La Directa hará su debut en la Universidad de Córdoba
Hace algunos años las democracias europeas ponían de moda un concepto, “open is beautiful”, para referirse al ideal de gobernabilidad política: un Gobierno Abierto, capaz de abrir definitivamente la “caja negra” de sus aparatos burocráticos.
Por Gonzalo Fuzs para La Tinta
Términos tales como “transparencia, participación y apertura” se encontrarán en la base de la construcción de un tipo de democracia que pone en el centro al ciudadano como protagonista activo. Aunque originalmente asociados con el open data (datos abiertos), principio de libre acceso a la información, esta concepción sobre la gobernabilidad tiene en su implementación efectiva muchos matices, incorpora otras acepciones y aumenta su enfoque. Así se busca arrojar luz a las “zonas opacas” de la corrupción, para abrir a la ciudadanía los mecanismos del poder e involucrarla activamente en la toma de decisiones sobre los asuntos públicos.
Esta forma de entender la gobernanza no refiere a ninguna escala de gobierno en particular o a una forma específica de gobernabilidad, sino a una concepción de democracia avanzada. En este sentido, cuando estos conceptos atraviesan las instituciones –aún más las educativas–encuentran un eco en la idea misma de comunidad. En otras palabras, hablar de democracia participativa, transparencia y mecanismos de control en comunidades educativas con una meta común parecería más sencillo por la fuerte identificación y correspondencia entre la política institucional, académica y su ámbito de desarrollo.
Sin embargo, la experiencia de la Facultad de Arquitectura Urbanismo y Diseño (FAUD) hacia la Elección Directa puede ser el botón de muestra de que estas relaciones no son lineales y que estas construcciones dependen de volver a vincular la política con el quehacer diario. La trampa reside en que la buena voluntad del enunciado es sin embargo ajena al mecanismo que lo efectiviza. En síntesis, no hay buen gobierno si la forma de ejercerlo desconoce los propios principios que le dan origen.
La Directa en la FAUD
Hagamos entonces la crónica en la FAUD y comencemos entonces por el principio. La Directa tendrá su debut en la UNC el próximo 6 de junio en siete facultades. Todas ellas deben renovar Decano y Vicedecano, que se eligen cada tres años. Esta forma de gobierno, donde todos votan, ha sido un reclamo histórico de muchos sectores políticos de la UNC y pudo definitivamente implementarse a fin del año pasado a partir de su aprobación en una Asamblea que será recordada por sus irregularidades y que, más allá de los vericuetos legales que pueden sostenerla, lejos pareció cumplir con los requisitos de “buen gobierno” por su apresuramiento, imposición y falta de debate en las unidades académicas.
A diferencia de la elección de Rector, la Directa para elegir Decano y Vice parece presentar menos conflicto y, aun manteniendo la ponderación actual por claustro, presupone un cambio cualitativo en la manera de elegir la dirección política de cada unidad académica. Por primera vez, se podrá elegir una fórmula y a través de ella una plataforma de gobierno y una serie de mecanismos hacia la transparencia: control de la financiación y debate público y abierto. Así, cada participante de la comunidad educativa puede entonces elegir directamente, sin intermediarios, a quienes dirigirán por tres años cada institución.
Sin embargo todo parece indicar que el sistema es perfecto siempre y cuando no se altere un “principio esencial”: que nada modifique sustancialmente los planes de los que ostentan el poder. Al igual que en Truman Show, lo importante es más lo que se muestra que la realidad efectiva. No se trata entonces del sistema sino de quienes y con qué objetivos lo implementan, si se observa el carácter meramente enunciativo y propagandístico que viene adoptando la Directa en la FAUD.
El oficialismo –quienes han gobernado hace ya 28 años los destinos de la FAUD– ve con creciente preocupación el avance de una oposición sólida, que cada vez con más fuerza y determinación ofrece otra alternativa. Muestra de ello fueron las elecciones de Consejeros del año pasado, que dejaron en el HCD un escenario de paridad entre fuerzas. Como si fuera poco, Franja Morada tuvo que resignar la conducción del Centro de Estudiantes a manos de la agrupación independiente El Módulo, que terminó con una hegemonía en la conducción de ese organismo que se remontaba al año 2012.
Puesta en marcha la reforma del estatuto de la UNC por la «apurada» Asamblea de fines del año pasado, hoy todos los esfuerzos están puestos en no perder la conducción de una de las facultades más importantes de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Y es en este escenario donde se empiezan a forzar los mecanismos democráticos en pos de asegurar una hegemonía, cueste lo que cueste y amparados por reglamentaciones aprobadas «entre gallos y medianoche».
