Rogue One: el capitalismo multicultural contra Donald Trump

Rogue One: el capitalismo multicultural contra Donald Trump
9 febrero, 2017 por Gilda

Por Pablo Weber para La Tinta

El año pasado, cuando todavía se estaban compitiendo las primarias de la campaña electoral estadounidense, los conglomerados mediáticos norteamericanos, junto con una gran parte de los empresarios del Silicon Valley, entre los que se encontraba el CEO de Facebook Mark Zuckerberg, actores del star-system californiano e incluso grandes figuras de la academia progresista como Noam Chomsky y Judith Butler lanzaron una virulenta campaña en contra del gobernador del estado Carolina del Norte por la instauración de una ley homofóbica que obligaba a las personas transgénero a utilizar los baños públicos que se correspondiesen al sexo con el cual cada persona había nacido: una mujer transexual estaba obligada por ley a ingresar al baño de hombres y viceversa.

Esta intensa campaña en redes sociales llevó al filósofo Slavoj Zizek, conocido comunista que apoyó al candidato Bernie Sanders en las primarias del Partido Demócrata a preguntarse “¿No deberíamos los izquierdistas revisar nuestra estrategia política cuando de pronto nos encontramos palmo a palmo luchando junto con los grandes empresarios del capital posindustrial y la CNN por una causa común?” Por supuesto que la pregunta del pensador esloveno no estaba dirigida con respecto a si era justa o no la ley homofóbica impulsada por el Partido Republicano, sino a otro aspecto más amplio que, a mi entender, fue vital a la hora de comprender la debacle electoral del progresismo estadounidense en noviembre frente a las fuerzas oscuras del Tea Party, los sectores ultraconservadores del evangelismo cristiano y los grupos de extrema derecha, racistas, conocidos como la Alt-right, un curioso neologismo en el cual se incluyen a figuras como David Duke, el lider del Ku Klux Clan y militantes neonazis que apoyaron la candidatura de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.

El desprestigio de la candidata demócrata, la apatía generalizada con respecto al proceso democrático y la rabia de las clases populares llevaron a la Casa Blanca a una estrella de un reality show que supo dirigir dicha rabia contra los inmigrantes y los musulmanes y, con ello, al fracaso de la compleja coalición liderada por Hillary Clinton en la cual se integraban tanto los intereses de la comunidad LGTB, el movimiento anticapitalista Occupy Wall Street, Arabia Saudí (país en el cual la homosexualidad está condenada con la pena de muerte) y financiada con dinero de bancos como Goldman Sachs y Wells Fargo.

En la última película de la saga Star Wars llamada Rogue One podemos ver una representación casi perfecta de esta disputa cultural. Un pequeño grupo liderado por una mujer y compuesto por puertorriqueños, mexicanos, asiáticos, afroamericanos y árabes lucha para liberarse de la tiranía de un imperio galáctico, compuesto casi en su totalidad por hombres de edad avanzada, todos blancos. La referencia es tan evidente que algunos grupos ligados a Trump llamaron a sus militantes a boicotear el film en las salas en las que este se proyecte. Lo curioso es que esta película fue estrenada un mes después de la elección, por lo cual el guión y el casting debería haberse hecho con bastante anticipación al proceso de primarias y a la elección.  Este dato casi de color, a mi entender, nos revela la importancia y la actualidad de los estudios culturales zizekianos, es decir, aquella perspectiva que valora al cine como dramatización directa de las fantasías sociales, en tanto síntoma y testimonio de un “todo social” que lo desborda y atraviesa transversalmente: la fantasía política perfecta. El fascismo americano ha tomado el poder. 

Las premiaciones de los Oscars se avecinan el próximo 26 de febrero. El director iraní Asghar Farhadi, nominado en la categoría Mejor Película Extranjera por su película El Vendedor no podrá asistir debido a la medida del gobierno de Trump que impide temporalmente la entrada de iraníes, sudaneses, somalíes, libios, iraquíes, sirios y yemeníes. El guión se podría escribir hoy mismo: actores millonarios despotricando entre lágrimas en contra de la intolerancia y proponiendo diálogo y concordia en un sistema económico intrínsecamente antagónico. La izquierda norteamericana se encuentra frente a una disyuntiva: continuar con su política de alianzas, sus estériles campañas en redes sociales y su indignación elitista contra los trabajadores votantes republicanos o construir una alternativa popular que articule las demandas de los sectores olvidados por las políticas neoliberales de exclusión social acarreadas desde la época de Ronald Reagan y continuadas por políticos de todo el espectro bipartidista incluído el hoy venerado paladín de la democracia y los derechos humanos Barack Obama.

Por Pablo Weber para La Tinta

Palabras claves: Cine, Donald Trump, Oscar, Star Wars

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