Vicente Zito Lema: «Cada palabra debe tener un hueso»
Con una mesa compuesta por el poeta y dramaturgo Vicente Zito Lema, el abogado Sergio Fernando Job y el ex dirigente sindical Luis Bazán, se presentaron el pasado viernes las Cátedras Bolivarianas de Resumen Latinoamericano. Y se llevó adelante la jornada de debate: “Política y Movimientos Sociales. La actualidad de los procesos de Nuestra América”.
Bazán comenzó la charla haciendo una especie de “mapeo” del proceso político en el continente. Diferenció por un lado el par de países abiertamente neoliberales (Chile y Perú, y de un modo más intenso Colombia y México), así como las experiencias de gobiernos populares en Bolivia, Venezuela y Ecuador del resto de “países capitalistas de la región”.
Reclamó audacia para gestar “nuevas teorías para los nuevos procesos”, a los que instó a repasar e un balance crítico, capaz de permitir el avance en la construcción de “procesos de resistencia”, que requerirán un “gran esfuerzo de clarificación política e ideológica”.
Sergio Job, por su parte, realizó un extenso análisis sobre el denominado “cambio de época”, sobre el cual -dijo- muchas veces no se tuvo en cuenta que fue también un “reacomodamiento del sistema”, al que graficó en cuatro puntos.
En primer lugar, con las consecuencias hoy vivenciadas de asistir a una suerte de “capitalismo concentrado y tranasnacionalizado”, mucho más que en otros momentos de su historia, con escasas empresas multinacionales, compuestas por un diminuto número de personas, gobernando el mundo. En segundo lugar, reflexionó, asistimos a un momento de “neofeudalización” de la dominación, con mafias que expresan de manera localizada el poder mundial, más allá de los Estados nacionales. En tercer lugar, carecterizó un “desajuste de la gobernabilidad”, con niveles de violencia, indignidad y muerte pocos vistos en la historia. Y en cuarto lugar, recordó que no puede pasarse por alto el despliegue de las sociedades de control, en donde parece verse alterada la misma histórica relación entre explotación y control (“el segundo parece estar primando sobre el primero”, aseguró).
Ante este “capitalismo militarizado”, el abogado cordobés llamó la atención sobre “los movimientos sociales que en los últimos años se dedicaron más a gestionar que a luchar”, y recordó que a luchar “no se aprende de un día para el otro”. Por último, retomando la conceptualización zapatista de “Cuarta Guerra Mundial”, el militante social llamó a los presentes a asumir la guerra entre el arriba y el abajo (no necesariamente con los gobiernos, aclaró) y a prepararse en ese sentido: “fortalecer organizaciones autónomas para la lucha”, pero también –y en esto somos profundamente marxistas, aclaró– “a recuperar tierras para garantizar soberanía alimentaria, porque no hay proceso político que avance sin su base material de existencia, así como no hay proceso popular que avance sin su propia educación y sus propios medios de comunicación”.
Hacia el final de la actividad (en la que se presentó también el último ejemplar de Resumen Latinoamericano, y el número especial dedicado a los 90 años de Fidel Castro) y luego de las emotivas y combativas palabras de Vicente Zito Lema, los organizadores de la jornada le realizaron un homenaje a su trayectoria multifacética: abogado de presos políticos en los 70, poeta, dramaturgo, periodista, docente, pensador irreverente.
Poner el cuerpo
Zito Lema centró su alocusión en interpelar a la gran cantidad de jóvenes presentes en el lugar. Recordó que estábamos a pocos días de cumplirse un nuevo aniversario de la denominada “Masacre de Trelew” de 1972, y que la mayoría de los fusilados, dirigentes muchos de las organizaciones revolucionarias de la época, tenían un promedio de 24 años.
A contrapelo de ciertos modos de entender la política en los últimos años, Vicente afirmó que “en cada palabra nuestra debe haber un hueso nuestro que la sostenga” y reclamó que las luchas se libres desde el amor, para no tener que soportarnos mirarnos un día en el espejo “y ver el rostro de nuestros enemigos”.
En el momento más álgido de su intervención, rescató “la subversión y el delirio”, planteó que eran momentos de “ser claros” y diferenció el concepto de democracia (“gobierno de los pobres”, según los griegos antiguos) de los “gobiernos constitucionales”, que pueden “no ser democráticos necesariamente”. Por último, recalcó su confianza en la juventud, y remató: “en cada época, son las nuevas generaciones las que tienen que marcar el espíritu de esa época”.
La lucha sigue
Partiendo de la necesidad de retomar el estudio, el trabajo y la lucha (la tríada guevarista por excelencia), para asumir una de las dimensiones de las batallas contrahegemónicas contemporáneas, Las Cátedras Bolivarianas llegan a Córdoba en un particular momento de la Argentina y el continente. Donde la dimensión cultural de las disputas contra lo dado parecen adquirir un especial énfasis, más allá (o más acá) de las disputas que se libran en el terreno político y económico-social, entendiendo que el plano simbólico no puede estar exento de las necesarias luchas por cambiar las lógicas del mundo tal como está.
Las Cátedras, que han trabajado de manera continua sobre la importancia de la memoria para ayudar a construir el presente de lucha y resistencia, en el afán por proyectar ideas de enfrentamiento al imperialismo y al capitalismo, hoy parecen ser más necesarias aún, ante el evidente avance de la derecha neoliberal y la crisis de los gobiernos progresistas y populares en la región.
Esta “tribuna de difusión, formación y pensamiento crítico” que desde hace más de una década se sostiene en la ciudad de Buenos Aires, así como en los hermanos países de Uruguay y Venezuela, ahora tiene su sede en la provincia de Córdoba, donde se realizarán tres próximos encuentros, en los meses de septiembre, octubre y noviembre, con el ánimo de abordar el proceso político d ellos zapatistas en México, de la experiencia del movimiento social y la insurgencia armada en Colombia, para finalizar con un repaso y análisis de la historia y la actualidad de la Revolución Bolivariana en Venezuela.
Por Mariano Pacheco. Fotografía: Colectivo Manifiesto
