Ley de Talles, una ley a la medida de nuestros propios cuerpos
¿En qué se diferencia de las otras 14 leyes de este tipo que existen en el país y por qué plantea un avance para una problemática que sufre el 70% de la población que intenta vestirse y calzarse en Argentina?
Por Julieta Pollo para La tinta
“Con el uso, va estirando”, “Se usa así, ajustadito” o el determinante “No tenemos talles para vos” son algunas de las respuestas más comunes que más de la mitad de las personas reciben en los locales comerciales. Según un estudio realizado en 2018, en Argentina, el 70% de la población no encuentra ropa en sus talles, mientras que un 57% expresa el mismo problema a la hora de encontrar calzado. Las cifras surgen de la encuesta que la ONG AnyBody viene realizando anualmente desde 2012.
Este año se aprobó por abrumadora mayoría una nueva Ley de Talles que pretende poner fin a un problema que, a pesar de las 14 leyes que ya existen en la temática, no ha podido ser regulado. Sucede que nos vemos en la obligación de forzar nuestros cuerpos en indumentaria y calzado hechos a la medida de patrones europeos. Grupos de consumidores y ONG, como la antes citada, encabezan una lucha de más de veinte años para lograr que el Estado reconozca que no son nuestros cuerpos los que tienen que ajustarse a normativas extranjeras, sino que las industrias textiles y del calzado deben garantizar una oferta a la medida de nuestras características corporales. La sistemática discriminación y hasta el maltrato asociado a la imposibilidad de vestirse tiene consecuencias concretas en la calidad de vida, llegando a generar trastornos corporales y psicológicos como la depresión y la bulimia.
El Talle Único no es el único talle
Aprobada con 163 votos a favor, 8 abstenciones y ninguno en contra, avanza hacia su reglamentación una normativa que propone cambios fundamentales respecto de las ya existentes: alcance nacional y el establecimiento de un sistema único de talles –Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria (SUNITI)– con medidas corporales estandarizadas para confeccionar, comercializar e importar indumentaria. Lo interesante es que dichas medidas serán establecidas en base a un estudio antropométrico de la población argentina, que el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) viene desarrollando desde 2014. De este modo, se contribuye a que la indumentaria y el calzado que el país produce sea adecuado a las características corporales de sus ciudadanxs y que, a través de una actualización cada diez años, vaya adaptándose a factores sociales que modifican estas características, como cambios en la alimentación, flujos migratorios o avances generacionales, entre otros.
En conversación con La tinta, la activista e integrante de la ONG AnyBody, Mercedes Estruch, valoró el avance y destacó la importancia de acompañar el proceso de reglamentación de la ley para que no pierda fuerza y consistencia: “Ahora viene la parte más fuerte que es la reglamentación, para lograr ciertas cuestiones que, en el proyecto, tal vez no quedaron tan precisas como querríamos, como es el rango de talles que las empresas deben tener. Hay que ponerle mucho el cuerpo y no dejar de poner en agenda lo importante que es que esta ley se reglamente a favor de las y los ciudadanos argentinos que han sufrido y que siguen sufriendo el no poder tener ropa en su talle, que no es menor porque no deja de ser un derecho vulnerado. Vestirse es un derecho y hay un 70% de la población, según nuestra última encuesta, que se encuentra afectado a la hora de hacerlo cumplir”.
En 2017, AnyBody presentó un proyecto de Ley Nacional de Talles elaborado junto a la Diputada Nacional Victoria Donda Pérez. El proyecto se cayó, pero, en 2018, la ONG fue contactada desde el Senado con interés de tratar un proyecto de Ley de Talles unificado, tratado por diversos frentes políticos y que terminó como proyecto unificado.
