Vamos a liberarnos
Un regalo de esos que se piden sin saber por qué y llegan en la niñez. Una guitarra de plástico, con tres cuerdas de tanza para tocarla y cantarle a la vida, a la naturaleza. “Y desde que tengo memoria, seguí cantando, inventando letras”, nos dice Luana Mendez, uruguaya cantautora que está próxima a grabar su primer disco.
Así empezaba su viaje en la música.
“Las canciones salen de la inspiración, de los sentimientos, de lo que veo y me enoja, de lo que veo que podemos cambiar. También contradicciones mías, de cómo siento el mundo”. Nos dice Luana Mendez. La voz sale tímida, como buscando, y queda ahí sobre la mesa del bar. Y es acá en Casa Dórica, en Nueva Córdoba, donde ella, con su guitarra, su voz y nada más, deslumbró y resonó en cada rincón, con su sueño latente de llegar a las personas que tenga que llegar, de «ser un canal donde la vida pase para poder ayudar a sanar, y al mismo tiempo, sanarse a sí misma».
Lo que canta, se lo canta a los demás, y también a sí misma.
Esa es la frescura, la sencillez, y la profundidad del canto de Luana. Poder habitar las contradicciones sin tener que ocultarlas, sabiendo que son las que nos hacen humanas. Reflejarlas, compartiéndolas, dando cuenta de aquellas cosas que nos imponen y que seguimos reproduciendo, pero también de aquello que nos hace más libres.
«Todas juntas sintiendo las mismas cosas»
Y te quedan deambulando por el cuerpo, las canciones. Haciéndose carne, interpelando nuestra esencia. Ninguna permite neutralidad. Tienen ese no-se-qué melancólico de Uruguay, de media sonrisa y silencio. Alegran, entristecen, te dejan quieto, se sienten en la piel. Y Luana agradece eso. Afirmando que «en algún lugar, andamos todas juntas sintiendo las mismas cosas».
Sus canciones son una pausa: te invitan a bajar el volumen, a mirarte hacia adentro. Parten de una necesidad urgente: expresar lo que siente para poder transformarlo. Si eso llega a donde tiene que llegar, se convierte en algo mágico. Sus canciones abrazan una niña que Luana quiere llevar consigo siempre. Una niña que juega, que experimenta la vida, que es muy fuerte y muy sensible a la vez. Que va eligiendo ser. Que se levanta y camina, buscando y encontrando esas cosas que considera esenciales, intentando no reprimirse: “Si hay que gritar, hay que gritar. Si hay que llorar hay que llorar. Si hay que romper todo, hay que romper todo”.
Todo por recorrer
Su primer disco promete nuevos viajes, con instrumentos y artistas varios que acompañen. Este mes de febrero comienza a grabarlo y asegura que después de este proceso, no va a volver a ser lo mismo: “Cada canción pide instrumentos. No me voy a imaginar sola. Presiento e intuyo que después de este disco, que voy a citar a amigos, músicos, algo va a salir en conjunto por más que luego cante como solista. Me gustaría estar acompañada y ser acompañada”.