Conflicto palestino-israelí: Hamas, un ataque sin precedentes y un tablero regional incierto
El reciente ataque de Hamas a Israel representa la primera amenaza de este tipo desde 1948. El número de víctimas de ambos bandos se calcula en miles y todavía se espera la magnitud de la respuesta israelí.
Lo sucedido por estos días se trata de algo completamente inédito. Es la primera vez, desde 1948, que el territorio israelí es amenazado de esta manera por un ataque exterior. Es incluso superior a lo que pasó con la guerra de Yom Kippur en 1973, ya que, en aquel entonces, las fuerzas extranjeras (Siria y Egipto) habían ocupado la península del Sinaí. Esta vez, la organización Hamas, considerada terrorista por gran parte de los países del mundo, ingresaron directamente dentro de las fronteras israelíes y atacaron a miles de personas, muchos de ellos civiles.
El número de las víctimas no está claro aún, pero se especula que asciende a unos cuantos miles, entre muertos, desaparecidos, secuestrados y heridos de gravedad. Aún no está claro cuál será la respuesta israelí, pero el primer ministro Benjamin Netanyahu aseguró el domingo al país que les espera una “guerra larga y difícil”, mientras que varios de los generales aseguraron que convertirán a la Franja de Gaza en “el infierno” y que la retaliación será brutal. Por lo pronto, ya se produjeron diversos ataques contra edificaciones e instalaciones de infraestructura en Gaza.
Lo cierto es que el conflicto palestino-israelí es altamente complejo y emocionalmente cargado. Ha tenido un impacto duradero en la región y en la comunidad internacional. A continuación, un muy breve desarrollo histórico para poner en contexto la problemática. El conflicto palestino-israelí es de larga data e involucra a dos grupos étnicos y nacionales: los palestinos y los israelíes. A lo largo de los años, ha habido numerosos eventos, desencadenantes y desarrollos en este conflicto, por lo que es difícil resumirlo.
El conflicto tiene raíces en el movimiento sionista, que buscaba establecer un estado judío en la región histórica de Palestina, bajo dominio otomano entonces y, más tarde, bajo control británico. Tras la Primera Guerra Mundial, el Mandato Británico de Palestina se estableció en 1920, lo que llevó a una creciente tensión entre la población judía y árabe en la región. En 1947, las Naciones Unidas propusieron un plan de partición que dividiría Palestina en dos estados: uno judío y otro árabe. Los líderes judíos aceptaron el plan, pero los líderes árabes lo rechazaron. En 1948, Israel declaró su independencia y fue reconocido por varios países. Esto llevó a una guerra entre Israel y varios Estados árabes vecinos, así como a la expulsión de cientos de miles de palestinos de sus hogares. Israel ganó territorio adicional en la Guerra de los Seis Días (1967), incluyendo Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este. La Guerra del Yom Kippur (1973) fue otro conflicto importante en el que los países árabes intentaron recuperar el territorio perdido, pero resultó en una derrota catastrófica para Siria y Egipto, y una gran victoria para Israel. Se han llevado a cabo varios intentos de negociaciones de paz entre palestinos e israelíes, incluidos los Acuerdos de Oslo en la década de 1990, que establecieron la Autoridad Palestina y la promesa de un futuro Estado palestino.
Hamas sorprendió al mundo con un ataque sin precedentes contra Israel durante la festividad de Simjat Torá, provocando una condena internacional, incluyendo a Argentina. Este ataque, llamado «Inundación Al Aqsa», plantea preguntas sobre las motivaciones de Hamas, que podrían incluir la intención de poner la cuestión palestina en la agenda de la reordenación regional en curso, en la que Israel, Arabia Saudita, Estados Unidos y China están involucrados. Hamas disparó miles de cohetes, incluso hacia Tel Aviv y Jerusalén, y sus militantes ingresaron a Israel por tierra, mar y aire, resultando en enfrentamientos y la toma de rehenes, con un alto número de víctimas israelíes reportadas. El ataque se produjo un día después del 50 aniversario del comienzo de la Guerra de Yom Kippur. La acción militar comenzó al amanecer e involucró una ofensiva violenta por tierra, mar y aire, con aproximadamente 3.000 proyectiles explosivos disparados, lo que provocó la activación de las sirenas antiaéreas en Tel Aviv, que se encuentra a unos 90 kilómetros de distancia, y la puesta en funcionamiento de los sistemas de interceptores antimisiles en Jerusalén.
