Mónica Santino: «Hay que poner la pelota debajo de la suela y buscar a la compañera que está libre»
Inauguramos la columna de «Lo que Quieren las Wachas», un programa por Radio Revés sobre fútbol femenino, que comenzó en septiembre de 2023 y que profundiza sobre la práctica deportiva desde lo profesional hasta lo amateur, haciendo énfasis en las diferentes trayectorias y modos de vivir y habitar el fútbol, particularmente, de las mujeres y disidencias. Hecho por un grupo de pibas del equipo de fútbol recreativo feminista, Wacha Marta FF. En esta entrega, la entrevista a la referenta Mónica Santino.
Preguntarse por las resistencias en (y desde) el fútbol es un interrogante acerca de las luchas que hay que dar a su interior, por la profesionalización y la igualdad de condiciones laborales, por la eliminación de la discriminación y las violencias de género. En este sentido, hay algo de resistencia presente cada vez que una/e de nosotras/es pisa una cancha, juega un partido con amigues o juega de manera profesional. Se trata de la afirmación de haber ganado ese espacio que antes nos era negado. Pero también esta pregunta nos permite pensar al fútbol como un espacio con capacidad de respuesta y contención frente a las violencias institucionales, la pobreza y el individualismo. Un espacio que permite vincularnos con el hacer colectivo y en los territorios. Un refugio y, a la vez, una fuerza que se expande hacia afuera con la potencia de cuestionarlo todo.
Si hay una persona que representa muy bien lo que significan las resistencias en y desde el fútbol es Mónica Santino, referenta y militante del fútbol feminista y popular. Ex jugadora de fútbol (en primera división de AFA, jugó en All Boys entre 1997-1999) y actual directora técnica. Es una de las fundadoras del club feminista La Nuestra en la Villa 31 en Buenos Aires, fundado el 6 de noviembre de 2007. Además, es coautora de los libros Pelota papel 1, 2 y 3; Feminismos para Jóvenes; A desalambrar y Abrir el juego. En el programa de radio «Lo que quieren las Wachas”, conversamos con ella en vivo y compartimos algunos fragmentos de la entrevista, realizada el 6 de noviembre de 2023, el día en que La Nuestra cumplía 16 años. Invitamos a escucharla completa a través de Spotify.
—¿Qué es La Nuestra Fútbol Feminista?
—Yo la definiría como un espacio de empoderamiento colectivo, una gran estrategia para empoderar a pibas, mujeres, diversidades, adolescencias, juventudes y no tanto. Todo tipo de compañera que quiera jugar. Empoderar en el camino de erradicar la violencia de género, de agarrar la pelota de fútbol muy convencidas de que podemos jugar, que es nuestro derecho, que tenemos cuerpos que pueden hacer muchísimas más cosas de las que nos contaron y, a partir de eso, generar un espacio casi de familia, de manada, de encuentro con muchísimas más compañeras y compañeres para ser lo que somos: un club, un lugar en movimiento, un lugar que no se queda quieto, un lugar que piensa el deporte y el género, aparte de jugar.
Somos mucho más que un espacio de entrenamiento. Somos esa posibilidad de enlazarnos entre nosotras, de tejer vínculos y redes a partir del amor por la pelota. Somos todo eso: un pedazo de la Villa 31, un orgullo villero, feminismo popular, una forma de encontrarnos en diálogos a partir de tirar paredes, una manera de ser en el mundo, una manera de pelear por un mundo muchísimo más justo a partir de lo que nos gusta hacer, atravesado por la educación popular, por la autodefensa feminista, por miles de otras compañeras que no necesariamente vienen a la villa ni viven en la villa, pero que también nos sentimos parte. El gran empuje de lo que significó la transformación de nuestro fútbol, sobre todo en los últimos años, esto de poder llamarnos futbolistas y de poder mirarnos a la cara unas a otras y que no nos dé vergüenza decir que somos futbolistas; y a partir de ahí, ir tejiendo una identidad.
—¿Qué pensás que cambió en estos últimos años que posibilita esta autopercepción como futbolistas y toda esta apertura al fútbol femenino?
—Creo que va de la mano de lo que pasó con los movimientos de mujeres. Esa popularización enorme que significó la marcha de Ni Una Menos en junio de 2015, multitudinaria en todo el país. Creo que, ahí, las que veníamos militando el fútbol logramos empujar y meter en agenda qué significa el derecho al juego y qué significa el deporte para nosotras, algo en lo que, en otros tiempos, el feminismo ni siquiera se animaba a meterse. Creo que es un poco eso y otro poco lo que hemos ido construyendo en los Encuentros Plurinacionales de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries, y en esos espacios que nos hemos dado en esas canchas públicas que hemos armado. La red con Abriendo la Cancha (Córdoba), con lo que eran Las Martas (Santa Fe) y con muchísimas otras compañeras que creo que vieron ese empuje social, que todavía no se traduce tanto en las dirigencias de los clubes, con todo lo que nos falta en las ligas profesionales de fútbol o en la cantidad de ligas que hay por todos lados, pero es el poder llamarte futbolista con mucha convicción y que, de abajo para arriba, muchísimas niñas empujen esta identidad.
