Qué fácil es para el mundo borrar el sufrimiento palestino
El año 2019 fue tan destructivo como los anteriores para los palestinos y las palestinas que sobreviven en Gaza, un territorio bloqueado y bombardeado por Israel.
Por David Hearst para Middle East Eye
Me gustaría que ensayaran un ejercicio. Busquen en Google las palabras “familia de ocho integrantes asesinada” y se les darán varias opciones: una en Sonora, México; otra en Pike, Ohio, y otra en el Condado de Mendocino, California. Pero la memoria masiva de Google parece haber sufrido amnesia sobre lo que ocurrió hace apenas un mes en Deir Al Balah, Gaza.
Para recapitular, porque ustedes también pueden haberlo olvidado: el 14 de noviembre, un piloto israelí lanzó una bomba JDAM de una tonelada sobre una vivienda precaria donde dormían ocho integrantes de una familia. Cinco de ellos eran niños. Dos de ellos eran bebés.
En un principio, el ejército israelí trató de librarse de la responsabilidad por el asesinato de la familia Al Sawarka (desde entonces, otro miembro de la familia ha muerto a causa de las heridas, lo que eleva el total a nueve). Su portavoz en lengua árabe afirmó que la vivienda era el puesto de mando de una unidad de lanzamiento de cohetes de la Yihad Islámica en el centro de la Franja de Gaza.
Sin embargo, como reveló Haaretz, la información sobre el objetivo tenía al menos un año de antigüedad. La inteligencia se basaba en rumores, y nadie se molestó en comprobar quién vivía dentro de ese edificio; lanzaron la bomba de todos modos.
La inteligencia militar capaz de identificar y golpear objetivos en movimiento, como Bahaa Abu Al Atta, el comandante de la Yihad Islámica, en el norte de la Franja de Gaza -o de intentar matar a Akram Al Ajouri, un miembro de su oficina política en Damasco-, es al mismo tiempo incapaz de actualizar su banco de objetivos de hace un año.
El ejército israelí no tenía que haberse molestado en mentir. Nadie se dio por enterado. Ni el intercambio de disparos de cohetes ni el asesinato de la familia Sawarka ocuparon las primeras planas de The Guardian, el New York Times o el Washington Post.
El plan de dieta de Israel para Gaza
Esto es Gaza hoy en día: un bloqueo brutal a un pueblo olvidado que subsiste en condiciones que la ONU predice que serán inhabitables en 2020, un año que está a pocas semanas de distancia.
Es inexacto decir que las muertes de la familia Sawarka fueron recibidas con indiferencia en Israel. Indiferencia no es la palabra correcta. Es más bien júbilo.
El único rival de Benjamín Netanyahu para asumir su cargo es Benny Gantz. Cualquiera en las capitales occidentales que confunda a Gantz con un pacifista, simplemente porque está desafiando a Netanyahu, debería ver una serie de videos de campaña que el ex jefe del ejército israelí publicó recientemente sobre Gaza.
Uno de ellos comienza con el tipo de imágenes que un avión no tripulado ruso podría haber tomado después de bombardear el este de Alepo. La devastación es como en Dresde o Nagasaki. Lleva unos inquietantes segundos darse cuenta de que estas horribles imágenes con drones son una celebración de la destrucción, no una denuncia de ella.
Su mensaje en hebreo es inequívoco para lo que en el derecho internacional se considera un crimen de guerra: “Partes de Gaza fueron devueltas a la edad de piedra (…) 6.231 objetivos destruidos (…) 1.364 terroristas muertos (…) 3,5 años de silencio (…) Sólo los fuertes ganan”.
La asfixia de Gaza por parte de Israel es anterior al bloqueo que comenzó cuando Hamas tomó el control en 2007. Como ha dicho el escritor israelí Meron Rapoport, los dirigentes israelíes han albergado durante mucho tiempo pensamientos genocidas sobre qué hacer con el enclave hacia el cual empujaron a todos esos refugiados y refugiadas después de 1948.
En 1967, el ex primer ministro israelí Levi Eshkol creó una unidad para alentar a la población palestina a emigrar. “Precisamente por la asfixia y el encarcelamiento reinantes allí, tal vez los árabes abandonen la Franja de Gaza. (…) Tal vez si no les damos suficiente agua no tengan opción, porque los huertos se amarillearán y se marchitarán”, sugirió, según las actas desclasificadas de las reuniones del gabinete publicadas en 2017.
