Acusan inacción ante denuncias de abuso sexual en una escuela
El pasado miércoles, en el programa radial Enredando las Mañanas, se abrieron los micrófonos para romper el silencio que rodea la realidad del abuso sexual infantil. María y Florencia forman parte del colectivo «Ni un niño más», un espacio integrado por madres y padres de niños y niñas que asistían a un colegio privado en el centro de Córdoba, organizadas a partir de las denuncias por abuso sexual infantil en la institución.
En mayo del año 2015, el relato de un niño que asistía a una institución educativa en el centro de la ciudad de Córdoba visibilizó una compleja trama de presuntos delitos contra la integridad sexual de más de una decena de menores de 3, 4 y 5 años. Al trascender la primera denuncia, comenzaron a surgir nuevas versiones de otros casos de abuso en diferentes cursos de la institución bajo la responsabilidad de dos profesores.
Una denuncia en la que se entrelazan diversas consideraciones en torno a lo que implica la mirada adulta sobre niños y niñas, la mirada del sistema judicial sobre ellos, la educación privada y sus intereses económicos, todos elementos que hacen que algo que debería abordarse de un modo claro y responsable, se entorpezca y encuentre muchas dificultades para encontrar el cauce necesario en los tiempos requeridos.
Las familias decidieron ahora salir nuevamente a la calle para denunciar la inacción judicial en torno a estas denuncias, que ya ascienden a dieciséis y que se encuentran actualmente en manos de la Fiscalía General de la Provincia.
«Fue una cosa sistemática y masiva.
Todos los niños fueron expuestos
a determinadas situaciones de
violencia y de abuso colectivamente,
más allá de que en algunas situaciones
el profesor se llevaba niños a otras salas».
En diálogo con el programa Enredando las Mañanas (Zumba la Turba), Florencia, mamá de uno de los supuestos niños atacados, comenzó su relato recordando lo sucedido hace ya quince meses cuando trascendió la primera denuncia. «Desde entonces un grupo de padres nos hemos hecho especialistas en stress postraumático de niños, porque ellos estaban amenazados, en muchos casos disociados por las situaciones tremendas que vivieron allí», señaló.
Para que la palabra de las niñas y niños pudiera emerger, tuvieron que dejar el escenario de los abusos. Recién cuando los chicos fueron dejando la escuela pudieron contar lo que pasó ahí.
«Fue una cosa sistemática y masiva (…) Todos los niños fueron expuestos a determinadas situaciones de violencia y de abuso colectivamente, más allá de que en algunas situaciones el profesor se llevaba niños a otras salas», indicó la joven mamá.
La primera reacción de las familias fue acercarse a la escuela, «donde no fuimos para nada bien recibidas, más bien hicieron todo lo posible para expulsarnos».
«Nuestra exigencia era que nos informaran y que informaran de lo que estaba pasando al resto de la comunidad educativa. El principal docente denunciado -vamos a recordar que son dos- hace nueve años que trabajaba en la escuela, quizás toda la primaria ha pasado por este profesor (…) De estos profesores, uno ha sido apartado del cargo y el otro no». En este punto, María interviene y agrega que «a medida que se fue investigando, sale a la luz el nombre del coordinador actual de música de la escuela de nivel inicial y primario, que sigue en su cargo. Puntualmente, lo grave de esto, es que los chicos mencionan que el coordinador los filmaba».
Esta información hizo que empezaran a intuir que lo sucedido en la institución escolar puede tener dimensiones y ramificaciones más complejas, y «que hay algo mucho más profundo en este ocultamiento de la escuela, en la lentitud de la justicia».
La investigación judicial
Florencia explicó los alcances del ocultamiento: «Esta falta de celeridad de la Justicia, si uno quiere verlo desde una mirada optimista, se corresponde también con maniobras de ocultamiento y de tapar el tema por parte de la institución, el Ministerio [de Educación] y ahora nos encontramos con que la Justicia también lo hace».
El espacio «Ni un Niño Más» cuestiona que ni la fiscal Alicia Chirino ni la instructora Verónica Rojo Allende hayan avanzado en la recuperación de los testimonios de los niños abusados. De las dieciséis presentaciones ante la justicia, solo dos niños fueron sometidos a la Cámara Gesell, instancia vital para este tipo de casos.
Las madres acusan que la desidia de la investigación no acaba allí. Desde la fiscalía se realizó una inspección ocular recién tres meses después de la primera denuncia, cuando ya el escenario donde se habían desarrollado los hechos había sido totalmente alterado.
«Los relatos de los niños son contundentes.
Imagínense esos niños, tan chiquitos,
había muchos que se hacían pis del miedo».
«Los chicos mencionan que ellos eran sometidos en gran medida en una alfombra (…) La sala de música tenía puertas placa, no eran vidriadas, no había ventanas, con lo cual ya había una irregularidad. La DIPE manda a cambiar toda la escena. No estaba la alfombra, se habían puesto vidrios a las puertas placa, se había modificado toda la escena (…) Nosotros tenemos el cuaderno de comunicaciones de nuestros hijos, donde la misma DIPE manda a decir que se va a modificar», aportó una de las mamás.
Romper el silencio y la impunidad
Florencia y María comparten que, luego de las denuncias, acataron el silencio exigido por la Justicia amparándose en el secreto de sumario. Sin embargo, «hoy por hoy, vemos que el camino judicial no está llegando a ningún lado, queremos al menos una condena social, pero también que la justicia se haga responsable de esta cadena de irresponsabilidades que sufrieron nuestros hijos y estamos sufriendo como familias».
A.S.I.: indicadores a tener en cuenta
María y Florencia compartieron algunos de los indicadores a tener en cuenta para detectar casos de abuso. «La actitud principal es la escucha de los padres, el habilitar la voz del niños o sus dibujos -dibujos con caras tristes, o con la boca por ejemplo como una cruz de que ahí había un secreto, de que no se podía hablar, las partes genitales siempre ocultas o tachadas-, pero lo principal es estar atentos, escuchar», afirmaron.
También hay que decir que esos síntomas aparecen los primeros quince, veinte días de abuso. La recomendación básica de los especialistas fue sacarlos de la escuela, porque allí «mientras los abusos sucedieran iban a estar traumatizados».
María concluyó: «Mi hija me hacía muchas preguntas acerca de la muerte, por ahí vos decís que es parte de la evolución del chico que tenga curiosidad o ciertos temores, pero un temor muy fuerte a la muerte y preguntas muy relacionadas a qué iba a ser de ella si nosotros nos moríamos (…) Empezamos a ver que realmente ameritaba empezar a hacer una consulta con un especialista en abuso. Y este especialista nos habló de que no es tan fácil, que es largo el proceso, porque siempre el abuso se maneja en el marco del secreto y de las amenazas, entonces el menos primero tiene que superar toda esta amenaza para poder después hablar».