¿Es old coser tu ropa?

¿Es old coser tu ropa?
26 enero, 2023 por Verónika Ferrucci

Entre las casas de barrio Pueyrredón, el taller Regia alberga a quienes desean aprender el oficio de la confección y la costura. Mimí Argüello Lobo es la docente travesti a cargo del espacio. Entre costura y costura, nos cuenta cómo comenzó con esta propuesta y cómo va desenredando lo que nos impone la industria de la moda según los cuerpos hegemónicos y el binomio de género. Coser tu propia ropa, está chequeado, otorga independencia y un abanico inmenso de posibilidades de creación. 

Por Verónika Ferrucci para La tinta

¿Por qué hacer tu propia ropa si es mucho más fácil comprarla en liquidación, por tiendas online, en ferias americanas, en locales de barata importada y, en el mejor de los casos, en casas de “marcas”? ¿Se puede recuperar el oficio de la costura entre la herencia de ser un destino obligado para las mujeres y lo cool de la industria del diseño al que se pueden dedicar solo algunes? 

Mi mamá -de joven y antes de casarse- se hacía toda su ropa, también tejía. Era el abc de la mujer moderna, futura esposa, madre y ama de casa. En las escuelas, a las mujeres se les “impartía” clases de corte y confección antes que ciencias. Tengo recuerdos de ella con su máquina de coser a pedal y después con una eléctrica. No le gustaba, era evidente, pero tenía que hacerlo, era parte del pack del destino obligado. Las que se dedicaron a la costura como trabajo y, sobre todo, la alta costura adquirían otro estatus. Entre una cosa y la otra, los matices: ¿se puede coser como un oficio, un arte y un disfrute, sin mandatos de género? Sí, y es una práctica revolucionaria para los tiempos que nos marcan las modas, las tendencias, los tipos de cuerpos para los que está pensada la ropa y el consumo por el consumo mismo. Y, en Regia Taller, pasa algo de todo esto. 

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(Imagen: Ana Medero para La tinta)

Mimí Argüello Lobo es nieta de dos modistas muy creativas, “hacían magia con muy poquitos recursos”, aprendió de ellas el oficio con muchísima intuición y observación. Es licenciada en Diseño de Indumentaria y Textil, y se nombra como docente travesti, de hecho, es la primera docente travesti de la Universidad Siglo 21. Además, es tallerista autogestiva en el espacio que ha creado con mucho amor y convicción: Regia Taller es su nido de creación, un lugar para aprender el oficio de la costura, la moldería y el arte textil. Ya pasaron por allí casi 200 personas que aprendieron a coser con ella, desde los 8 a los 75 años, tomando clases de moldería y confección. Cada vez son más las masculinidades que se acercan, algo está cambiando, hay nuevas perspectivas y el tinte exclusivamente femenino del oficio, en algún punto, se redefine. Le gusta pensar al oficio de la costura como una herramienta puramente creativa y no como un hacer serio y técnico: “Sabernos diseñadorxs de nuestra expresión y de nuestro estilo nos habilita a tomar decisiones estéticas y de diseño súper fieles a quienes somos”, dice en diálogo con La tinta.


Para Mimí, la costura, desde chica, siempre fue en secreto: “Como me socializaron varón, las costuras y las telas no estaban permitidas para mí. Entonces, me dedicaba a recoger retazos que dejaban caer mis abuelas y, en secreto, diseñaba vestidos inmensos para las Barbies que le robaba a mi hermana. Ya de preadolescente, sabía armar vestiditos muy complejos y podía dilucidar cómo es que se habían cosido las prendas de mi placar. De grande, me anoté en la carrera de Diseño de Indumentaria y le pedí a la nona que me refuerce lo aprendido en secreto. Aprendí con una máquina viejita a pedal y aquellas citas de costuras fueron muy especiales para mí. Entendí que la herencia de este oficio era más grande de lo que podía apreciar”.  


Ya recibida, Mimí pasó por varios emprendimientos de indumentaria y lo más común que escuchaba en sus clientxs era: “No encuentro ropa que me defina”. Con una máquina de coser viejita, heredada de la Lela -su otra abuela- y con alumnes particulares, comenzó su etapa de tallerista. Con el tiempo, se compró otra máquina y en pandemia siguió creciendo porque, aunque no lo crean, la gente quería aprender a coser. “Las personas por fuera de la hegemonía corporal y el binomio de género quedamos excluidas de las propuestas de indumentaria que hay en la ciudad. Entonces, la mejor opción para empoderar estos cuerpos y estas identidades es democratizar los saberes de diseño y el oficio de la costura. Así empezó todo el proyecto de Regia”, detalla. 