Los combatientes de Hamas lograron dañar una parte de la valla de separación fortificada y cruzaron la frontera desde Gaza hacia territorio israelí, mientras se enfrentaban en un intercambio de disparos con las fuerzas israelíes. Esta situación generó angustia y temor entre los residentes del área de operaciones. Al mismo tiempo, el Ejército de Israel informó oficialmente que frustró un intento de incursión de presuntos milicianos palestinos en la costa sur del país. Muhammad Deif, líder del ala militar de Hamas, expresó en un mensaje grabado que la organización lanzó una “operación” para que “el enemigo comprenda que el tiempo de su violencia impune ha terminado”.
Una operación de esta envergadura no se planea de un día para otro; probablemente llevó años de preparación. Además, el hecho de que la operación se haya llevado a cabo el día después del aniversario de la guerra de Yom Kippur plantea interrogantes sobre la falla en la seguridad y la falta de anticipación de Israel. Es un duro golpe para Netanyahu, que será recordado como el primer ministro con la mayor falla de seguridad y más cantidad de víctimas fatales a causa de un ataque en la historia reciente del país.
La acción de Hamas se lleva a cabo, además, en un contexto en el que Israel enfrenta una importante polarización interna debido a la polémica e impopular reforma judicial impulsada por Netanyahu, sumado a las acusaciones de corrupción contra este. Las protestas masivas en contra de este plan movilizaron a cientos de miles de personas en las calles y llevaron a miles de reservistas militares a abstenerse de realizar servicio voluntario, lo que plantea preocupaciones sobre la capacidad del Ejército para enfrentar un conflicto de estas características. Es probable que Hamas haya evaluado esta situación y por ello decidió que era el momento propicio para lanzar el ataque. Lo que está claro es que Israel sentirá la presión de responder con firmeza para restaurar su prestigio tras el fallo de inteligencia y defensa, que supuestamente están entre los mejores del mundo. El gobierno de Netanyahu, ya de por sí profundamente impopular en el marco de una sociedad polarizada por su reforma judicial y agenda política, enfrenta una de las mayores fallas de seguridad en la historia israelí y, para consolidarse, se espera una respuesta a gran escala.
Por lo pronto, el tablero regional es incierto. Arabia Saudita condenó los ataques y llamó a la paz, pero evitó culpar a Hamas, la monarquía saudí nunca reconoció a Israel, en solidaridad con Palestina, pero recientemente estaba en conversaciones para establecer relaciones diplomáticas formales. Irán, directamente, reivindicó el accionar de Hamas, mientras que los talibanes en Afganistán aseguran que apoyarán a la organización en una eventual guerra con Israel. Por otro lado, la situación en la frontera con el Líbano es “volátil, pero estable”, de acuerdo con Naciones Unidas. Es importante recordar que ya hubo una guerra entre Israel y Líbano en 2006, y la organización Hezbolá expresó en un comunicado que estaba “siguiendo atentamente y con gran interés los importantes acontecimientos en la situación palestina”, apoyando claramente a Hamas. Joe Biden, y la mayor parte del mundo occidental, condenó los acontecimientos y reivindicó el derecho de Israel a defenderse. Está claro que no habrá condena internacional cuando Israel responda con toda la fuerza posible en Gaza. Habrá que esperar cuáles son las verdaderas consecuencias, tanto internas como externas. Por lo pronto, está claro que quienes más sufren son y seguirán siendo los civiles de ambos lados del conflicto.
*Por Gonzalo Fiore Viani / Imagen de portada: ZAIN JAAFAR (AFP).
