El adiós a Mariel Bof
La partida de Mariel Bof conmovió a Córdoba. La comunidad del teatro la recuerda como referente artística y como un ser fulgurante que supo contagiar su sonrisa a quienes la rodeaban.
A los 43 años de edad murió la actriz, directora y docente teatral Mariel Bof. También fue una de las fundadoras del espacio y grupo escénico El Cuenco Teatro, semillero y centro de ebullición artística.
Desde que la noticia tuvo conocimiento público, muchos colegas, amigos, familiares y espectadores han recordado a la actriz y expresado su pésame a través de las redes sociales. Desde La Tinta, elegimos recordarla y homenajearla a través de las palabras de sus alumnos: “Mariel fue mi profe de actuación en Ciudad de las Artes y cada vez que miro atrás para recordarla, sonrío. Era bastante graciosa y corajuda. Tenía eso que sólo tienen los más grandes: humildad. ”, cuenta Oscar Valdez Ruiz.
Mariel hizo de todo: trabajó en cine, miniseries y hasta doblando personajes animados. Sin embargo, su lugar de preferencia siempre fue el teatro: las tablas, de instantes perecederos y experiencias irrepetibles. Protagonizó obras como Con la sangre de todos nosotros, la fabulosa Por capricho y Hoy no voy a nombrarte –que le valió el premio a mejor actriz en el festival Featec 2013-.
“Tenía un carisma increíble, era muy culta y estaba llena de frases para cada situación. Siempre nos contaba sus hazañas de gira y de lo disciplinado que es el arte como profesión: tiempo, repetición, disposición, fallar, intentar, adolecer y crecer”, cuenta el joven de 23 años. “Como actriz se comía el escenario. Manejar el ego, manipularlo, ser consciente de lo que proyectamos. No del cómo me veo, sino de qué mensajes estoy enviando a través de ello, con el lenguaje verbal y no verbal. Era brillante, es brillante…”
Por su parte, Sofía Panzitta, quien también supo ser su alumna, recordó: «Hoy cuando me enteré, temprano a la mañana, primero no lo podía creer, me corrió una sensación en todo el cuerpo y la tristeza fuerte de que alguien a quien admirás y de quién no dejarías de aprender nunca, ya no está. Pensé, los buenos mueren. Ella no sólo era buena actriz, era tremenda docente, sensible, dedicada, con la escucha aguda y la palabra precisa. Mostrarle un trabajo en proceso a ella era dar una piedra y que te devuelva un diamante. .»
«Siempre con una mirada acertada y en pos del crecimiento de la escena, para hacerla viva, para hacerla orgánica, para darle el corazón que ella nos daba en cada devolución. Un ser admirable, de humilde sencillez y enorme corazón», concluye Sofía.
Mariel Bof vibra en los colores y formas que dibujó en las macetas de barro que componen El Cuenco, en la enseñanza viva que atesoran sus alumnos, en los que nos estremecimos al verla actuar.
(Se cierra el telón)