Hablemos de la Junta Electoral
En la Directa, como en toda elección democrática, el órgano encargado de velar por la transparencia de las elecciones de Decano y Vice es la Junta Electoral. Su poder es enorme, tiene a su cargo por ejemplo la designación de los presidentes de mesa o la impugnación de padrones. Entre sus varias atribuciones es la encargada de:
«a) Decidir toda cuestión relativa a la conformación de los padrones y la oficializaciónde fórmulas, pudiendo actuar de oficio.
b) Entender sobre todo lo relativo al acto electoral y aspectos directamente ligados a él y decidir cualquier cuestión que se planteare durante y con motivo de su desarrollo.
c) Practicar el escrutinio definitivo de las elecciones de Decano y Vicedecano y decidir sobre la validez de los votos observados.
d) Proclamar a los candidatos que hayan resultado electos, una vez cumplidoslos plazos previstos en la presente reglamentación».
Ahora bien, ¿cómo se elige la Junta Electoral? De acuerdo al nuevo Reglamento Electoral, en la conformación de la Junta se le da un poder inusitado al Decano, que es el encargado de proponer los 2 restantes miembros de una Junta que él mismo va a presidir durante el periodo eleccionario. Veamos cómo se elije este órgano de vital importancia para las elecciones:
«Las Juntas Electorales de las Facultades serán presididas por el Decano e integradas por dos (2) miembros del personal docente o no docente de la Facultad, y sus respectivos suplentes, designados por el Consejo Directivo, a propuesta del Decano, antes de cada proceso electoral».
Es decir, tres miembros de la comunidad educativa, uno de los cuales es el propio Decano, tienen facultades extraordinarias de decisión en cuestiones sumamente delicadas como las enumeradas más arriba. Ahora bien, ante tal circunstancia cabría esperar que por lo menos los dos sectores mayoritarios estén igualmente representados para asegurar objetivamente un equilibrio deseable y una ejemplaridad a todas luces indiscutible. Sin embargo, nada de eso sucede en la FAUD.
Hecha la ley hecha la trampa
En la sesión del Honorable Consejo Directivo (HCD) del día 28 de marzo de 2017, y luego de desestimar el pedido de la mitad del HCD de conformar una Junta plural y heterogénea, el Decano ejerció su voto de desempate (luego de haber votado nueve Consejeros a favor y nueve en contra) para cristalizar una Junta a todas luces parcial y representativa de un solo arco político: el oficialista.
El pedido de los Consejeros de la oposición fue claro: consideraban pertinente que si hay dos espacios políticos en el Consejo, ambos estén representados y que el representante No Docente sea neutral. El Decano pidió que le refutaran su propuesta con argumentos reglamentarios, transformando la búsqueda de consenso en un trámite burocrático. Así, la Junta quedó conformada por tres titulares, dos de los cuales pertenecen al mismo arco político (de hecho la miembro propuesta por el Decano fue Consejera oficialista), y el tercero es un representante No Docente. El espacio político opositor debió «conformarse» con un suplente, cargo que es más bien de carácter testimonial ya que asumiría el rol de titular sólo si «uno de sus miembros resultara candidato a alguno de los cargos electivos o resultase apoderado de alguna agrupación o fórmula».
Esta Junta es la que deberá decidir en aspectos claves del desarrollo de la primera elección directa de Decano y Vicedecano en la FAUD. Lo que debiera ser un órgano de control plural, heterogéneo y objetivo, se transforma en un espacio opaco cuya objetividad dependerá de la buena voluntad que ejerzan las personas que lo componen y no de una composición plural que la asegure.
La FAUD tiene hoy la oportunidad de dar cátedra: cátedra de convivencia democrática y civismo; mostrar que es posible abrir la “caja ciega” del poder demostrando que los mecanismos de participación y transparencias no deben ser meramente enunciativos y acomodados al oportunismo electoral sino trabajar para que se consoliden en la base de las decisiones políticas.
*Por Gonzalo Fuzs para La Tinta / Fotos: Colectivo Manifiesto
*Arquitecto por la Universidad Nacional de Córdoba. Doctor en Proyectos Arquitectónicos por la Universidad Politécnica de Cataluña. Profesor Asistente de la FAUD-UNC. Miembro de Más Gestión