Fernando Martín Peña: «Hugo del Carril mantuvo una coherencia ética inclaudicable»
Entre el 7 y el 10 de septiembre, se podrá ver la obra completa de uno de los directores más relevantes de la historia del cine argentino. El Cineclub Municipal y la revista «La Vida Útil» proyectarán las 16 películas de Hugo del Carril en su formato original. Una experiencia cinéfila que reúne generaciones, invita a ver cine como se hacía en los años 60 y vuelve a instalar temáticas de absoluta vigencia.
El Cineclub Municipal se prepara para celebrar a uno de los realizadores más excepcionales de la cinematografía nacional en un ciclo imperdible: por primera vez en Córdoba, se proyectará la obra completa de Hugo del Carril. El ciclo estará en cartelera entre el jueves 7 y el domingo 10 de septiembre, con cuatro películas por día y presentaciones especiales de cada una de ellas, a cargo de especialistas y referentes de cine a nivel nacional y provincial.
La retrospectiva completa «Hugo del Carril, cineasta» reúne las 16 películas en 35 y 16 mm realizadas por el director argentino a lo largo de dos décadas y que, además, serán proyectadas en fílmico: una experiencia estética bastante atípica en tiempos de exhibición digital, que abre la posibilidad de apreciar la obra en el formato original en que fue creada en los años 50, 60 y 70.
Inquieto y curioso por naturaleza, Piero Bruno Hugo Fontana dio sus primeros pasos como cantante de tangos y actor, para luego abocarse a la realización audiovisual como director, guionista y productor. Conocido por su nombre artístico, Hugo del Carril fue uno de los referentes del cine social argentino y en muchas de sus películas retrató la lucha obrera, la opresión burguesa y la vida de las familias de pocos recursos económicos de la década del 50 y el 60. Fue perseguido y censurado en varias oportunidades por expresar sus ideas políticas a través del arte y por su afiliación explícita al Partido Justicialista, al cual consideraba un sistema de equidad. En 1958, fue uno de los fundadores de la entidad Directores Argentinos Cinematográficos y en una entrevista expresó su convicción de que el cine debía mantenerse cerca de los intereses y las preocupaciones del pueblo: “Antes, el cine reflejaba realmente los problemas nacionales y su temática era casi toda argentina, y el público respondía a esas películas en forma, diríamos, casi incondicional. Luego, la mente de algunos directores fue cambiando, se creyó que se podría hacer un cine al modelo europeo, alejado de nuestra realidad, en el cual yo no creo ni tampoco acepto, porque pienso que cada país tiene que expresar su propio sentir y su propia personalidad. Creo que estamos maduros, artistas y pueblo, para seguir nuestro particular camino; lo señala bien a las claras el éxito que ha alcanzado Juan Moreira, de Leonardo Favio, que no es, precisamente, una copia de alguna película europea”.
Hugo del Carril vuelve a habitar el Cineclub que lleva su nombre a través del trabajo conjunto de su Club de Amigos y de la revista de cine La Vida Útil, fusión de dos publicaciones que marcaron un antes y un después en la nueva crítica cinematográfica argentina: Las pistas (Buenos Aires) y Cinéfilo (Córdoba). El domingo a las 18 horas, previo a la proyección de «En Marcha», se presentará la sexta edición de la revista en un conversatorio que reunirá a sus editores y a Fernando Martín Peña, referente de la cinefilia nacional, investigador y divulgador con una enorme trayectoria en la preservación de la memoria cinematográfica argentina.
En diálogo con La tinta, Fernando Martín Peña asegura que Hugo del Carril es uno de los tres directores más importantes de la historia del cine argentino junto con Leonardo Favio y con Leopoldo Torre Nilsson, aunque no ha sido reconocido como tal por el poco acceso a sus películas, dispersas o perdidas durante muchos años. En este sentido, destaca la importancia de este ciclo como oportunidad para que el público conozca la relevancia del Hugo del Carril realizador, “un artista que como cantante está en la memoria del pueblo, pero no como director de cine. Hay que ver sus películas para apreciarlo”, resume el crítico y conductor del programa «Filmoteca», que ya cuenta su decimoquinta temporada.