“Hace al menos 40 años, nuestras abuelas vestían a nuestros padres mayormente con prendas que cosían ellas, en su momento, esto solo podía entenderse como una estrategia más de la economía de la clase media-baja. Hoy, hacerse la ropa tiene otros significados y cargas políticas. Sabemos que la industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta, entonces, aprender a coser, rediseñar o reparar nuestras prendas es un acto revolucionario”. 


Con total convicción, luego del tiempo que lleva dando talleres, afirma que poder diseñar y cosernos la ropa nos empodera, nos ayuda a fortalecer nuestra autoestima y nos da la oportunidad de explorar nuestra creatividad como diseñadorxs. Y aclara: “En su momento, dejamos de coser porque las grandes marcas masivas y las macrotendencias de consumo nos empujaron a vaciar de contenido nuestro ejercicio de vestir. Cada tres meses y cada vez más seguidas unas de las otras, nos obligan a adquirir las prendas en tendencia. Consumimos en medio de una cultura de la pertenencia y el miedo a ser distintx. Sin embargo, algo está cambiando, todo lo que nos propone el slow fashion y las campañas de concientización nos habilita a explorar otras maneras de armarnos”. 

Nada más lindo que decir: «A esto lo hice yo», podrá estar medio chanfleado, pero lo cosí con mis manos. Según Mimí, para quienes atesoran saberes de oficios tan útiles como la costura, la cerámica, la carpintería, la gastronomía, etc., etc., y emprenden el viaje de ser docentes, es central entender que democratizar esos conocimientos es por y para una realidad más consciente y sostenible. 

“Como trava docente, me gusta pensar que puedo darle una vuelta de rosca a la enseñanza con una mirada travesti. Y quizá es un poco por eso que muches elijan aprender conmigo. Porque ser trava es diseñarse o rediseñarse y volverse a diseñar, entonces, mi forma de enseñar el diseño necesariamente se intersecciona con la construcción identitaria”, dice contundente esta costurera entre sus metros y alfileres. 

Mimí lleva adelante otro paradigma posible en la costura, una invitación a comprender el diseño y a sabernos diseñadorxs y actores claves y activxs en la industria de la moda, dejar de ser consumidores pasivxs y ser también creadores de moda y de diseño, a nuestras medidas, en todos los sentidos. 

(Imagen: Ana Medero para La tinta)

“Aprender a coser es para siempre y todes podemos hacerlo. Imaginate que tuve alumnes que jamás habían enhebrado una aguja y hoy me mandan fotos de las prendas que se hacen en sus casas. Coser en medio de la vorágine en la que vivimos es una pausa y nos baja diez cambios. Es que el oficio nos permite conectarnos con el aquí y el ahora, ejercitar nuestra motricidad fina y alimentar nuestro lado artístico. Y lo real es que todes vuelven, todes quieren seguir aprendiendo con una maestra ciruela-travesti”. Así que ya saben, si andan con ganas de poner manos a la costura, se llegan a lo de Mimí para hacer ropa regia.

*Por Verónika Ferrucci para La tinta / Imagen de portada: Ana Medero para La tinta.

Palabras claves: Taller Textil

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La Patagonia rebelde de Guillermo Saccomanno

La Patagonia rebelde de Guillermo Saccomanno
18 marzo, 2025 por Leandro Albani

Con una serie de crónicas sobre el sur argentino, el escritor argentino revela las estructuras profundas que mantienen al país anclado en las fauces del capitalismo.

Ni periodismo darwiniano ni charlatanería turística for export. Y tampoco la historia oficial sobre una tierra “civilizada” a punta de fusiles y bayonetas. Sobre estos pilares, se sostiene Guillermo Saccomanno para escribir una serie de crónicas sobre el sur argentino, publicadas en su mayoría en la década de 1990 y ahora reunidas en el libro Escrito en Patagonia, editado en 2024 por La flor azul.

Si las descripciones y las voces dan ritmo y profundidad a las crónicas, también lo hacen las reflexiones y pasajes ensayísticos que el escritor argentino articula a lo largo de los textos. Para Saccomanno, es tan importante mostrar los detalles de un viaje por una ruta desolada como preguntarse para qué sirve la literatura, entender (y escribir) que la memoria se manifiesta en el cuerpo o contar por qué la verdad es el principal valor para el pueblo mapuche.

