«Defendemos, apostamos y nos hemos sacrificado por la independencia»
La tinta habló con Abdulah Arabi, representante del Frente Polisario en España, que se refirió a la actual guerra de liberación que encabeza el pueblo saharaui y las crecientes tensiones entre Marruecos, Argelia y España.
Por Leandro Albani, desde España, para La tinta
Desde noviembre de 2020, la lucha independentista del pueblo saharaui se recrudeció. Ese mes, la monarquía de Marruecos rompió el alto el fuego acordado con el Frente Polisario (FP) y que contaba con el aval de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El Polisario, representante legítimo del pueblo saharaui según las principales instancias internacionales, lanzó nuevas incursiones militares luego de que Rabat violara la soberanía de la República Árabe Democrática Saharaui (RADS) en El Guerguerat, un pequeño paso fronterizo con Mauritania.
Al poco tiempo, el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, reconoció el “plan de autonomía” de Marruecos para el territorio ocupado del Sahara Occidental. De esta manera, el gobierno estadounidense echaba por la borda el plan aprobado por la ONU en 1991 para que los y las saharauis decidieran, en un referéndum libre y democrático, la creación de un Estado saharaui independiente. La postura de Trump tuvo como retribución que el Reino de Marruecos restableciera relaciones diplomáticas con Israel.
Como si fuera poco, en marzo de este año, el gobierno español del presidente Pedro Sánchez rompió, de la noche a la mañana, con la política histórica de su país con respecto al Sahara Occidental. Hasta el día de hoy, España es la potencia administradora del territorio, ya que fue su colonia hasta 1975, año en que se retiró intempestivamente y permitió a Marruecos ocupar la mayoría del suelo que les pertenecía históricamente a los hombres y a las mujeres saharauis.
Abdulah Arabi, representante del Frente Polisario en España, habló sobre estos temas con La tinta. Además, se refirió al saqueo económico del que es víctima el pueblo saharaui y de las relaciones históricas de los hombres y las mujeres del Sahara Occidental con América Latina.
—¿Qué opina sobre la postura del gobierno español con respecto a la supuesta autonomía propuesta por Marruecos para el territorio del Sahara Occidental?
—Entra en el marco de la política de presión que Marruecos venía ejerciendo sobre este gobierno desde finales de 2020. La intención es que algunos países europeos, fundamentalmente España, siguieran los pasos de la declaración que hizo Donald Trump reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental. Marruecos lo intentó, por primera vez, con lo que mejor se le da: la presión migratoria hacia las Islas Canarias, intentando condicionar ese cambio político que tuvo el gobierno español. En ese primer período, aguantó a través de la entonces ministra de Relaciones Exteriores (Arancha González Laya). En la Unión Europea (UE), la postura de Marruecos también ha tenido mucha resistencia por parte de Alemania. Aprovechando la presencia de nuestro presidente, Brahim Gali, en España para tratarse por el COVID-19, Marruecos elevó esa presión y llegó al punto de intentar utilizar la inmigración, las vidas humanas -entre ellas, a menores de edad marroquíes a través de Ceuta-, que fue condenado por el Parlamento Europeo.
Entendemos que ese giro que se produjo en marzo de este año es consecuencia de esa presión. Y España ha cedido a ese chantaje. Ha ido en contra de una política de consenso que siempre ha existido en estos últimos 46 años, que está centrada en que los esfuerzos de la solución del conflicto del Sahara Occidental sea en las Naciones Unidas y respetando sus resoluciones al respecto. Pero con el giro del presidente español, se rompe ese consenso, se sale del marco de la legalidad internacional y se sitúa al lado de las pretensiones expansionistas de una potencia ocupante, como es Marruecos.
Todo esto por parte de un país como España, que ostenta todavía el título de potencia administradora del territorio del Sahara Occidental. Nadie lo entiende y el gobierno ha ido en contra del Parlamento, del Senado, de los partidos políticos, de la oposición y de sus propios socios. Y, sobre todo, en contra del sentir ampliamente solidario de la sociedad española con el pueblo saharaui.
—¿Cómo es el plan de autonomía que propone Marruecos?
—No existe, porque la legalidad internacional la conforma un plan de paz de las Naciones Unidas, que ha sido roto el 13 de noviembre de 2020 por parte de Marruecos. Esa legalidad internacional prevé la celebración de un referéndum de autodeterminación mediante el cual el pueblo saharaui pueda decidir su futuro. Además, la independencia tiene que estar presente como opción indispensable.
