La masacre de Pergamino a juicio
En septiembre, comienza el juicio por la Masacre de Pergamino, en la cual la policía bonaerense dejó morir a siete pibes en la comisaría primera de la ciudad. La tinta habló con los familiares de las víctimas.
Por Leandro Albani para La tinta
El próximo 2 de septiembre, comenzará el juicio oral y público contra los seis ex policías imputados por la Masacre de Pergamino, ocurrida en esa ciudad de la provincia de Buenos Aires el 2 de marzo de 2017. Ese día, en la comisaría primera de la localidad, siete jóvenes murieron asfixiados luego de sufrir las laceraciones del fuego durante una hora, mientras los uniformados no hacían nada para rescatarlos.
La Masacre de Pergamino se transformó en uno de los más terribles hechos ocurridos en una comisaría del país. Pero las muertes de Sergio Filiberto, Alan Córdoba, Jhon Claro, Fernando Latorre, Federico Perrota, Juan “Noni” Cabrera y Franco “Paco” Pizarro también se transformaron en una bandera de lucha y exigencia de justicia por parte de sus familiares.
Durante el proceso que se desarrollará en Pergamino durante dos meses, los ex policías Sergio Rodas, Alexis Eva, Matías Giulietti, Brian Carrizo y Carolina Guevara, junto al ex comisario Alberto Donza (que estuvo prófugo más de un año), serán juzgados por el delito de abandono de persona seguido de muerte, por lo que podrán recibir condenas de entre cinco y 15 años de cárcel.
Aunque los familiares de los pibes asesinados por la policía bonaerense habían solicitado que el juicio se realizara en el recinto del Concejo Deliberante, los magistrados Danilo Cuestas, Guillermo Burrone y Miguel Angel Gaspari establecieron que se lleve a cabo en la sala de la Cámara de Apelaciones de los tribunales de la ciudad. Los jueces argumentaron que el Concejo no cuenta con la logística, la seguridad y la aparatología adecuada para que se desarrolle el juicio. Durante los sesenta días que dure el proceso, las audiencias serán todos los lunes, martes y miércoles a partir de la 10 de la mañana.
Según difundieron medios locales, en el juicio, estará exhibida una maqueta que reproducirá a escala todo el edificio de la dependencia policial con los distintos ambientes interiores y exteriores para que los testigos ubiquen espacialmente en qué lugar se encontraban en el momento de los sucesos. A su vez, habrá un plano a escala de la comisaría primera para que se puedan señalar distintos puntos de forma precisa.
En la actualidad, de los seis ex policías imputados, cuatro se encuentran con prisión domiciliaria, y Donza y Eva, recluidos en el penal de la ciudad de Campana.
Con el juicio a solo unos meses de comenzar, Cristina Gramajo, madre de Sergio Filiberto, dice a La tinta que, después de dos años de lucha, pudieron “dar vuelta lo que la voz oficial decía” sobre que el 2 de marzo de 2017 había ocurrido un motín.
“Vemos que hay un cambio porque ahora se conoce la verdad”, señala Cristina. La verdad de la que habla la madre de Sergio fue puesta bajo la luz por los propios familiares de los pibes. En las primeras horas de la masacre, tanto los policías como los grandes medios de comunicación difundieron la versión del motín como una verdad imposible de refutar. Pero, en la comisaría primera, lo que había sucedido fue algo muy diferente: después de una breve pelea entre Noni Cabrera y Alan Córdoba, los uniformados decidieron engomar a los detenidos. A las seis de la tarde, las rejas de los calabozos se cerraron. De la celda 1, donde se encontraban las futuras víctimas, comenzaron a reclamar que abrieran y que era muy temprano para encerrarlos. Ante la negativa de los policías, encendieron pedazos de colchones. El pequeño fuego que crepitaba en el pasillo frente al calabozo 1 terminó convirtiéndose en una masacre. Durante una hora, los uniformados se dedicaron observar cómo morían los pibes. Recién a las 18.40, llamaron a los Bomberos Voluntarios que, cuando llegaron a la comisaría, lucharon durante veinte minutos más para que los policías abrieran la reja que comunicaba al sector de las celdas.
Para Cristina, la masacre “corresponde a la historia negra de Pergamino” y, además, “es el hecho más grave que le tocó a los tribunales” de la localidad. “Por eso, es importante que toda la comunidad nos acompañe”, resume.
Desde hace más de dos años, los familiares de los pibes se movilizan todos los 2 de cada mes para demandar justicia. Además, viajan a donde los invitan para contar qué sucedió en la comisaría primera y relatar una lucha que supieron construir con tenacidad y paciencia.
“Como madre, creo que, cuanto antes termine el juicio, es mejor. Sé que va a ser difícil. Creo que, en ese momento, me voy a dar cuenta que mi hijo no va a volver nunca más. Lo tengo tan presentes que es como si estuviera. No puedo entender que esto que pasó en Pergamino después sucedió en Esteban Echeverría, y tenga que ser una política de Estado, que nuestros jóvenes sigan en peligro”, afirma Cristina.
