Yo odio tu bandera
Los jugadores de la selección de básquet se hartaron de que su propia hinchada se dedique a insultar a los brasileños. “Brasil, decime qué se siente”, ese flagelo interminable, y otras canciones. Un tracklist de tablón en clave de chicana nacionalista.
“Brasil, decime qué se siente”. Esa desgracia compositiva. Esos 12 compases que ya nunca más serán en la voz de John Fogerty. De ahora y para toda la eternidad serán un coro de energúmenos balbuceando “Brasil, decime qué se siente”. Intenten tararearla. Oh, mai god, plis, nou. ¿Qué se siente qué, exactamente?
El domingo a la noche la selección de básquet le ganó a Nigeria y los jugadores argentinos se quejaron porque sus hinchas viajaron hasta Río y sacaron entradas sólo para recordarles a los brasileños que somos su papá y que Maradona es más grande que Pelé. Que es más grande quiere decir que la tenemos más grande. Maradona como elemento fálico nacional. La canción cantada allá como garantía de masculinidad colectiva. Eso que conocemos como el aguante.
Luis Scola -abanderado nacional de los JJ.OO.- dijo, básicamente, que eran unos idiotas: “Festejando siete goles que pasaron hace dos años, en un deporte que ni siquiera es el que estamos jugando, contra un país que ni siquiera somos nosotros; la tontería más grande”.
Intentemos armar una tracklist de este género: el chauvinismo de tablón, chicanas nacionales subidas a un paravalancha.
La melodía infernal
La melodía de “Bad moon rising” también viajó a Chile guardada en la valija de la estupidez argentina en 2015 para la Copa América. Y se hizo deseo de tsunami.
En esta pieza musical nuestros compatriotas deseaban que a los trasandinos los tape el mar porque los dictadores militares chilenos -no el pueblo- que gobernaban en 1982 colaboraron con Inglaterra durante la Guerra de Malvinas.
“San Martín te liberó / y vos sos un traidor / te entregaste a los ingleses por cagón”.
Digo, si fuera así, ¿por qué no invadimos y ocupamos ese fideo de tierra que nos separa el Océano Pacífico? Y que te ayuden los ingleses a nadar.
Escocia, ese rencor
La rivalidad entre escoceses e ingleses tiene que ver con… bah, ya todos saben con qué tiene que ver. Y si no, vean Corazón Valiente. Además, es el clásico de selecciones más viejo de la historia (el primer partido fue en 1872).
Y acá empieza el problema: en Escocia no hay demasiado material para nutrir la creatividad tribunera. Entonces, aprietan en el orgullo rival la espina que más duele. La espina que más duele, en Inglaterra, se llama Maradona. Los escoceses, cuando su selección se enfrenta a Inglaterra, cantan por el 10 argentino y recuerdan la mayor humillación proferida al enemigo: la Mano de Dios. De nuevo Maradona, esta vez como cascote, como bomba molotov.
Incluso, los hinchas del Celtic escocés -católicos, anti ingleses y republicanos- llegaron a cantar “Argentina, Argentina” cuando vieron aparecer, en el año 2010, a la guardia real en el estadio del Arsenal.
Fuck the IRA
La relación de los ingleses con irlandeses no es mucho más feliz. El blanco de las tribunas inglesas, en cada partido contra Irlanda -y en otros, contra cualquier selección, en cualquier lugar-, es el IRA (Ejército Republicano Irlandés Auténtico).
Hay dos consignas que los ingleses le dedican al ejército republicano irlandés: “Fuck the IRA” y “No surrender to the IRA” (no nos rindamos ante el IRA). Ah, me olvidé de contarles…el IRA no existe más oficialmente desde 2008.
Die gauchos
2014, el año del dolor. Los jugadores de la selección alemana festejan frente a la puerta de Brandemburgo un nuevo título mundial frente al combinado de los gauchos, que venimos a ser nosotros.
Entonan una cancioncita y hacen una coreo. Caminan agachados, pero no es una cumbia y la letra no marca rítmicamente un “a-ga-cha-dita”. “Así andan los gauchos”, dicen. Y de repente se levantan, inflan el pecho. “Así andan los alemanes”.
Es imposible que la imagen no traiga a la memoria los peores recuerdos de la historia alemana, que no sintamos que nos están imitando como monos. Sin embargo, muchos jugadores que pasaron por la Bundesliga se encargaron de aclarar que es una forma de festejo común en Alemania en torneos entre clubes y no encierra ninguna carga racista.
En nuestro Spotify, pondríamos estas canciones en una lista que se llame “folclore futbolero”. Y quedarían allí esperando su oportunidad para convertirse en la noticia breve de los diarios. La noticia que cuente, chiquitita, al lado de la crónica de un partido de Del Potro, que un tipo se agarró a piñas con otro porque uno nació, supongamos, en Brasil y el otro nació, supongamos, en Argentina. Una noticia que no tenga respuestas para cuando nos preguntemos qué se siente.