Marruecos ha intentado salirse de ese marco haciendo una propuesta de autonomía. Nosotros hemos hecho una contrapropuesta, que es la independencia del pueblo saharaui. Esas dos propuestas están presentadas, pero no conforman parte de la legalidad internacional. Apostar por esa autonomía es, simplemente, hacer entender que el Sahara Occidental forma parte de Marruecos. Por lo cual, una de las cosas que estamos pidiendo al gobierno de España y a su presidente es que aclaren qué entienden por integridad territorial de Marruecos y si realmente consideran que el Sahara Occidental es una parte integral de Marruecos o solo aceptan las fronteras internacionalmente reconocidas. El giro que ha dado el gobierno español nos hace entender que no solo reconocen la opción de la autonomía, sino que van más allá y reconocen la soberanía de Marruecos sobre el territorio del Sahara Occidental.
—Después de que Donald Trump avalara la propuesta marroquí, ¿hubo algún cambio de postura con la administración de Joe Biden?
—El actual gobierno, en la práctica, no ha continuado por ese camino. La proclamación de Trump tiene otro apartado, que es el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel. Revertir esto no es nada sencillo. Entendemos que, en la práctica, la administración Biden ha intentado vaciar de contenido la declaración de Trump. Primero, mantienen el mapa separado de Marruecos. Segundo, avalan la referencia al derecho y la legalidad internacional como marco para solucionar el conflicto del Sahara Occidental. Y tercero, el famoso consulado (estadounidense) que iban a abrir en el Aaiún (capital histórica del Sahara Occidental ocupada por Marruecos) no fue abierto. Además, el Senado norteamericano no aprobó la financiación para llevarlo a cabo. Por lo tanto, no se ha seguido por esa vía, aunque no se ha revertido públicamente, pero Biden sí la ha intentado vaciar de contenido. Esto ha puesto aún más nervioso a Marruecos, por eso centró sus esfuerzos en España y ha conseguido que cambie de postura.
—¿En qué situación está la actual guerra entre el Frente Polisario y Marruecos?
—Es una guerra que Marruecos intenta silenciar, ignorar y evitar que se hable de ella. Nosotros hemos mantenido esa guerra y actualmente los medios comienzan a abordarla como una realidad. Porque existe a pesar de todo el silencio y el intento de ignorarla. Es una guerra que nosotros, al menos desde España, hemos trasladado a medios de comunicación españoles y europeos para, desde el terreno, contar esa realidad que existe. Hoy en día, ya no es fácil para Marruecos seguir mintiendo e ignorando la guerra, porque hay bajas, hay víctimas, hay drones que están bombardeando diariamente a civiles saharauis, mauritanos y argelinos, y también al ejército saharaui. Hay bajas, por lo tanto, es una guerra que no se puede esconder. Esa guerra existe, pero Marruecos no quiere reconocerla públicamente porque el uso de drones en una guerra que no está declarada públicamente está prohibido internacionalmente. Y está usando drones comprados a países occidentales, con el mero hecho de intentar usarlos contra la población civil saharaui. Entonces intenta ignorar la guerra, pero, con el paso del tiempo, ha ido adquiriendo más presencia y dinamismo. Consideramos que, en los próximos meses, esta guerra irá a más y a Marruecos no le quedará más remedio que aceptarla. Por eso, la comunidad internacional tiene que reaccionar para intentar evitarla o, por lo menos, asumir sus consecuencias.
—¿Piensa que, en esta situación bélica, puede haber un conflicto más grande entre Marruecos y Argelia?
—No hay que olvidar que esta guerra se produce en una zona que está inmersa en una escalada militar y de tensión muy alta. Esto es debido a los problemas que siempre han existido entre Argelia y Marruecos. Desde hace prácticamente un año, las relaciones diplomáticas entre ambos países están rotas. Hay una tensión enorme que ha aumentado con la guerra. Pero también la decisión del gobierno de España ha aumentado esa tensión, porque Argelia considera que España ha traicionado su política exterior y su compromiso como potencia administradora del Sahara Occidental. Sino que también ha optado por un país que agrede, invade un territorio como el Sahara Occidental, que machaca los derechos del pueblo saharaui y que sostiene una tensión elevada. Argelia considera que la decisión de España es inclinarse hacia una de las dos potencias que están llamadas a liderar cualquier solución, cualquier estabilidad en la región del norte de África o cualquier integración económica. En ese sentido, Argelia considera que la decisión de España, lejos de tener una visión estratégica, se ha inclinado hacia las pretensiones expansionistas de Marruecos, que no solo se limitan a absorber al Sahara Occidental, sino también a los países vecinos, entre ellos, Argelia y España.
—¿Se pudo detener de alguna manera el robo de Marruecos de los recursos naturales saharauis?
