Juan Grabois: «Hay un clima de hostilidad contra los pobres»
Juan Grabois es abogado, militante y uno de los principales referentes de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Dialogamos sobre el actual momento político. Además, se refirió a su relación con Francisco y a las críticas que recibe el Papa.
¿Qué balance hace de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP)?
Después de cinco años de construcción de la CTEP, queda claro que algunas de nuestras premisas eran acertadas. Por ejemplo, la idea de que la lucha social y reivindicativa no puede estar pegada al proceso político partidario.
No se pueden dividir las luchas por «tierra, techo y trabajo» por discusiones políticas y hasta a veces personales. Por otro lado, los trabajadores que están fuera de la formalidad, tanto en el sector privado como público, necesitábamos una herramienta gremial para pelear por nuestros derechos. Que de nuevo, no podía ser patrimonio de una determinada corriente ideológica. Durante mucho tiempo existió una sobreideologización de esos movimientos que no se correspondía con los anhelos de las bases.
Cuando se creó la CTEP nos hacíamos la pregunta de por qué nuestros compañeros seguían con los mismos problemas estructurales en un contexto de crecimiento económico.
¿Cómo se logró esa convivencia con otros sectores del campo popular, sean kirchneristas o no?
Haciendo una opción por la reivindicación social antes que por la cuestión partidaria o política. Nosotros decimos que son discusiones diferentes. Queríamos que la CTEP sea una herramienta del pueblo pobre organizado. Además tuvimos mucha tolerancia, para lograr que esa distinción entre lucha reivindicativa y lucha política se pueda dar en la práctica. Además le dimos mucha importancia en la CTEP a dirigentes que provengan de las luchas sociales, no de la militancia política más tradicional.
La semana pasada, la CTEP estuvo en el medio de operaciones de algunos grandes medios. ¿A qué lo atribuye?
Hay una ola que se viene, desde hace unos meses, que tiene que ver con demonizar todo lo que es organización popular. Es una operación que no es sólo mediática. Han habido hechos de violencia muy graves que son silenciados. Hace unos días, una patota de la empresa Manaos fue contra miembros de una comunidad indígena. Se dieron situaciones muy graves en una empresa recuperada hace unas semanas.
Hay un clima de hostilidad muy grande contra las organizaciones, pero principalmente contra los pobres. Lo sufren a diario con la policía. Además, empieza una cosa que ya vivimos en 2001 y 2002, esto de la discriminación contra los pobres, de las clases medias y altas. Esto de estar en una parada de cartoneros y que te digan «negro de mierda».
Se habló de su relación con Francisco, usted ya aclaró que no es su vocero. Me interesaba saber desde dónde viene su vínculo con Jorge Bergoglio.
En 2005, creo, nosotros presentamos un recurso de amparo por el tema de los cartoneros. Queríamos que se abrieran guarderías a contra turno, para los hijos de los cartoneros. Bergoglio hace espontáneamente una misa por los cartoneros. Nosotros le mandamos una carta agradeciéndole. Desde ahí quedó la relación que se fue enriqueciendo con los años. Mi colaboración actual, muy humilde, es como consultor del Consejo de Justicia y Paz que preside un obispo africano que conozco hace años. No soy consultor del Papa.
¿Cree que hay una campaña para perjudicar al Papa?
Creo que sí. Hay una coordinación que no puede ser casual, de gente que lo que quiere es hacer quedar mal al Papa. Utilizan cualquier argumento o agarrando las macanas que se pueden mandar los miles que conocen de manera directa o indirecta al Papa. De fondo, está que el Papa Francisco está planteando un programa revolucionario, de transformación estructural de la realidad. Dice que no se puede vivir con justicia social si el sistema gira en torno a la maximización de la ganancia.