviarios abandonados son monumentos gigantes que parecen vacíos de habitantes ante las grises nubes del fin de semana. Sin embargo, ven pasar día a día y noche a noche a miles de transeúntes por el interior de sus espacios. Miles de vecinos pasean y pasearon por los recovecos de estas estructuras arquitectónicas enormes. Da para preguntarse si algún gerente, algún patrón o algún prócer del baile -pseudo líderes de estos espacios- se paró en algún momento a preguntarse de corazón qué quiere y qué siente la barriada.
En el Club Los Vaqueros, entre los pinos de que asoman a la esquina de las calles Punta de Sauce y Tarija, se comienza a ensamblar una escenografía. Desde el barrio de Bella Vista, los Orilleros de la Cañada desplegaron la escenografía de un conventillo y comienza el maquillaje. Las sillas arman un anfiteatro espontáneo en la cancha de fútbol. Los libros de la Biblioteca Popular Hugo Wast, que funciona también allí, observan como los vecinos son actores, que a su vez son actores que actúan de vecinos.
De a poco llegan los vecinos de barrio Talleres para ver esta obra de Teatro Comunitario: un teatro hecho por vecinos para vecinos. ¿Qué mueve a los Orilleros? En este caso no solo su pulso grupal vital de la militancia del teatro como una herramienta que evidencie lo posible y cuente las andanzas de la barriada, sino también las ganas de compartir y que broten otros grupos de Teatro Comunitario en otros barrios.
-¿Qué piensan ustedes que hace falta para hacer un grupo de Teatro Comunitario?
-Hugo: Primero creo que hace falta conocer la lógica del Teatro Comunitario y desde mí punto de vista, una persona que sepa llevar un grupo. Somos de distintas edades, de distintos barrios, y por momentos es difícil si no hay una persona que lleve las riendas y dedique su vida al teatro.
-Paula: Nosotros en el Teatro Comunitario estamos pensando en un grupo de vecinos que está haciendo teatro para los vecinos. Expresándose, cantando, diciendo y actuando según su experiencia, según lo que ellos quieren. Es un grupo amplio. Ni de chicos, ni de chicas, ni de una edad, ni la otra. Las personas que quieren que esto continúe y construya su propio camino van a tener que darse mañana para conseguir y construir las herramientas para hacerlo.
-María José: Lo importante es el deseo: el deseo de un grupo de vecinos de una comunidad. El Teatro Comunitario plantea cómo una porción de la comunidad juntos puede generar un objetivo artístico común. Si bien no todos pertenecemos al mismo barrio hay algo de identificación con lo barrial, con los movimientos, las historias y los personajes de barrio. Allí aparece la historia: recuperar lo que el más viejo o la más vieja del barrio cuenta y estas tramas que nutren al Teatro Comunitario. Después en casi todos los grupos empiezan a salir muchas ramas porque la vecindad te lleva a un ritmo. No se descubre nada nuevo, sino que es habilitar o recuperar cosas que son humanas: lo gregario, volver a juntarse, ocupar el espacio público, las veredas, el cantar y otras cosas.
-Rebe: Ese es un poco el origen del Teatro Comunitario que surgió después de la última Dictadura como una forma de volver a juntarse en el espacio público y hacer cosas en comunidad, en este caso utilizando el Teatro como herramienta.
-Azucena: Cuando comenzamos éramos poquitos. Comenzamos visitando a los vecinos del barrio, casa por casa, conversando y así se fue escribiendo, armando una obra de a poco. Un poco con la realidad y también con algunos agregados de los compañeros que participaban. Tampoco es tan difícil porque nadie sabe cómo va a ser el camino, se hace el camino al andar como dicen. Comienza simple por ejemplo con una mateada de jubilados en una Biblioteca. Así cada uno va aportando desde la experiencia y lo que sabe, como si fuese una fiesta que uno va armando sobre la marcha.
-R: Eso sí es característico del Teatro Comunitario: la creación colectiva. No buscar un dramaturgo para escribir la obra. Hay lineamientos y una forma, pero en base a todo lo que el grupo puede aportar.
-¿Por qué piensan que es importante defender y transmitir esta identidad de barrio?
-Fernando: Cada grupo de Teatro Comunitario tiene una realidad. Nosotros vivimos esta realidad. Un barrio que está muy cerca de lo que es el progreso -entre comillas-, por Nueva Córdoba. Probablemente en algún momento crucen la Cañada. Es una realidad y una visión del grupo de darse cuenta de eso. Por otro lado es revolucionaria la idea del Teatro Comunitario. Es ir a contrarreloj de los mandatos o de los monopolios, esto de cómo se le da importancia al individualismo o al progreso que parece solo significa tener cosas materiales.