Otro de los desafíos que plantea la ley es que no contempla a las infancias, sólo está destinada a la población mayor de 12 años de edad: “Como toda ley, siempre queda corta. Desde nuestra agrupación, pensamos muchísimo en las infancias y creemos que hay que tratarlas desde un lugar más preventivo, donde las crianzas sean más responsables a la hora de trabajar la corporalidad de las niñeces. Creemos que si, desde pequeños, se promueve el cuidado del cuerpo, puede servir para un montón de cuestiones cuando crezca. En este sentido, estamos a favor de la buena alimentación y, cuando digo buena, digo equilibrada, no restringida. Como padres y madres, tenemos que aceptar los cuerpos como son y hacer todo lo posible para alentar una buena calidad de vida: comer bien y mover el cuerpo, pero no con el objetivo de modificar el cuerpo, sino para cuidar nuestra salud corporal y mental”, asegura la integrante de AnyBody, sede argentina de Endangered Bodies (Cuerpos en riesgo de extinción) que promueve una moda sin estereotipos a través de investigaciones y campañas como “El talle único no es el único talle” y “Vestirse es un derecho, no un privilegio”.
La ley estipula que el estudio antropométrico que determina las medidas de la escala de talles debe contar con al menos 12.000 muestras provenientes de las cinco regiones argentinas -Noroeste, Noreste, Cuyo, Centro y Patagonia-. De esta manera, se aseguraría un sistema de talles coherente con las características poblacionales: hoy, los talles que van del 38 al 48 son los que mayores problemas presentan.
La ley también estipula mecanismos unificados y obligatorios de información (como la adhesión de una etiqueta a cada prenda y carteles en los comercios con la tabla de medidas corporales normalizadas) y de no discriminación a lxs consumidorxs (como garantizar condiciones de trato digno y equitativo, así como no avergonzar o intimidar a las personas). Las cámaras industriales y de comercio involucradas en la comercialización, distribución, fabricación, diseño e importación de indumentaria y calzado deberán cumplir la normativa. Mercedes aseguró que esta ley dotará de más herramientas al INADI para prevenir, recibir denuncias y canalizar las penalizaciones correspondientes ante casos de discriminación. Violar la Ley de Talles supondrá sanciones establecidas en las leyes de Defensa del Consumidor y de Penalización de Actos Discriminatorios.
El disfrute de nuestros cuerpos
El activismo gordx es ejemplo de lucha por la erradicación de los estereotipos, la norma imposible que nos amputa el goce de nuestra propia diversidad y que, lejos de ser caprichosa, responde a la domesticación del consumo. Las publicidades de mujeres escuálidas, frágiles y apáticas -las preferidas de las grandes industrias de la moda- dejarán de interpelarnos cuando aceptemos cómo son los cuerpos de las argentinas y, sobre todo, cómo somos: vibrantes, autónomas, libres y poderosas.
Sabemos, lo que no se nombra no existe: vulnerar el derecho a vestirse de un 70% de la población es violencia sobre nuestros cuerpos. En este sentido, la Ley de Talles representa un avance que contribuye a construir una sociedad a la medida de lo que queremos, lo que necesitamos y, claro, de lo que somos: corporalidades plurales y deseantes. Esta reglamentación sienta un precedente y pone al descubierto muchos otros ámbitos donde las dimensiones estandarizadas hacia un ideal poco representativo vulneran derechos. Es el caso, por ejemplo, del transporte, el moviliario, la salud y la educación.
«Como argentinxs, generamos grandes avances a la hora de dictaminar leyes: una vez que hay un marco legal que nos ampara, el cambio cultural comienza a fluir de manera mas rápida. El marco legal nos pone en un lugar donde empezamos a aceptar más rápido ciertas cuestiones y es por eso que la Ley de Talles es fundamental.
Nos va a servir para tener una industria textil que realmente sea regularizada, algo que no ha pasado a pesar de 14 leyes respecto de este tema que nunca se cumplieron ni nacional ni provincialmente. Por eso, es importante que que sea un sistema único de talles nacional que se haga a través de estudios antropométricos, estudios que, en otros países, vienen realizándose hace décadas, porque funcionan como un censo y sirven para generar vestimenta que sea accesible y que todas las personas lleguemos a vestirnos como queremos.
Pero no solo esto, sino que estos estudios también sirven para cuestiones como la movilidad, como es el caso de los asientos de un transporte público, o las butacas de una escuela o universidad. Entonces, coopera a que otros derechos también se garanticen, como el acceso a la educación para corporalidades que, tal vez, hoy en día, no están pensadas para estar sentadas en las aulas», concluye Mercedes.
*Por Julieta Pollo para La tinta.