Comparsa La Tribu, pasión carnavalera desde el sur de la ciudad
En barrio General Urquiza, y desde hace más de 13 años, existe una comparsa de indios, apaches y diablos que trabajan con pasión y disfrute durante todo el año para salir a llenar de color y alegría las calles durante los días de carnaval.
Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta
Es enero y, desde hace un par de semanas, se escuchan los ensayos de batucadas y comparsas en distintos puntos de la ciudad. Ya se siente el carnaval llegar.
Con sus colores y sonidos, el carnaval es un paréntesis, un alto en la cotidianidad para dejar salir las diabladas. La picardía y alegría popular toma la calle. Bombuchas, espuma loca, colores en la cara y serpentina en la vereda. Es la época para disfrutar el calor, el cuerpo, la fiesta.
El carnaval cordobés tiene sus marcas distintivas que conjugan nuestra identidad y creatividad con la organización y participación popular. Son las organizaciones barriales o las mismas familias que se agrupan y crean desde hace años comparsas, batucadas y murgas.
Los carnavales barriales, este año, llegan a 25 en distintos puntos de la ciudad. Ya quisiera yo carnaval toda la vida, pero, hasta el primer fin semana de marzo en los barrios y con entrada libre y gratuita, se puede ir a disfrutar noches infinitas de carnaval.
Hace unos días, venimos conversando con Érika «la Gringa», una vecina de barrio Gral Urquiza que, junto con Fabián «el Gringo», su marido, crearon hace 13 años “La tribu”. Se trata de una comparsa de más de 50 indios, diablos y apaches.
Nos acercamos al barrio y, desde la puerta de su casa, se ven los trajes llenos de plumas que cuelgan en el patio. El Gringo está terminando de pintar el espacio que van a usar desde este febrero para juntarse antes de salir disfrazados. El espíritu de carnaval se siente en el aire y, entre un par de cocas, empieza la charla. Mientras, nos muestran los más de 50 disfraces que guardan en una de las habitaciones de su casa destinadas especialmente para esto.
La tribu tiene más de 13 carnavales en su haber y muchos premios ganados. Sobre la mesa, los trofeos y las fotos de una historia que es también trama de la historia familiar de el Gringo y la Gringa. Ellos se conocieron en un carnaval.
Él dice que “el carnaval es una locura” que data de 27 años en su vida. Cuenta que solía salir vestido de indio con su ex cuñado. “Ponía las plumas arriba de la cama y yo dormía en el piso. Los disfraces siempre cuidaditos”, recuerda entre risas sus comienzos como indio. En 2010, se decidió a formar la comparsa; para 2011, ya eran como 30, cuenta. A los pocos años de formar La tribu, la Gringa lo conoció desde el público en el corso de Chalet San Felipe. Ya al año siguiente, salía con ellos para todos lados, para todos los corsos. Después, llegaron los hijos que también son parte de la comparsa desde bebés.
“Sueño con el carnaval todo el año, yo he hecho de todo. He vendido hasta autos porque no tenía para hacerme el disfraz”, dice Fabián, “el Gringo”.
Fabián es el fundador de La tribu y quien crea los trajes, tiñe cada pluma que va pegando una a una en los trajes. No hay uno igual al otro. Érika se dedica a la organización y las gestiones.
Pasan los minutos en el patio del matrimonio y todo se tiñe de carnaval. Hay plumas y trajes por todos lados. Imponentes, pesados, gigantes. “Esto te tiene que gustar. Te tiene que gustar salir, disfrazarte, pintarte la cara”, dice el Gringo.
“El carnaval es una pasión”, comparte el matrimonio. Y Érika confiesa que renunció hace semanas a su trabajo por el carnaval. “Para no perderme ni una noche ni una reunión previa, ni nada”, afirma decidida.
De esta tribu, participan vecinos de General Urquiza y de otros barrios. La comparsa se caracteriza por ser familiar y priorizan la participación de las infancias a quienes cuidan especialmente. “Salen las familias completas”, comparten justo cuando llega Ulises con su disfraz de cinco kilos de plumas blancas. El joven cuenta que esta es una de las cosas que más disfruta en la vida y que sale desde chico con su familia todos los años para estas fechas. “Me siento un indio de verdad cuando me pongo el disfraz, soy uno más de la tribu”, dice.
No tarda en llegar Yutiel, el diablo más pequeño de la comparsa. “Soy el diablo de la tribu, soy bastante conocido, abro cancha donde quiera si se trata de payar. Soy el rey que maneja la orquídea con coraje y audacia. Y en el medio del malevaje, yo me hago respetar”, repite mientras hace sonar todos los cascabeles que lleva consigo.
“Se te pone la piel de gallina cuando empezás a sentir los silbatos. Cuando estás armando y sentís una batucada. Empezás a sentir adrenalina”, dice Érika con los ojos brillosos de entusiasmo y emoción.
En el patio de la familia, se respira ese amor por el carnaval del que tanto hablan. En agosto, comenzaron como cada año los preparativos, los trajes y los eventos para recaudar fondos y hacerse de los materiales necesarios.
Érika aparece con su disfraz y, haciendo sonar el silbato, nos dice: “Sin silbato no hay nada, es lo que te termina de convertir para bailar, saltar y jugar”. Un buen indio necesita su silbato, sus plumas, el maquillaje y las ganas de salir a disfrutar, la química de un buen saltarín, sentirse verdaderamente un indio del carnaval, explican.
Los carnavales en los barrios son el carnaval cordobés. Cada comparsa se construye colectivamente desde el compartir y la ayuda mutua. Las calles se llenan de ritmo y color.
Hoy, empieza el carnaval y, en el Parque Sarmiento a las 19 h, es el desfile de apertura.
La tribu desfila esta tarde y también es parte de la organización del corso de José Ignacio Díaz V, que será el próximo viernes 24 desde las 19 h.
Carnaval de mi barrio… Quien lo vive es quien lo goza.
*Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta / Imagen de portada: Ana Medero para La tinta.