El grupo está mostrando otra cara: una idea del progreso que es compartir o una iluminación que tiene cada uno de los que aporta en el grupo. Creo que en algún momento el grupo te permite sacar a luz eso. Cada uno tiene un proceso. Cuando yo vine acá no me animaba a mirar a los ojos a nadie y siento que de a poco me fui animando. Al venir compañeros nuevos, también ayudarlos en ese proceso de mostrar su luz.
-H: En lo personal observo una gran necesidad de expresarse de parte de la gente, de buscar canales que lamentablemente la sociedad va cercando. Nosotros estamos bastante entusiasmados con la Cultura Viva Comunitaria. Los pueblos hacen cultura haya el gobierno que haya, hay dictadura, persecución o no haya medios económicos. Hay una enorme necesidad de la gente. A mí me sorprende chicos jóvenes y no tan jóvenes que quieren hacer teatro. El público de barrio no se siente reflejado muchas veces con el teatro de Sala o las salas más oficiales. De repente al tener la posibilidad de ver un grupo como éste se comparte. Es muy importante lo que está pasando a nivel cultural. Así también resurgen las murgas, los carnavales y el baile. Entonces los gobiernos se emputecen -con el perdón de la palabra- porque los pueblos se empoderan con esto, se manifiestan, se expresan. Es importante saber que esto es autogestivo, nadie nos pasa plata. El dinero que ingresa viene de las actuaciones cuando entra y otra vez son absolutamente gratis. Todo es movimiento cultural, popular, latinoamericano que es muy interesante y muy estimulante.
-P: El mensaje siempre está en construcción. Hasta en nosotros mismos tenemos la disputa permanente de qué es el desarrollo, qué es lo mejor para los barrios, qué es la vecindad, la comunidad, cómo prevalece lo humano y en qué nos beneficia y no. La obra no tiene un final. No es una película de Walt Disney y esa es la intención. Eso nos pasó en la construcción de la obra. Es una situación que se repite y se vive en un montón de otros territorios entonces lo importante también es encontrarse con vecinos de otros barrios. Un espejo que abre la posibilidad de decir lo que pasa y encontrar la reflexión. La idea no es una idea acabada.
De barrio somos es una obra que comenzó hace mucho tiempo con juegos y escenas improvisadas por el grupo los Orilleros de la Cañada. El Teatro Comunitario es una olla grande, una excusa para habilitar la creatividad y la expresión, es decir un utensilio para cocinar lo que cada uno puede condimentar con lo que tiene. Los ingredientes varían de acuerdo a cada barrio y cada espacio donde se realiza. Los cocineros de esta receta tienen entre 5 y 70 años de edad, por lo que la diversidad es una clave evidente. Así se cocina este guiso ricazo en el barrio Bella Vista, con la horizontalidad y los aportes bienvenidos de todos. Quizás podemos imaginar que en la vereda opuesta, el cocinero verticalista macho argentino prepara el fuego (¡el humo!) para que los comensales solo lo aplaudan a él. En el Teatro Comunitario todos participan. No es en vano repetir su definición: un teatro de vecinos para vecinos.
El prefacio a este grupo de Teatro Comunitario, uno de los únicos que existen en este rubro teatral en la provincia de Córdoba junto a Los Descoordinados de Paravachasca, sucede en la Biblioteca Popular de Bella Vista donde algunos de los integrantes actuales del elenco se conocieron y comenzaron a crear. Tras la participación de este grupo en el 9° Encuentro de Teatro Comunitario en Rivadavia, Buenos Aires, los Orilleros de la Cañada nacieron en 2011 cuando decidieron dejar aquel espacio para hacer su propio camino, tomando de prestado el espacio de Cocina de Culturas para ensayar los días miércoles.
Los Orilleros de la Cañada no son un hecho aislado. Son parte de la Red Nacional de Teatro Comunitario que agrupa a elencos de todo el país en este fenómeno que se inició en Argentina celebrando el regreso de la Democracia en aquellos años ‘80.
Los elencos de Teatro Comunitario son bulliciosos, arengadores, divertidos y por suerte no están integrados por pocas personas. La tinta pudo asistir a un ensayo luego de ver la obra en el Club Los Vaqueros y esta entrevista fue realizada a más de veinte integrantes en simultáneo. Una ronda de distintas personas que participan del grupo contestaba por doquier. Cuando se abrió la posibilidad de preguntarse ellos mismos lo que quisieran, Santiago fue el que disparó:
-¿Alguien puede decir qué le aportó el Teatro Comunitario en su vida?
