¿Es old coser tu ropa?
Entre las casas de barrio Pueyrredón, el taller Regia alberga a quienes desean aprender el oficio de la confección y la costura. Mimí Argüello Lobo es la docente travesti a cargo del espacio. Entre costura y costura, nos cuenta cómo comenzó con esta propuesta y cómo va desenredando lo que nos impone la industria de la moda según los cuerpos hegemónicos y el binomio de género. Coser tu propia ropa, está chequeado, otorga independencia y un abanico inmenso de posibilidades de creación.
Por Verónika Ferrucci para La tinta
¿Por qué hacer tu propia ropa si es mucho más fácil comprarla en liquidación, por tiendas online, en ferias americanas, en locales de barata importada y, en el mejor de los casos, en casas de “marcas”? ¿Se puede recuperar el oficio de la costura entre la herencia de ser un destino obligado para las mujeres y lo cool de la industria del diseño al que se pueden dedicar solo algunes?
Mi mamá -de joven y antes de casarse- se hacía toda su ropa, también tejía. Era el abc de la mujer moderna, futura esposa, madre y ama de casa. En las escuelas, a las mujeres se les “impartía” clases de corte y confección antes que ciencias. Tengo recuerdos de ella con su máquina de coser a pedal y después con una eléctrica. No le gustaba, era evidente, pero tenía que hacerlo, era parte del pack del destino obligado. Las que se dedicaron a la costura como trabajo y, sobre todo, la alta costura adquirían otro estatus. Entre una cosa y la otra, los matices: ¿se puede coser como un oficio, un arte y un disfrute, sin mandatos de género? Sí, y es una práctica revolucionaria para los tiempos que nos marcan las modas, las tendencias, los tipos de cuerpos para los que está pensada la ropa y el consumo por el consumo mismo. Y, en Regia Taller, pasa algo de todo esto.
Mimí Argüello Lobo es nieta de dos modistas muy creativas, “hacían magia con muy poquitos recursos”, aprendió de ellas el oficio con muchísima intuición y observación. Es licenciada en Diseño de Indumentaria y Textil, y se nombra como docente travesti, de hecho, es la primera docente travesti de la Universidad Siglo 21. Además, es tallerista autogestiva en el espacio que ha creado con mucho amor y convicción: Regia Taller es su nido de creación, un lugar para aprender el oficio de la costura, la moldería y el arte textil. Ya pasaron por allí casi 200 personas que aprendieron a coser con ella, desde los 8 a los 75 años, tomando clases de moldería y confección. Cada vez son más las masculinidades que se acercan, algo está cambiando, hay nuevas perspectivas y el tinte exclusivamente femenino del oficio, en algún punto, se redefine. Le gusta pensar al oficio de la costura como una herramienta puramente creativa y no como un hacer serio y técnico: “Sabernos diseñadorxs de nuestra expresión y de nuestro estilo nos habilita a tomar decisiones estéticas y de diseño súper fieles a quienes somos”, dice en diálogo con La tinta.
Para Mimí, la costura, desde chica, siempre fue en secreto: “Como me socializaron varón, las costuras y las telas no estaban permitidas para mí. Entonces, me dedicaba a recoger retazos que dejaban caer mis abuelas y, en secreto, diseñaba vestidos inmensos para las Barbies que le robaba a mi hermana. Ya de preadolescente, sabía armar vestiditos muy complejos y podía dilucidar cómo es que se habían cosido las prendas de mi placar. De grande, me anoté en la carrera de Diseño de Indumentaria y le pedí a la nona que me refuerce lo aprendido en secreto. Aprendí con una máquina viejita a pedal y aquellas citas de costuras fueron muy especiales para mí. Entendí que la herencia de este oficio era más grande de lo que podía apreciar”.
Ya recibida, Mimí pasó por varios emprendimientos de indumentaria y lo más común que escuchaba en sus clientxs era: “No encuentro ropa que me defina”. Con una máquina de coser viejita, heredada de la Lela -su otra abuela- y con alumnes particulares, comenzó su etapa de tallerista. Con el tiempo, se compró otra máquina y en pandemia siguió creciendo porque, aunque no lo crean, la gente quería aprender a coser. “Las personas por fuera de la hegemonía corporal y el binomio de género quedamos excluidas de las propuestas de indumentaria que hay en la ciudad. Entonces, la mejor opción para empoderar estos cuerpos y estas identidades es democratizar los saberes de diseño y el oficio de la costura. Así empezó todo el proyecto de Regia”, detalla.
“Hace al menos 40 años, nuestras abuelas vestían a nuestros padres mayormente con prendas que cosían ellas, en su momento, esto solo podía entenderse como una estrategia más de la economía de la clase media-baja. Hoy, hacerse la ropa tiene otros significados y cargas políticas. Sabemos que la industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta, entonces, aprender a coser, rediseñar o reparar nuestras prendas es un acto revolucionario”.
Con total convicción, luego del tiempo que lleva dando talleres, afirma que poder diseñar y cosernos la ropa nos empodera, nos ayuda a fortalecer nuestra autoestima y nos da la oportunidad de explorar nuestra creatividad como diseñadorxs. Y aclara: “En su momento, dejamos de coser porque las grandes marcas masivas y las macrotendencias de consumo nos empujaron a vaciar de contenido nuestro ejercicio de vestir. Cada tres meses y cada vez más seguidas unas de las otras, nos obligan a adquirir las prendas en tendencia. Consumimos en medio de una cultura de la pertenencia y el miedo a ser distintx. Sin embargo, algo está cambiando, todo lo que nos propone el slow fashion y las campañas de concientización nos habilita a explorar otras maneras de armarnos”.
Nada más lindo que decir: «A esto lo hice yo», podrá estar medio chanfleado, pero lo cosí con mis manos. Según Mimí, para quienes atesoran saberes de oficios tan útiles como la costura, la cerámica, la carpintería, la gastronomía, etc., etc., y emprenden el viaje de ser docentes, es central entender que democratizar esos conocimientos es por y para una realidad más consciente y sostenible.
“Como trava docente, me gusta pensar que puedo darle una vuelta de rosca a la enseñanza con una mirada travesti. Y quizá es un poco por eso que muches elijan aprender conmigo. Porque ser trava es diseñarse o rediseñarse y volverse a diseñar, entonces, mi forma de enseñar el diseño necesariamente se intersecciona con la construcción identitaria”, dice contundente esta costurera entre sus metros y alfileres.
Mimí lleva adelante otro paradigma posible en la costura, una invitación a comprender el diseño y a sabernos diseñadorxs y actores claves y activxs en la industria de la moda, dejar de ser consumidores pasivxs y ser también creadores de moda y de diseño, a nuestras medidas, en todos los sentidos.
“Aprender a coser es para siempre y todes podemos hacerlo. Imaginate que tuve alumnes que jamás habían enhebrado una aguja y hoy me mandan fotos de las prendas que se hacen en sus casas. Coser en medio de la vorágine en la que vivimos es una pausa y nos baja diez cambios. Es que el oficio nos permite conectarnos con el aquí y el ahora, ejercitar nuestra motricidad fina y alimentar nuestro lado artístico. Y lo real es que todes vuelven, todes quieren seguir aprendiendo con una maestra ciruela-travesti”. Así que ya saben, si andan con ganas de poner manos a la costura, se llegan a lo de Mimí para hacer ropa regia.
*Por Verónika Ferrucci para La tinta / Imagen de portada: Ana Medero para La tinta.