Pandemia de armas en Estados Unidos
La venta de armamento dentro de Estados Unidos continúa en crecimiento. Las firmas que lo producen ganan millones de dólares gracias a una arraigada cultura de la violencia y la paranoia.
Por Redacción La tinta
A principios de abril, la Fundación Nacional de Deportes de Tiro (NSSF, por sus siglas en inglés) informó que, en Estados Unidos, la industria armamentística disparó sus números de ventas en los últimos 14 años. Esto sucede ante los crecientes hechos de violencia y muertes producidas por armas de fuego, algo que deja otra vez a la luz el debate inconcluso sobre el control de armamentos adquiridos por civiles, una problemática constante en el país.
La agencia Prensa Latina indicó que, según la NSSF, la producción de armas generó más de 70.500 millones de dólares el año pasado, en comparación con los 19.100 millones de dólares registrados en 2008.
En un comunicado, la NSSF manifestó que “nuestra industria está orgullosa de ser uno de los puntos brillantes de nuestra economía”. Además, se aseguró que “estamos comprometidos con la propiedad y el uso seguro, legal y responsable de las armas, y trabajamos a diario para detener su mal uso criminal”.
La cadena de noticias CBS reportó que la revisión de antecedentes penales para adquirir un arma había aumentado un 31 por ciento entre enero y mayo del 2021, respecto al mismo periodo de 2020, un cálculo basado en datos oficiales del Buró Federal de Investigaciones (FBI). El total de armas vendidas en el país durante ese período fue de 5,5 millones de pistolas, revólveres, escopetas y fusiles automáticos, entre otros. CBS recordó que, solo en 2020, en Estados Unidos, ciudadanes compraron un total de 21 millones de armas de fuego.
En los dos últimos años, la venta de armas aumentó debido a la pandemia de coronavirus y a las crecientes protestas de la comunidad afroamericana luego de que la policía cometiera varios crímenes contra ciudadanes desarmades en diferentes puntos del país. Sectores importantes de la población, no solo vinculados al Partido Republicano y las ideas más conservadoras, agitaron el fantasma de enfrentamientos raciales, un mayor control social por parte de Washington debido a la pandemia y un desprecio creciente por las minorías étnicas del país.
De acuerdo con estadísticas de la organización Gun Violence Archive (GVA), en 2021, más de 20 mil personas perdieron la vida por las armas de fuego, sin contar los suicidios. Por su parte, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos advirtieron que 45.222 ciudadanes murieron por lesiones relacionadas con armas en 2020. Según este organismo, la cifra de hace dos años equivale a 13,6 muertes por armas de fuego por cada 100 mil personas, la tasa más alta en casi tres décadas. A su vez, un análisis difundido por el Pew Research Center (PRC) reveló que Mississippi, Luisiana, Wyoming, Missouri y Alabama fueron los que más muertes por arma de fuego per cápita tuvieron en 2020, cada uno con más de 20 incidentes por cada 100 mil habitantes.
La cultura armamentística en Estados Unidos está vinculada de forma estrecha con la política exterior de Washington, que tiene entre sus prioridades la venta de armas de todo tipo a diferentes países. En marzo de este año, el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) reveló que Estados Unidos fue el mayor exportador mundial de armas en el último quinquenio. En la investigación presentada, se detalló que Europa fue el continente que más aumentó la compra de armamento, mientras Sudamérica registró el nivel de importaciones más bajo de los últimos 50 años.
El SIPRI reconoció que, a nivel global, se produjo una caída del 4,6 por ciento del gasto en armamentos, en comparación con el lustro anterior (2012-2016), pero la actual guerra entre Rusia y Ucrania alteró las cifras. En el informe, el SIPRI indicó que Washington pasó de controlar el 32 por ciento de las ventas globales al 39 por ciento y duplicó las cifras de Rusia, el segundo exportador mundial, en los últimos cinco años.
La venta descontrolada de armamento dentro del territorio estadounidense tiene como justificación la Segunda Enmienda de la Constitución. En Estados Unidos: El país donde las armas llevan el apellido del presidente, investigación realizada por Diego Fonseca y publicada en 2020 por Ojo Público, se explicó que ese artículo “establece la necesidad de ‘una milicia bien regulada’ para dar seguridad al nuevo estado libre. En la conformación de esa milicia, concluye, ‘no se infringirá el derecho de las personas a mantener y portar armas’”. Fonseca resumió: “Esas 27 palabras -en inglés- constituyen el fondo y fin del problema de la posesión de armas en Estados Unidos. Han construido un error histórico. Un absurdo mayúsculo donde abrevan muchos, política y financieramente”.
Como ejemplo del poder de la industria armamentística en Estados Unidos, en febrero pasado, la firma WEE1 Tactical sacó el rifle AR-15 para niñes, denominadoJunior-15 y al que comercializa con el lema: “Funciona como el arma de mamá y papá”. Aunque el rifle es más pequeño y liviano que el original –que es un arma de guerra-, la compañía aseguró que tiene “el mismo golpe mortal” que su versión “para adultos”.
WEE1 Tactical no escatimó imaginación para vender su nuevo modelo: el rifle tiene un logotipo que muestra una calavera y tibias cruzadas con un chupete, y, según la firma, fue diseñado para “ayudar de manera segura a los adultos a introducir a los niños en los deportes de tiro”.
Aunque la guerra ruso-ucraniana permite que la industria armamentística estadounidense sume en sus arcas millones de dólares –debido al envío descontrolado de armas por parte de la Casa Blanca al gobierno de Ucrania-, esas mismas firmas no descuidan el redituable “mercado interno” en el país, forjado desde hace décadas por una cultura de violencia, racismo y paranoia que siempre implica muy buenos negocios.
*Por Redacción La tinta / Foto de portada: Getty Images.