-Ceci: A mí personalmente el grupo. Me enriqueció de la experiencia el compartir con el grupo. Para mí es lo más lindo, lo que me trae acá todos los miércoles a participar. Sentirse parte del grupo, cómo nos movemos, aquí hay unas relaciones afectivas que te invitan a ser parte.
-H: A mí lo que me gratifica mucho es que este tipo de actividades está totalmente de acuerdo con la forma de ver la sociedad, los cambios y aportar a la sociedad con lo que uno hace. Es muy agradable y va a la gente donde yo quiero ir, donde nosotros queremos ir.
-F: A mí me aportó una satisfacción muy linda que siento cada vez que actuamos y compartimos. Me emociono cuando canto. Son cosas tan lindas que te mueven a seguir participando, tratando de aportar algo.
-A: Yo toda mi vida amé el teatro y no pude hacer porque soy de la época que no podés decirle a tus padres que querés estudiar teatro. No había escuela para el teatro, teniendo en cuenta que cuando vino Colón yo ya estaba barriendo el patio (Risas) Para mí fue muy fuerte y muy lindo porque me dio la oportunidad de insertarme y poder hacer teatro en mi barrio, que lo amo. Amo el teatro, amo mi barrio y eso fue fantástico. Vencer el miedo, poner el cuerpo, siendo una persona grande. Es un desafío muy grande… Hay un prejuicio y me pasó una cosa muy fuerte.
-R: A mí me dio otro foco en la vida en general. Algunos de nosotros venimos de las murgas que también tienen este espíritu de salir a escena y de la construcción comunitaria y popular. Pero aparte de eso me dio otro foco en hacer teatro donde se puede meter la murga, la música. Me encanta el teatro y todo lo que hay para aprender.
-P: A mí estos de ponernos a compartir el conocimiento, los vínculos y las emociones todos los días. Soy una de las más viejas en el grupo y muchas veces me pregunto por qué estoy acá y qué es lo que me brinda. Y es amor, principalmente lo que encuentro. Leernos, conocernos, desde los afectos, los vínculos y a partir de eso construir. No solamente somos los que salimos a escena sino todos los que somos parte realmente.
-Osvaldo: Lo que a mí me sirvió fueron los talleres de aprendizaje y poder mirar de frente al otro. Desinhibirme. Cuando yo ingresé era demasiado tímido y rescato el compañerismo y la amistad de todos.
-Santi: Creo que es un hecho artístico que es contenedor. Tanto en mí como en todos. Estar compartiendo esto hace muy bien. A mí me gusta mucho esto de ver los procesos y disfruto de ver cómo cada uno va encontrando su forma de expresarse, cómo va creciendo el personaje y es algo enriquecedor.
-Mahi: Es un grupo amigo, un grupo compañero, un hermoso grupo. No solamente un grupo sino es como una familia. Yo soy de Perú, como ves hablo muy lindo (Risas). Entré al grupo porque venía mi hija y yo terminé siendo parte…
-Sara: El grupo me aportó muchísimo. Encontré el grupo en el peor momento de mi vida y me ayudó mucho a salir adelante. Estaba pasando por una crisis. Vine a la Iglesia y crucé la calle aún sin saber que había un Teatro Comunitario… pregunté y me invitaron a venir el miércoles. Antes de entrar a la Iglesia, me crucé acá, estaban en clase, pasé, me recibieron muy bien y salí adelante mucho, sin dudas y acá estoy, segura de mí misma. Yo no era así porque tenía mucho miedo, pero me emociona mucho esto y todos me apoyaron mucho. Hay que estar en un grupo también y bancarse cómo somos. Somos una familia. Me siento bien y los quiero mucho. Sino estaría en el psicólogo!
-Ernesto: Me parece que tiene un funcionamiento bien democrático. Hay como permanentes mecanismos de autoconstrucción, de ayudarnos. No hay egoísmos, hay una gran contención y el rol de la directora que es aglutinador que nos hace capaz de hacer cosas que no pensábamos que éramos capaces de hacer.
Vecinos y vecinas forman el grupo Orilleros de la Cañada. Este ensamble de personajes barriales está constantemente abierto a recibir nuevos integrantes durante todo el año. Se encuentran los días miércoles de 17 a 20hs en Cocina de Culturas y quizás te cruces con las melodías de sus voces en alguna casita comunitaria de Barrio SEP, un galpón, un teatro, una calle. Salud a este guiso teatral, esta utopía práctica, este grupo de Teatro Comunitario que es cocinado permanentemente con felicidad y carcajadas.
Por Tomás Di Tomaso para La tinta
Fotografía: Nicolás Maurutto