Schiaretti no se baja: por qué su 3,83% en las PASO puede ser clave en octubre

Schiaretti no se baja: por qué su 3,83% en las PASO puede ser clave en octubre
18 agosto, 2023 por Adrián Camerano

La cosecha del gobernador cordobés en la elección primaria del domingo 13 fue magra, pero le otorga un rol de cara a las presidenciales. Ni hablar si hay segunda vuelta.

Por Adrián Camerano para La tinta

Aunque les pese a quienes quieren jubilarlo, la carrera política de Juan Schiaretti no ha terminado; es más, puede que recién culmine el último día de su vida.

El derrotero de este animal político lo ha llevado de la militancia juvenil sesentista a trabajar para el grupo Socma, enrolarse en el menemismo y ser «padre fundador» del cordobesismo que gobierna la provincia desde hace un cuarto de siglo. Y sigue: aunque en el terruño la renovación toca la puerta, ya sin De la Sota, Schiaretti sigue siendo el máximo dirigente provincial, testigo vivo y protagonista centralísimo del mapa político cordobés.

Así y todo, no puede esquivarse que la cosecha schiarettista en la PASO del 13 de agosto fue magra: Juan logró apenas el 3,83% de los votos y perdió incluso en una Córdoba que abandonó el amarillo cambiemita -al menos por un rato- para convertirse en una de las 16 provincias donde se impuso Javier Milei.

Pero al mismo tiempo, le alcanzó a Schiaretti para ser uno de los cinco postulantes que siguen en carrera. Y eso, claro, le permitió alcanzar lo que buscaba: un rol en los comicios de octubre.

De los 60 a hoy

Realmente lejos ha llegado el otrora secretario general del Integralismo, una agrupación política de los últimos 60 y primeros 70 que aglutinaba a un catolicismo universitario influenciado por la Revolución cubana y el Mayo francés. En huelgas universitarias y articulaciones con el gremialismo combativo de la época y las nacientes organizaciones revolucionarias, cocinó su estirpe un dirigente que en términos presidencialistas superó al mismísimo José Manuel de la Sota.

Así y todo, en estas PASO, propios y extraños sabían que Juan no tenía chance de terciar en la lid nacional, y que aspiraba a ser actor de peso en los comicios de octubre. Vale decir también que aspiraban a algún puntito más, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, donde el socio Florencio Randazzo traccionó poquito y nada. Pero Juan sigue en competencia y junto a quien, de los tres primeros, quede afuera de un eventual balotaje es una prenda de incidencia real en un escenario a dos meses vista impredecible.

No baje, sigue, sigue

Rápido de reflejos, en la noche del domingo más aciago que vivió la democracia argentina en el último tiempo, Schiaretti se ocupó de correrse del lugar de la derrota. Poco propenso a la autocrítica pública (se recuerda que perdió hasta en la provincia que gobierna), remarcó que la avalancha de votos al autoproclamado «libertario» era un mensaje al oficialismo y a Juntos por el Cambio, fustigó otra vez la grieta e intentó postularse como prenda de unidad nacional. «Los argentinos reclaman un cambio de verdad, serio y con experiencia de gestión, y eso es lo que nosotros proponemos», insistió.

En los días sucesivos, se mostró activo: inauguró escuelas Proa en Alta Gracia y Deán Funes más para mandar mensajes a la política nacional que para focalizar en los actos en sí. Ahí confirmó que no se baja y señaló que «hasta octubre habrá competencia. Después de esas elecciones, si alguien se siente identificado con nuestra propuesta que es más federalismo e impulsar la producción y el trabajo, nunca vamos a rechazar el diálogo», disparó.

El mensaje pareció dirigido al sector de Patricia Bullrich, que tomó nota: la exministra del macrismo directamente le dijo que se baje y se sume al frente cambiemita, algo que Juan no hará. «Si quiere plantear un frente, se baja de candidato y apoya a los que él cree que pueden ayudar más a un objetivo de ser gobierno», afirmó la candidata opositora.

En la interna amarilla, el Gringo quedó algo mal parado, tras su coqueteo con el más que publicitado Horacio Rodríguez Larreta, intendente perdedor. Y en épocas ya lejanas, el cordobesismo se alió con el Frente Renovador, el experimento se llamó UNA y no prosperó.

A pesar de todo ello, el PJ provincial parece hoy más propenso a aliarse con Juntos por el Cambio, aunque la política es el arte de lo posible y el escenario está más que abierto. Aunque lo desmientan, existe incluso la posibilidad de que los partidos tradicionales estrechen filas para, de algún modo, frenar la amenaza concreta que terminó de hacerse carne en las primeras horas del lunes 14.

En ese sentido, no son pocos los dirigentes de diverso origen y sector que, aterrados, entendieron que, hoy por hoy, el candidato con más chances de acceder al sillón de Rivadavia es un economista que dice hablar con sus perros muertos, que llama «Primera Dama» a su hermana y que propone cerrar el CONICET, entre otras delicias.

El posible espíritu de cuerpo que podría despertar este contexto terrorífico, donde hasta los espacios tradicionales están en riesgo, sitúan a Schiaretti en una posición ventajosa. Sin chances de esmerilar a alguno de los tres tercios, hará valer sus votos -suponiendo que puede teledirigirlos a su gusto- en un eventual balotaje palo y palo para negociar cargos, incluso ministerios.

Porque, al lado de la motosierra y la cirugía mayor, no hay quien no resulte moderado.   

*Por Adrián Camerano para La tinta / Imagen de portada: Javier Ferreyra.

Palabras claves: elecciones presidenciales, Juan Schiaretti, politica

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