A nosotras nos pasa en el barrio. Recuerdo que, en noviembre de 2007, éramos un puñado de jugadoras, diez o doce con toda la furia, y eran pibas que venían de jean, que ni siquiera se ponían pantalones cortos. Ahora ves el grupo de las más chiquititas en La Nuestra, explotado de pibas, muchísimas chicas que vienen vestidas de futbolistas, con canilleras, con botellita de agua, con botines, acompañadas por la familia. La familia de aquellas pibas de hace 16 años ni siquiera sabía que venían a entrenar.
Ahora podemos decir que somos casi doscientas jugadoras divididas en edades, en tres espacios más del barrio, con parejas de dos o tres entrenadoras por cada grupo según la edad, un cuerpo técnico entero de mujeres de 16 compañeras, con entrenadoras de arqueras, con trabajadora social, con educadora popular. Me parece que esa consistencia es lo que fuimos moldeando todo este tiempo y creo que va de la mano de los Encuentros, de la mano del movimiento de mujeres y de los feminismos populares.
—Pensando en la militancia feminista en el fútbol, ¿qué balance hacés de espacios como los Encuentros transfeministas de fútbol, la Coordinadora de Fútbol Feminista y otros espacios de este tipo que están en construcción?
—Creo que son espacios importantísimos que tenemos que revalidar, volver a darles vida, sustancia. La pandemia fue un freno grande a toda esa construcción, pero hay que pensar que estos festivales de fútbol feminista y transfeminista arrancaron en el 2016 en Buenos Aires. Tuvimos otro en Córdoba en el 2017 que organizaron las compañeras de Abriendo la Cancha, uno en el 2018 en Santa Fe y, en 2019, en Rosario. Ese fue el último: después de la pandemia, no pudimos volver a armarnos. La idea ahí era ir para el sur, ir a El Bolsón, y nos quedamos nada más que con el encuentro en San Luis después de los dos años sin Encuentro Plurinacional también por la pandemia.
Son espacios valiosísimos que los necesitamos para darnos una estrategia. El fútbol está dirigido y conducido por clubes que tienen un resto de patriarcado enorme. Muchísimo machismo. Tenemos compañeras que están dentro de los clubes y que logran entrar a comisiones directivas en el tercero o cuarto lugar, y sufren mucho. Tenemos espacios feministas que quieren provocar alguna tensión y muchas veces quedamos peleándonos entre nosotras y me parece que eso no va. Necesitamos debatir y darnos un encuentro grande entre todas. Es muy necesario un encuentro presencial para poder debatir una cantidad de cuestiones que tendrían que marcar los caminos y estrategias para adelante, como cada vez que aparece una denuncia por un jugador violento en un club y no pasa nada, o en casos de denuncias al cuerpo técnico donde los siguen manteniendo en el cargo, como pasó en la Liga Cordobesa el año pasado.
La única forma de poder hacer política y pensar que la política sirve para transformar es el encuentro presencial. Creo que los festivales tienen que volver y que tenemos que llegar al Encuentro Plurinacional de este año en Jujuy con mucha fuerza. Creo que tiene que ser en unidad, no hay otra. Nadie puede salir a tirar piedras sola porque enseguida te sacan de la cancha. Me parece que a esas estrategias las tenemos que pensar en conjunto.
—¿Desde La Nuestra han promovido espacios propios de competencia? ¿Cómo construyen o disputan los sentidos de competencia en el fútbol, tal vez más masculinizados o patriarcales?
—Cuando practicás un deporte, tenés que competir. Si una quiere ganar, está muy bien y, si va a poner la pierna fuerte, también está muy bien, porque algo que nos ha hecho el patriarcado es darnos el lugar de la sumisión y la docilidad, como si competir no nos interesara, y la verdad que competir está buenísimo y está en los genes de cualquier deportista. La cuestión es cómo construimos esa competencia.
Participamos los domingos todas las categorías en un torneo interno de la Villa 31, que es con un montón de otras organizaciones del barrio con equipos del fútbol femenino y masculino. Además, participamos de una Liga donde hay clubes de barrio. Cada club pone una sede. Nosotras estamos usando un polideportivo, que no está muy lejos de la Villa 31, para jugar de local y ahí estamos jugando con la Sub 12 y la Sub 16. Estamos compitiendo los sábados y los domingos. Es un aprendizaje permanente.
