Los días de sol

Los días de sol
5 julio, 2018 por Soledad Sgarella

Cuando Lucas Heredia y Vicky Nycz anunciaban que su nuevo espectáculo Nuestra Casa iba a ser como si abrieran las puertas de su hogar, lo decían en serio. La sala El Cuenco Teatro se preparó para eso: un diseño escenográfico y de luces intimista, relajado y cálido, fue perfecto para un repertorio que irradió pura sensibilidad.

Por Soledad Sgarella para La tinta

“los vientos de luz
nos mueven la voz
se puede brotar
de la semilla el amor

en la memoria
una razón
no abandonamos nunca su canción”

Los días de sol – L. Heredia

Victoria tiene un semblante iluminado y ese timbre de voz que emociona.

Lucas y sus notas cristalinas, siempre inquieto, canta y se levanta, abandona la silla, le sobrevuela a su compañera guitarra en mano, con esa ansiedad creativa que lo desborda de musicalidad y amor.

Es un espectáculo íntimo, de eso no hay duda. Seguidores y seguidoras, los hijos, las familias extensas, los amigos y las amigas del cantautor y la cantante e instrumentista, nos disponemos a disfrutar de un repertorio de canciones seleccionado para llevarnos a no sabemos dónde, pero allá vamos, en pleno Alta Córdoba.

Cual antídoto contra la ruidosa ciudad, la presentación es, en esencia, una mirada sobre el mundo y sobre el amor. Quererse es un desafío, confiarse lo es aún más, cantar de a dos las canciones que nos hacen felices, es la mismísima pulsión de vida hecha arte.

La invitación al mundo musical privado de estos músicos, es un plan perfecto para hacer de un simple jueves de junio una oportunidad de recuperación espiritual.

Victoria y Lucas cantan, audaces, sus odas a la fe. Le cantan audaces pero lo hacen acústicamente, sin micrófonos, sin nada más que ellos mismos.

Le cantan a lo necesario, a lo indispensable.

Con canciones del propio Heredia, con temas insoportablemente emotivos de Fito Páez, de Cabrera, de Divididos y de otros y otras referentes latinoamericanas, estos apasionados convidan sus cosas del querer y le dedican canciones a los hijos, los que están ahí -sentados en el pasillo- y a los que vendrán.

Aquí, en está sala, lloramos. Como bien nos enseñó Juan Gelman: llorarlo todo, pero llorarlo bien, llorar de amor, de hastío, de alegría.

Y no es difícil reconocerlo, de hecho, casi nadie lo disimula. Termina el espectáculo y acá seguimos, llorando.

Entonces Córdoba se transforma en lo que estamos escuchando: nuestros mundos, por esa hora y media, se convierten en esa casa que no es nuestra, pero sí.

*Por Soledad Sgarella para La tinta. Fotos: Sergio Manes.

Palabras claves: Lucas Heredia, Música, Victoria Nycz

Compartir: