Energías alternativas, hacia una geopolítica renovable
En las últimas décadas, el mundo ha sido testigo del desenvolvimiento de dos fuertes discusiones respecto al cambio climático. Con el devenir del nuevo siglo, ambas contiendas han alcanzado un estado de consenso universal: el calentamiento global es un hecho y el factor humano está acelerando el proceso.
Sin embargo, al momento de llevar a la práctica acciones coordinadas entre las naciones surge una nueva disputa. Los países en vías de desarrollo alegan el derecho a industrializarse. Esto, a su vez, abre una incógnita: ¿Es el desarrollo un camino lineal que requiere elevadas tasas de contaminación para alcanzar un estadio superior?
Siguiendo la lógica de la pregunta podría afirmarse que si así fuere, Estados Unidos, China y la Unión Europea deberían considerarse economías subdesarrolladas por no haber alcanzado la reducción de sus emisiones. Con lo cual, bien está en recordar aquella frase del economista brasilero Celso Furtado cuando sostuvo: “El subdesarrollo no constituye una etapa necesaria del proceso de formación de economías capitalistas modernas. Es en sí, un proceso particular, resultante de la penetración de las empresas capitalistas modernas en las estructuras arcaicas”.
Con lo cual, este razonamiento nos conduce nuevamente al principio. El efecto que la acción del hombre tiene sobre el cambio climático no deviene de una etapa particular del proceso de desarrollo, sino de ese todo ese proceso en sí, que en verdad no es un proceso sino una realidad: una estructura económica global motorizada a base de combustibles fósiles. Y precisamente, la alarmante situación ambiental a la que ha llegado el planeta muestra que aquellas promesas de la Modernidad han fracasado.
La geopolítica resultante del actual modelo energético ha distribuido alrededor del mundo distintos puntos de sensible importancia estratégica. Además, las consecuencias del desajuste climático que este mismo sistema genera repercuten en nuevas tensiones, tanto ambientales como sociales, que comienzan a alterar el mapa de manera cada vez más notoria. Según el relevamiento llevado a cabo por Naciones Unidas, el número de refugiados para el 2050 ascenderá a doscientos cincuenta millones de personas.
Retomando la pregunta inicial, es necesario desarmar el implícito de que el desarrollo se encuentra ligado a la utilización de recursos no renovables. Con lo cual, la innovación de fuentes alternativas representa la puerta a un nuevo paradigma válido cuyos efectos podrían ayudar a reducir las altas tasas de emisión de la actualidad.
La reforma de la matriz energética resulta un camino viable de gran potencialidad. Si en la actualidad los puntos nodales de la geopolítica se concentran en aquellas regiones dotadas de recursos hidrocarburíferos, este nuevo paradigma plantearía una nueva distribución geopolítica basada sobre capacidades dinámicas de la economía: conocimiento e innovación. Por lo que, al mismo tiempo, posibilitará una desconcentración de las tensiones políticas y sociales en las regiones que actualmente muestran altos índices de conflictividad por ubicarse en zonas de interés estratégico.
(*) Juan José Ronco para La Tinta.