En 2006, Dov Weisglass, asesor del gobierno, dijo: “La idea es poner a los palestinos a dieta, pero no hacerlos morir de hambre”.
El cruce de Rafah como válvula de escape
El paso del tiempo no ha aplacado ni modificado estos sentimientos. La diferencia hoy es que los dirigentes israelíes ya no sienten la necesidad de disfrazar sus ideas sobre Gaza. Como lo hizo Gantz, dicen en voz alta lo que antes habían dicho o pensado en privado.
En privado, los primeros ministros israelíes nunca han dejado de comunicarse con Hamas a través de intermediarios, principalmente sobre el intercambio de prisioneros.
Tony Blair, el ex enviado del Cuarteto a Oriente Medio, desplegó su propia diplomacia al ofrecer a Hamas un puerto marítimo y un aeropuerto a cambio del fin del conflicto con Israel. No llegó a ninguna parte.
Hamas ha ofrecido unilateralmente una hudna, o cese del fuego a largo plazo, y ha cambiado su Carta de Principios para hacer viable un acuerdo basado en las fronteras de Palestina de 1967. Pero se ha negado a desmantelar o entregar sus fuerzas armadas. Fatah y la OLP terminaron en un camino de decadencia e irrelevancia política desde que ambos reconocieron la existencia de Israel. Esto no es un gran incentivo para Hamas y los demás grupos de resistencia en Gaza.
A lo largo de todo el proceso, la oscilación entre el diálogo y la guerra, y los intereses de otras partes en el bloqueo de Gaza, también se han hecho evidentes. En ocasiones, esas partes han sido más papistas que el Papa en su deseo de que Gaza y Hamas se recuperen.
Una de ellas es Egipto, bajo el gobierno militar de Abdel Fattah Al Sisi.
En 2012, bajo el gobierno del presidente Mohamed Morsi, un promedio de 34.000 personas pasaron por el cruce de Rafah cada mes. En 2014, tras la llegada de Sisi al poder, la frontera con Egipto permaneció cerrada durante 241 días. En 2015, se cerró durante 346 días y abrió sólo 19 días. Sisi ha operado el cruce fronterizo de Rafah de manera muy similar a la de Israel.
El cruce es un grifo. Si lo cierras, ejerces presión política sobre Hamas, al negar a los moribundos el acceso a una atención médica adecuada. Si lo abres, alivias la presión sobre los presos de esta gigantesca prisión.
Un tercer colaborador en el bloqueo es la propia Autoridad Palestina. Según Hamas, desde abril de 2007 la Autoridad Palestina ha recortado los salarios de sus empleados/as en Gaza, ha obligado a 30.000 de sus funcionarios/as a jubilarse anticipadamente, ha reducido el número de permisos médicos para recibir tratamiento en el extranjero, ha recortado los medicamentos y suministros médicos. Los recortes salariales son en general indiscutibles.
Un experimento inhumano
El efecto acumulativo del bloqueo al enclave es devastador, como ha informado Middle East Eye esta semana.
Imaginen cómo reaccionaría la comunidad internacional si en Hong Kong o Nueva York, otros dos territorios igualmente superpoblados, el desempleo fuera del 47 por ciento, la tasa de pobreza del 53 por ciento, el tamaño medio de las clases fuera de 39 estudiantes y la tasa de mortalidad infantil fuera de 10,5 por cada 1.000 nacidos vivos.
La comunidad internacional se ha acostumbrado a absolver a Israel de toda responsabilidad por los castigos colectivos y los graves abusos a los derechos humanos. Pero sin duda, lo que importa ahora es que Gaza debe ser considerada una mancha humana en la conciencia del mundo.
Por negligencia, o por defecto, todos los gobiernos occidentales han contribuido activamente a su miseria. Todos son profundamente cómplices de un experimento inhumano: cómo mantener a más de dos millones de personas en un nivel de subsistencia considerado intolerable e inhabitable por la ONU, sin arrojarlas a una muerte masiva.
¿Qué tiene que pasar para que esto cambie? ¿Durante cuánto tiempo más borraremos, como aparentemente hace Google, a Gaza, a sus refugiadas/os, a su sufrimiento cotidiano, de la conciencia colectiva del mundo?
*Por David Hearst Middle East Eye / Traducción: María Landi