La Patagonia se abre como un territorio concreto, sin veleidades exóticas o rasgos que remiten al concepto de orientalismo, acuñado por el intelectual palestino, Edward Said. Saccomanno, recientemente galardonado con el Premio Alfaguara por su novela Arderá el viento, rompe la representación que hacen los poderosos sobre esa tierra que creen que es su gran propiedad privada. El escritor también apunta sin contemplación a la hora de denunciar al Estado burgués argentino y sus imposiciones históricas y cargadas de crueldad contra los pobladores originarios.

Saccomanno explica que “cuando se trata de escribir, no se trata sólo de un asunto literario, la elección de un género, sino de una toma de partido ideológica”. Y agrega: “También me parece oportuno señalar a esta altura que la teoría literaria, tal como la entiendo, es teoría política”. Desde esta posición, Saccomanno cuenta y denuncia, describe y apuesta, rescata lo que el establishment de turno quiere ocultar y demuele la construcción oficial de la historia. Esos golpes directos se sienten página a página, sin perder una prosa con oficio y claridad.

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Imagen: La flor azul.

Leer Escrito en Patagonia es tender puentes hacia las investigaciones del historiador Osvaldo Bayer sobre los fusilamientos de peones por parte del Ejército. O también volver a Los dueños de la tierra, de David Viñas, una novela que revela la vileza de estancieros y oligarcas hacia los “otros”, ya sean peones o indígenas, pero todos condenados, según esos dueños de la tierra, a la explotación o la muerte.


En las crónicas, además, sobrevuelan las sabidurías, los pensamientos y las prácticas del pueblo mapuche. “Los mapuches no piensan que este territorio les pertenece ―escribe―. A los huincas este pensamiento los sorprende: ‘No es que esta tierra me pertenece’, piensa el mapuche. ‘Sino que yo soy la tierra’. El pensamiento es mucho más sencillo y, a la vez, abarcador. No se trata de posesión. Sino de sentirse parte”. Entrelazado a eso, la naturaleza que resiste el “desarrollo” capitalista que, desde su origen, se construye con la voracidad del saqueo de la tierra y la cultura.

Saccomanno pone la mira en las raíces de nuestro país burgués y, por estos tiempos, transnacionalizado: el Ejército argentino como fuerza de choque a las órdenes de los poderosos, el extractivismo como política de ocupación y saqueo, la historia oficial escrita por manos locales y extranjeras que intentan condenar a la Patagonia como desierto virgen que tiene que ser violado. Pero también la contracara: el docente Orlando “Nano” Balbo, detenido-desaparecido que sobrevivió a la dictadura y que apuesta a otra educación; el recuerdo vivo del maestro Carlos Fuentealba, fusilado por la policía; y otra vez Bayer, en un artículo que cierra el libro, aunque, más que finalizar la obra, permite abrir ventanas hacia el futuro, porque la figura, la ética y el oficio del historiador anarquista argentino es faro hacia donde mirar cuando se habla de compromiso con las luchas de los más desposeídos. Saccomanno pronuncia: “Si escribir sobre Bayer me enerva, se debe a que, al hacerlo, debo mirar alrededor. Imposible mirar el alrededor sin mirar el pasado. Imposible no tener en cuenta la proyección de sus tensiones cruentas en el presente, la crisis de representación que corrompe los estamentos de la realpolitik. Imposible hacerse el distraído. Esta, aunque suene a reduccionismo, es la lección mayor de Bayer”.

En Escrito en Patagonia, se descubre la relación estrecha del escritor con ese territorio, sus miradas sobre la literatura en relación a ese país dentro del país y los recuerdos de conscripto en el servicio militar. En este libro, el escritor toma posición y denuncia, pero nunca pierde de vista que escribir de una forma más hermosa que como lo hacen nuestros enemigos es una de nuestras armas. En estos momentos de una Argentina que vira aceleradamente hacia el fascismo, Saccomanno, con sus crónicas, propone otro país: uno donde los y las condenadas de la tierra no pierden las esperanzas y todavía atemorizan a los estancieros y oligarcas.

*Por Leandro Albani para La tinta / Imagen de portada: Martín Bonetto.

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Palabras claves: Guillermo Saccomanno, Libro, Patagonia Rebelde

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