—Como profundo conocedor de toda su obra, ¿cuáles son los aspectos que la hacen una pieza clave de nuestro cine nacional? ¿En qué se destacaron sus películas en el territorio y tiempo en el que fueron creadas?
—Hay varias cosas que se podrían destacar y que son muy únicas en su laburo. Por un lado, el trabajo puesto en la imagen, que en cada una de sus películas es extraordinario. La mayoría de los realizadores del cine argentino clásico procedían de la radio, del teatro, de la revista porteña, es decir que no tenían una formación plástica. Del Carril era cantante de tango, o sea que tampoco la tenía originalmente, pero se la procuró, estudió el tema. Desde su primera película, hay una preocupación por que sea la imagen la que narra la historia. Está todo muy pensado en función del encuadre y de la imagen. Eso por empezar. Luego, sus temáticas fueron siempre de preocupación local y hay varias zonas de cronista social en su filmografía: hechos y conflictos sociales que a ningún otro cineasta le preocuparon. Hay también una enorme voluntad de independencia creativa… No se hablaba de cine independiente en la época en que Hugo del Carril empezó a filmar, a fines de los 40. Era todo cine de estudios y, sin embargo, él financió casi toda su propia obra. Es decir que elegía sus temas y decidía qué películas iba a hacer en un tiempo en el que muy pocos directores podían hacerlo.
—Enfocándonos en el director, ¿qué reflexión nos podés compartir sobre la tenacidad con la que continuaba su recorrido, insistiendo en un cine político y comprometido con su tiempo en épocas de proscripción, censura y persecución?
—El compromiso político de Hugo del Carril es bien sabido: desde la aparición del peronismo, adhirió al movimiento -algunos dicen que por vía de Discépolo y otros dicen que por vía de Manzi, en todo caso, pudo ser por los dos-. Aunque su compromiso más visible fue con la circunstancia de haber cantado la versión más famosa de la marcha peronista, todo su cine político -que es una buena parte de su filmografía- trata de ser universal desde los valores principales de la experiencia peronista, que para él habían tenido que ver con el sindicalismo. En cada una de sus películas de fuerte compromiso político, resalta la necesidad del trabajador de unirse, de juntarse con los de su propia condición para poder mejorar sus condiciones de vida. Este es un mensaje que se identifica con lo peronista, por lo menos con cierta tradición de peronismo, pero que es universal también, que no se limita a esa perspectiva ideológica solamente. Pero sí es cierto que por identificarse con el peronismo, Del Carril estuvo prohibido y fue perseguido durante muchos años. Incluso, durante toda la dictadura, él decidió no hacer películas ni ninguna presentación artística en la Argentina, solamente trabajaba afuera.
«Hugo del Carril siempre mantuvo una coherencia ética realmente inclaudicable, un tipo de una altura moral como pocos artistas y creadores han tenido».
—En una ocasión, comentaste que hay que poner el cine en pie de igualdad y que el “cine malo” es el cine sin ideas. ¿Qué ideas te parece que apuntaló el cine de Hugo del Carril que hoy resultan vigentes, más allá de los sesenta años que nos separan?
—En toda su filmografía, hay una voluntad por no repetirse, aunque hay ciertos ciclos… Hay una zona que es claramente social y política, otra zona más cercana a lo musical, hay un gusto por el melodrama, hay yuxtaposiciones. Una de las cosas que más me interesa de lo que él hizo es su voluntad por explorar personajes oscuros, que a veces interpretaba él mismo. Le gustaba salir del arquetipo de galán con el que se había hecho famoso en los 30 para interpretar personajes oscuros, incluso villanos, como en la película «Culpable», por ejemplo. Incluso en «Más allá del olvido», aunque es un personaje que ha duelado un gran amor y entonces está devastado por esa muerte, también es alguien que es incapaz de trascender los prejuicios de clase y tortura emocionalmente a una persona de clase inferior para poder acomodarla a sus deseos. Una cosa bastante tortuosa, así como también es tortuosa toda la historia de Santos Pérez, el asesino de Facundo: en su última película, no le interesa tanto Facundo Quiroga como su asesino y su condición de gaucho ignorante que lo hace pasible de ser cooptado de manera muy sencilla por los poderosos para cometer ese crimen. Ese interés que tiene en los tradicionalmente llamados “villanos” a los que Del Carril les da espesor y a los que siempre se acerca con la voluntad de comprender -no de perdonarlos, pero sí de comprenderlos- me parece una característica formidable de sus películas.