Ojalá nosotras pudiéramos contar con un espacio propio para poder generar nuestras propias competencias, con lógicas que no tengan que ver con jugadoras que salgan destruidas, y poder aprender esto de que ganar y perder es lo más lógico de un deporte, y aprender a frustrarse y que en la derrota podés encontrar una cantidad de respuestas. Pero así como estamos compitiendo nosotras, estas lógicas se hacen muy difíciles, pero es lo que tenemos a mano. Se hace muy difícil también pensar en una competencia de fútbol 11, con todo lo que requiere en términos de cancha, lugar, los traslados en los micros, etc. Hay que pensar en toda una infraestructura que no es sencilla. Para todo eso, queremos ser un club con un lugar físico que sea nuestro. El sueño más grande de La Nuestra sería poder entrar a AFA y competir en AFA, con divisiones inferiores y con un acompañamiento en el crecimiento de las jugadoras.
—¿Existe entre las pibas que juegan en La Nuestra el sueño de jugar en la Selección o de jugar en los clubes más grandes?
—Sí, no te diría que es en todas. Hay muchas que con jugar, entrenar y ser de La Nuestra están bien, pero hay otras que sueñan, claro, que son futbolistas. Ser futbolista es una vocación. Algo que veo en estas nuevas generaciones es que saben los nombres de las jugadoras de la Selección, pueden ver los partidos por la tele, hay una representación en la cultura que nosotros no teníamos. Yo, cuando jugaba en AFA, apenas me iba a ver mi familia y nadie sabía que existía un torneo de AFA de fútbol femenino. Todo eso cambió. Ser futbolista hoy tiene una importancia. No es algo que te avergüence ni algo que va a generar en todo el mundo un comentario malo. Hay algo ahí que cambió, me parece que eso es muy importante. Ver a una pibita orgullosa que quiere jugar como Florencia Bonsegundo, como Estefanía Banini, como Aldana Cometti, es una maravilla.
—¿Qué otra cosa seguís soñando? ¿Qué esperás del fútbol femenino y disidente? Cosas por las que decís: “Luchemos y sigamos firmes para que algún día pase”.
—Lo del club me copa todo el sueño, ver a La Nuestra compitiendo en AFA es algo que quiero que suceda. Pero también lo que veníamos charlando en relación con la coordinadora y en relación con los festivales, eso de poder encontrarnos y poder seguir construyendo.
Me encantaría ver en algún momento a muchas mujeres y diversidades presidiendo clubes, me gustaría ver a una mujer presidenta de AFA. Cuando digo mujer, hablo de una persona con conciencia de género. Esa conciencia de género que nos haga ver un fútbol mucho más justo, un fútbol no tan entregado a los intereses del mercado, como le pasa a los varones, un fútbol donde las futbolistas podamos seguir disfrutando. Reivindicar el fútbol como un juego de los pueblos y no como una mercancía más. Quisiera que pase eso.
—Las futbolistas que entrenan en La Nuestra, ¿forman parte de las reflexiones y debates políticos?
—Sí. El año pasado, tuvimos un espacio de formación política para hablar de fútbol y feminismo, de cómo le damos contenido a eso, porque no es solamente un eslogan. Todo lo que La Nuestra hace, dice y piensa tiene que ver con el territorio, es un conocimiento profundamente villero que fuimos armando en estos 16 años. Ninguna fue al barrio en noviembre de 2007 con la verdad revelada. Todo esto que estamos diciendo ahora fue un aprendizaje con las pibas. Esto de pensar el cuerpo, de pensar el territorio conquistado, que es la cancha, de pensar el lenguaje que nos representa y pensar nuestros vínculos. Todo lo que pasa en el barrio fue lo que construyó este saber y lo que somos.
—¿Qué mensaje le darías a las niñeces que están pensando y creyendo en ser futbolistas?
—Que se animen a jugar siempre. Que la cancha es de cada una. Que la cancha nos corresponde. Que hay que animarse a ponerse pantalones cortos, a pasarla bien y jugar, porque el fútbol es el juego más maravilloso del mundo. Porque, como dijo alguien, “la pelota no se mancha”, y hay que jugar siempre. No hay amistades más grandes o más lindas o más duraderas que las que se arman en el fútbol, entonces, hay que poner la pelota debajo de la suela y buscar a la compañera que está libre. Es un camino de libertad, así que a no dejar de hacerlo nunca. A jugar siempre.
*Por Lo que quieren las Wachas para La tinta / Imagen de portada: A/D.