—Siempre hemos denunciado ante las instancias judiciales ese robo y ese saqueo permanente de nuestros recursos naturales. Es un saqueo con el que Marruecos no solo se beneficia económicamente, sino con el cual intenta condicionar posicionamientos políticos, como el que hablamos con respecto a España y a otros países europeos. Lo hemos denunciado ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Hay dos sentencias que han salido a finales de 2021, en las que queda claro que la comercialización de esos recursos naturales por parte de Marruecos, en complicidad con los países de la Unión Europea, es ilícita. Por lo tanto, no pueden ser objetivo de ningún acuerdo económico entre la Unión Europea y Marruecos sin el consentimiento del pueblo saharaui, expresado a través de su único y legítimo representante, que es el Frente Polisario. Consideramos que es tan nítido y claro el contenido de las sentencias que es muy difícil que haya alguna modificación con respecto al resultado final de ambas sentencias. Ese es el camino que tenemos que seguir: presentando denuncias ante las instancias jurídicas de la Unión Europea, pero también contra cualquier instancia internacional, país, empresa o individuo que intente participar con Marruecos en el saqueo permanente de nuestros recursos naturales. Nosotros entendemos que esos países no solo son partícipes de un saqueo ilegal, sino que también financian la ocupación ilegal del territorio del Sahara Occidental.
—Como pueblo saharaui y Frente Polisario, ¿qué importancia le dan al vínculo con América Latina?
—Es muy importante. Somos prácticamente el único país árabe que habla español y el segundo país del continente africano que habla esa lengua. Hemos compartido el colonialismo y también la lucha por la liberación. Entendemos que es un vínculo desde el punto de vista histórico, cultural e idiomático. Este vínculo nos permitió que en muchos países latinoamericanos esté presente nuestra causa. Nos sentimos hermanados y sabemos que hemos combatido contra el mismo colonialismo. En América Latina, los saharauis nos sentimos como con nuestros hermanos y hermanas. Este vínculo se expresa en que tanto en África como en América Latina están la mayoría de países que reconocen a los saharauis y donde disponemos de más embajadas. En América Latina, nos sentimos siempre como en casa.
—Personalmente, cuando observa el trayecto de la lucha saharaui, ¿qué es lo que ve?
—El pueblo saharaui forma parte de la lucha de liberación internacional. Históricamente, tanto a nivel de los países africanos como latinoamericanos, es parte de esa lucha por intentar deshacerse del colonialismo y tratar de mirar el futuro como pueblos independientes, soberanos. Eso es lo que nos une y es donde nos sentimos acogidos, porque compartimos la lucha, los objetivos, el idealismo de la lucha de esos pueblos por intentar ser libres. El pueblo saharaui todavía no ha podido culminar eso debido a una descolonización mal llevada y mal terminada por parte de España, y aprovechada por Marruecos, que ha ocupado de manera ilegal y militar nuestro país, prolongando el sufrimiento del pueblo saharaui. Creo que nuestro sufrimiento y nuestra lucha son compartidas por esos pueblos que llegaron a su libertad e independencia gracias al esfuerzo, como lo intentamos nosotros hace 47 años.
—¿Cómo ve la moral de los hombres y las mujeres saharauis en los campamentos de refugiados, en el territorio liberado y en la diáspora?
—Llevamos mucho tiempo esperando para que la comunidad internacional reaccione y trate de acelerar la resolución del conflicto del Sahara Occidental. También estamos convencidos y seguros de que hay una parte de esa solución que depende única y exclusivamente del pueblo saharaui. En lo que dependa del pueblo saharaui, no tenemos ni la menor duda de que vamos a seguir dando lo mejor de cada uno de nosotros y nosotras para lograr nuestro objetivo final, que es la libertad y la independencia.
Nos movemos en un mundo complejo, interrelacionado, difícil, pero la solidaridad con la que goza el pueblo saharaui es el reflejo de la determinación que tenemos para que la vía pacífica sea la solución definitiva de la causa saharaui. Porque hemos apostado durante los últimos 29 años para que el plan de paz de la ONU se aplique y se le otorgue al pueblo saharaui la posibilidad de decidir, mediante las urnas, lo que quiere ser. Defendemos, apostamos y nos hemos sacrificado por la independencia, pero estamos abiertos a que pongan cualquier otra opción, porque tenemos una convicción total de que nuestro pueblo va a votar por la independencia. Pero también hay que decirle a todo el mundo que esa misma determinación es la que tenemos de continuar la lucha, aunque sea mediante la guerra, hasta imponer nuestros objetivos finales de libertad e independencia.
*Por Leandro Albani para La tinta / Foto de portada: La tinta.