Dar en la tecla
Mati Mormandi, escultor del sonido y la palabra, llegó desde Buenos Aires y se presenta con sus teclados este viernes 7 de abril en la Cantina de La Luna como parte de su primer gira en Córdoba dando a conocer sus canciones de múltiples influencias. En conversación con La Tinta contestó algunas preguntas en la previa a su recital en Córdoba Capital.
Por Tomi di Tomás para La Tinta
Nacido en Buenos Aires, acusado de uruguayo, Mati Mormandi es una expresión cultural viva y nómade que supo patear la periferia porteña del misterioso barrio de Villa Pueyrredón, andar las calles de Bilbao, sonar algún piano en Paraná y pasear por la infinita red de casas que hoy día sostienen la cultura porteña desde la batalla del cotidiano.
Sus composiciones mezclan de forma inesperada y creativa aquella base negra de un Río de la Plata de tango y candombe con la sonoridad de los teclados y sus efectos, con una exquisita propuesta de jugar con las palabras, las sílabas y ese otro lado de la poética en la canción. Como las vivencias únicas de la vida, aquellas que existen lejos de ser propuestas encasillables o definibles en un género, Mati Mormandi es un músico que vale la pena ser visto en vivo para entender de qué se trata.
-La música que hacés, desde lo sonoro y lo lírico, tiene raíces en la identidad de la música del Cono Sur. Si tuvieras que armar un árbol genealógico de influencias, ¿quiénes consideras que podrían ser tus parientes?
-Las raíces están en Italia, en algún lugar de África, y en España, y el tronco en El Conventillo. Después de mucha enramada, de Beatles, de Tropicalia, mi Cosmos de Fonogramas, y de literaturas, Tao, Tolkien y La Santa Charla, y la mezcla esa de música y verbo que suena en el Hábitat. Todo canta y todo toca y yo soy un tallerista de ese material.
-¿Cuál es tu primer recuerdo relacionado a la música en tu vida?
-El tocadisco, la tele, los tangos en todas las radios (colectivos, verdulerías, florerías), el piano de la escuela.
-¿Cómo comenzaste a tocar el piano?
-En la casa de mi tía abuela, jugando, poco después jugando-estudiando con la Profesora Lolita Lechner, año 81.
-Has vivido un tiempo en el País Vasco y es mencionado en varias de tus canciones, ¿cuál es tu relación con esa tierra?
El País Vasco es mi segundo hogar. Bilbao fue mi casa durante 7 años y hoy lo extraño, me inspira, y en unos meses quiero volver. Lo más hermoso de irse es volver, y ver, con incurables ojos de viajero, la tierra propia, y olerla, y al fin descubro dos cosas: que no hay fin, y que detrás de la nostalgia de estar lejos del barrio está la nostalgia de volver al barrio y sentirse, en el triunfo del amor, condenado a extrañar al otro barrio siempre.
Para conocer más, aparte de encargar la discografía completa de Mati Mormandi a su correo electrónico, se puede acceder a dos listas de reproducciones en Youtube, una de sesiones en vivo y otra de discos completos, también disponibles en Spotify. Y más allá de lo musical puede encontrarse (en algún lugar donde el camino del lector de La Tinta cruce con este artista y otros lugares inesperados) una compilación de poesías y prosas de su autoría llamada Autología (Áthius, 2016). A estos trabajos se suma también Quaderno Vivo, un disco grabado junto a otros músicos que participan del proyecto. Sobre éste Mati comenta que es un quinteto de teclados y voces que reproducen e interpretan la música de Cuaderno Abrido, grabado en 2003 de forma casera superponiendo sonidos de teclados y micrófonos.
-¿En qué consiste el proyecto Quaderno Vivo?
-El grupo funciona como una banda, un tecladista hace la batería y otros sonidos (Andrés Villaveirán), el otro reproduce las pianicas con acordeón y toca otros teclados (Mauri Ermann), Natasha Sterman y Melina Moguilevsky cantan y yo toco los bajos y pianos y canto y dirijo el grupo. Ahora que grabamos inauguramos el capítulo dos de este grupo que se va inclinando hacia el Groove y la danza además de las letras y los colores.
-Para esta gira en Córdoba te estás presentando en un formato solista con dos teclados, voz y percusión vocal, ¿desde cuándo te presentás de esta manera?
-Desde 1999. La percusión vocal no creo que sea tal, es simplemente unos inevitables ruidos emocionados que como todo ruido organizado se transforma en sonido o música.
-¿De qué se trata tu producción literaria?
-Escribo sin parar, desde hace 20 años. Mucho en verso y en verso musical, o musicable. Pero hay parte que es inmusical o meramente poético (prefiere un silencio de fondo que un fondo musical) y prosaico, y es tanto, que empecé a organizarlo y editarlo.
La hermana de la música (la palabra) tiene miles de años, y si bien son muy distintas, nunca se separaron, para mí es una fuente de placer y una herramienta tan noble e imprescindible como la música.-¿Cuál es la manera de producir tus materiales, tanto musicales como literarios, y tus recitales?
-Trabajo con ganas, con necesidad y disfruto mucho, y compartimos ese disfrute los presentes en la música en vivo, los lectores y los fono-escuchas. La manera de producir cambia, se refina, se deforma, se destruye, pero no le importa eso a la producción, que es creación manifiesta y es Creador.
-Has estado tocando en Río Tercero, Agua de Oro y en Córdoba Capital, ¿qué reacción vas encontrando a tu música por estas geografías?
-Me sentí muy cómodo, mucha alma cómplice y colaboradora, estas tres fechas fueron una fiesta para mí, escuché mucha oreja y latimos, estoy contento y agradecido con Córdoba y quiero volver.
-¿Qué es lo que más disfrutás del milagro de la música y ser ejecutante del mismo?
-Disfruto de la amistad con el tiempo, de la libertad, de cómo embellece y sincroniza las personas y las tareas, de la falta de reglas, y del chupi, el morfi y las letras, que siempre le andan cerca.
► Mati Mormandi. Viernes 7 de abril a las 23.30 en la Cantina de La Luna (Pasaje Escuti 915, barrio Güemes). Sábado 8 de abril en Hora Libre (Alta Gracia).
*Por Tomi di Tomás para La Tinta / Fotos: Fernando Bordón