Ludmila Díaz, prima de Fernando Latorre, recuerda que, al enterarse de la fecha del juicio, tuvo sentimientos encontrados. “Primero, me enojé mucho por el sitio en donde se va a desarrollar, ya que es una sala chica y muchos familiares no nos queremos quedar afuera durante todo el juicio. Después, sentí muchas sensaciones, ya que es una fecha próxima y requiere de una actuación rápida, y son muchísimas las cosas que quedan por hacer”.
“Mis expectativas a nivel judicial son pocas, ya que tenemos una justicia que nos tiene acostumbrados a poco, a condenas bajas respecto a esta serie de casos y también a absoluciones incoherentes para asesinos y femicidas”, analiza Ludmila. “Desde el principio, la condena máxima es muy baja y una verdadera justicia sería que ellos tuviesen que vivir con nuestro dolor, con el dolor de perder a quien más amas y todo lo que eso conlleva”, señala la prima de Fernando.
Para Ludmila, la justicia verdadera es la que los familiares lograron a partir del 4 de marzo de 2017, cuando, por primera vez, salieron a las calles a reclamar por los pibes asesinados. “La justicia la hicimos día a día, superándonos a nosotros mismos, realizando cosas que no hubiésemos imaginado, sosteniéndonos los unos a los otros, acompañados de personas hermosas que se pusieron codo a codo y lucharon a nuestra par, sintiendo a cada pibe como amigo, como familia”, asevera.
El juicio “servirá para demostrar que estábamos en lo cierto, que los pibes podrían haberse salvado si la actitud de los policías hubiera sido otra –explica Ludmila-. Las pruebas son claras y sólidas, apuntan directamente a cada uno de ellos. Pero espero lo mínimo de una justicia que trata a nuestros pibes como una carpeta llena de hojas, de una justicia que le corre las audiencia a los pibes para no otorgarles la libertad, de una justicia que vio a una madre, una tía y una prima suplicando por un poco de apoyo y ayuda, y no se conmovió”.
Según Andrea Filiberto, hermana de Sergio, que se conozca la fecha del juicio “es muchísimo, ya que, cuando se juzga a miembros de las fuerzas de seguridad, es muy difícil obtener esto, sobre todo, con la celeridad que lo logramos”.
Para Andrea, la realización del juicio y su finalización va a permitir que muchas familias terminen de hacer un duelo que lleva más de dos años. “Si bien lo hicimos, fue de una manera diferente, mientras luchamos, porque salimos desde el primer día a exigir justicia, a marchar, a conocernos con otros familiares de víctimas del Estado represor”. “Tengo pendiente cerrar una etapa del duelo –asegura Andrea-, y va a ser recién cuando finalice el juicio. Quiero que se demuestren todas las pruebas, quiero que la sociedad tome conocimiento, porque, seguramente, este juicio sí lo van a cubrir varios medios, va a transcender un poco la noticia”.
Sobre el resultado del proceso judicial, la hermana de Sergio espera “una condena ejemplar” contra los ex policías, pero, al mismo tiempo, sabe que, por la carátula de la causa, “el máximo no lo van a obtener todos, si se los llegan a condenar”. A esto se suma que, durante el juicio, los familiares tienen en claro que “nos vamos a enfrentar a un montón de chicanas de los defensores, a querer culpar a las víctimas, pero tenemos que estar fuertes, prepararnos para eso y después respirar hondo y, al menos, relajarnos unos días, aunque esta lucha es para siempre”.
En el caso de Silvia Rosito, madre de Fernando Latorre, conocer la fecha del juicio “me generó bronca, mucho dolor. Fueron sentimientos raros. Si bien quiero que se haga justicia para que la sociedad vea lo que sucedió, para nosotros ya no hay justicia. Fernando no tuvo justicia”.
Silvia agrega que el juicio se tendría que realizar en el Concejo Deliberante de la ciudad para que la mayor cantidad personas puedan presenciarlo. “La sala que asignaron es muy chica, solo entran cincuenta personas, y somos siete familias, más las familias de los imputados y los doce sobrevivientes, más acompañantes, más gente de la ciudad que creo que está interesada en presenciarlo, los abogados, etc. No creo que esa sala pueda estar acorde a un juicio de esta magnitud”.
Por último, Silvia reflexiona: “Para mí, ya no hay justicia, para Fernando, ya no hay justicia. Les pueden dar la condena que les den, pero para mí va a ser exactamente lo mismo. No creo en un justicia justa, porque todo esto es una injusticia. No creo que la condena que les den a los ex policías pueda pagar la muerte de Fernando y de los otros chicos. No tengo muchas expectativas del juicio, pero sí quiero que todo salga a la luz. Quiero que le den una buena condena, pero, en particular, no hace la diferencia cinco, 10, 15 o 20 años, porque Fernando no tuvo justicia. A mí nunca me van a alcanzar los años que les den a los ex policías”.
*Por Leandro Albani para La tinta. Imagen de tapa: Claudia Conteris