—Una de las novedades de este ciclo es que las proyecciones serán en fílmico, algo poco usual en un mundo cada vez más digitalizado. ¿Qué condimento le agrega esto a la experiencia?
—Lo importante es que el público va a poder verlas con las mismas cualidades con las que se hicieron. La mayor parte del cine del siglo 20 es en fílmico y la imagen fotográfica del fílmico tiene cualidades fotográficas que no están presentes en la imagen digital. Eso hace que la experiencia del espectador sea mucho más próxima a la del público que originalmente vio estas películas cuando se estrenaron. Y, sobre todo, la idea es verlas de la misma forma en la que las pensaron los creadores que las hicieron. Esa oportunidad me parece bastante única.
—Volviendo a la actualidad, ¿cuál es tu lectura sobre la situación crítica de desfinanciamiento al desarrollo y la preservación del cine nacional?
—Más allá de las amenazas recurrentes de algunos sectores políticos de cerrar el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) por cuestiones del mercado y demás, e independientemente de si eso se lleva a cabo o no, lo cierto es que si todo sigue como está hasta ahora, el Instituto va a tener que cerrar en cuatro o cinco años porque se va a desfinanciar totalmente. La ley de creación del Instituto prevé, desde 1957, que su Fondo de Fomento se nutra de un impuesto sobre la exhibición del cine y, hoy en día, la exhibición del cine se da prioritariamente en las plataformas. Es decir, el cine que se exhibe en las plataformas no contribuye al Fondo de Fomento, entonces ahí hay una falencia por parte del Estado por gravar eso que naturalmente tendría que hacerlo como prolongación de la Ley de creación del Instituto del año 57, que, aclaremos, no es una ley muy progresista porque fue sancionada durante la dictadura de Aramburu. En este momento, el Fondo de Fomento del Instituto se financia con un impuesto sobre las entradas de cine, que son cada vez menos, y sobre un canon que los canales de televisión pagan cuando pasan películas por televisión abierta o por cable, que también son cada vez menos. Entonces, a este paso, aunque los que amenazan con cerrar el Instituto no lo hagan, el Instituto va a cerrar lo mismo. Me parece que la comunidad cinematográfica tendría que hacer algo urgentemente para gravar como corresponde las plataformas, recuperar el poder adquisitivo del Instituto y, por una vez en su historia, dedicar algo de ese dinero a la difusión del cine argentino que está muy postergada y, sobre todo, a la preservación, porque, sin eso, no habrá cine argentino del pasado en el futuro.
Retrospectiva completa «Hugo del Carril, cineasta». Del 7 al 10 de septiembre en el Cineclub Municipal Hugo del Carril (Bv. San Juan 49). Programación completa.
Historia del 900 | Jueves 7 a las 15:30 h
Surcos de sangre | Jueves 7 a las 18 h
Las aguas bajan turbias | Jueves 7 a las 20:30 h
El negro que tenía el alma blanca | Jueves 7 a las 23 h
Las tierras blancas | Viernes 8 a las 15:30 h
La Quintrala | Viernes 8 a las 18 h
Más allá del olvido | Viernes 8 a las 20:30 h
Culpable | Viernes 8 a las 23 h
Amorina | Sábado 9 a las 15:30 h
Esta tierra es mía | Sábado 9 a las 18 h
La calesita | Sábado 9 a las 20:30 h
La sentencia | Sábado 9 a las 23 h
Una cita con la vida | Domingo 10 a las 15:30 h
Presentación de revista La Vida Útil n.° 6 con la presencia de sus editores y Fernando Martín Peña + proyección del mediometraje En Marcha | Domingo 10 a las 18 h
Buenas noches, Buenos Aires | Domingo 10 a las 20:30 h
Yo maté a Facundo | Domingo 10 a las 23 h
*Por Julieta Pollo para La tinta / Imagen de portada: A/D.