Victoria Robles, o la ilustración como un disparo al corazón
La artista plástica cordobesa es la responsable de arte de Eduvim Ilustrados, de la editorial de la Universidad de Villa María. Versátil y creativa, dice y cree en que la ilustración – y el trabajo artístico con otras y otros- es una forma de pensamiento, una forma de ver el mundo y de discutirlo.
Por Soledad Sgarella para La tinta
1.
La Vico es así, diáfana. Andaba por la galería del Brujas, en la Facultad de Artes de la UNC, como si volara, llevando bastidores abajo del brazo, sin que le pesen.
2.
Casa Trece, la Casona Municipal, el España Córdoba. Por ahí también andaba planeando, pintando, sonriendo. Diciendo lo que cree.
3.
Hoy además se desliza entre los libros. Aparece en cada selección de color, en cada una de las ilustraciones, propias o no, como editora de arte de la Colección Eduvim Ilustrados, de la Universidad de Villa María.
Tiene oficio y trabaja en equipo, siempre con otros y otras. Nunca sola, nunca enclaustrada en ningún atelier.
—Hablemos de ilustración: contanos qué es lo que hace que la sea tan popular en estos últimos años.
—A mí me parece que son varios factores los que influyen en el auge que tuvo. Creo que principalmente tienen que ver con el desarrollo de las redes, la circulación de imágenes y las diferentes plataformas. Desde pinterest, instagram, y hasta whatsapp, que desarrolló los emojis, los gifs, snapchat… todas esas cosas. Me parece que a partir de eso, de la mano del avance tecnológico y los dispositivos, el dibujo tuvo un auge, y la publicidad y la producción para ese tipo de cosas que yo creo que cuando estaba en la facultad -que no fue hace tanto- era casi impensable. Yo estudié en el 2000, así que casi todo era impensable! (risas)
Pero además, hay un cierto reconocimiento de la ilustración como una forma diferente de contar una historia en relación al texto. Eso me parece que está buenísimo, porque hay un reconocimiento en que la imagen puede aportar, puede negar, puede. Las ilustraciones no tienen una sola forma de ser interpretadas, el reconocimiento de la polisemia de la imagen y eso es un fuerte, puede ofrecer una forma de lectura más ambigua. Una forma de lectura como en capas. Incluso desde el trabajo con la técnica, la imagen está diciendo cosas y si a eso lo trabajas en relación con el texto, me parece que a veces el resultado es hacer volar el texto… cuando está bien trabajado, florece la historia, lo que sea.
Después creo que hay otra cosa, que probablemente haya sido con todo esto, que es la idea del dibujito, que antes era visto algo para niños. Con este avance, la ilustración se entiende de otras maneras. Como en el ámbito de la publicidad. Incluso en lo editorial, por ejemplo el auge de las novelas gráficas para adultos, las historietas para adultos: antes se consideraban algo infantil, o siempre estaba la historieta como subestimada de alguna manera, como si no fuera literatura, como si no fuera. Se están haciendo cosas super interesantes y demuestran que el dibujo, y la pintura, pueden aportar muchísimo a la historia, incluso cuando son expresadas en una linea super simple (como Liniers, como Tute, como Quino), la ilustración demuestra que puede expresar pensamientos de los más profundos y complejos de la humanidad, y ser popular incluso.
A la vez, esta bueno explicitar que estos autores también demuestran y se mueven fluidamente entre lo infantil y lo adulto, y ponen de alguna manera en juego esto: el dibujo es una forma de pensamiento, una forma de ver el mundo, de discutirlo. A veces son dos líneas super simples y un pensamiento super profundo.
En los libros infantiles hay algo maravilloso que está sucediendo, a pesar de los modos del mercado -porque eso también existe y muy fuertemente-, en ellos veo un corrimiento de lo que se consideraba la ilustración para niños, lo tradicional. Veo cosas muy emocionantes. Es la vanguardia para mí ¡no sé por qué los vanguardistas no pensaron que esa era la unión entre arte y vida, la unión más hermosa!
Hay algo ahí que esta sucediendo, incluso más allá de las modas, como en todo. La ilustración en los libros infantiles como forma de contar una historia, está rompiendo con todo tipo de estereotipos, sobre todo lo que tiene que ver con darle o no a los niños todo digerido, y pensar que son bobos. Hacen propuestas donde tienen que explorar, o donde la ilustración aporta esa mirada poética en la que los significados están velados, donde la cosa es más ambigua. El texto dice una cosa, y la ilustración dice otra. O la ilustración niega lo que dice el texto. Se propone todo un juego que me parece alucinante, y que ahí todo sigue siendo un espacio medio salvaje, medio indómito todavía, medio inclasificable, que adquiere lugares y se va al carajo, por decirlo así. La imagen de por sí es muy poderosa. A mí me pasa, y supongo que le pasará al resto de la gente también, como con las fotos antiguas: tienen algo muy fuerte, son esa cosa medio magnética donde una siempre quiere volver. Algo que está latiendo, y una imagen que está bien laburada es casi como un disparo, algo certero que te pega en el corazón.
—Tenés postales para Abuelas, ahora estás en Línea Peluda (el colectivo de dibujantas por la despenalización del aborto)… ¿cómo es esto de hacer militancia desde la ilustración?
—No existe la producción sin posicionamiento Me parece que ese tipo de idea blanca, apolítica del artista, no existe, y creo que es una idea bastante peligrosa, si se quiere. No sé, en términos de sociedad civil, ese antiposicionamiento, apolítico de lo político, nos llevó a votar a gobiernos fascistas, como el que tenemos y en Latinoamérica. Y en la historia del arte incluso, me parece que esa idea de imparcialidad, la historia del arte tal como la estudiamos y tal como la recibimos generalmente me parece que esa idea también sirvió para respaldar monarquías, imponer religiones, justificar imperialismos. De hecho, casi toda la historia del arte europeo sirvió para mantener status quo, para naturalizar los valores de la aristocracia, etc. Como nosotras estudiamos la historia, que es concentrado en las formas y en la idea del genio como un tipo aislado, que vive aislado del resto de la sociedad, aislado del laburante, del tipo que tiene que pagar la luz y el agua, eso sirve para mantener esas ideas quietas, porque no indagamos nunca en quién era, qué pensaba, en qué contexto se produjo, qué pasaba ahí, como era el contexto de producción en que surgió. Para mí ser maestra, ser artista, dibujar, pintar, no sé, la forma de producción que se tenga, es una forma de militancia. No es una forma partidaria, ni panfletaria, no me interesa eso tampoco, pero es mi manera de buscar la transformación del mundo… es la manera de comentar, o preguntar, interrogar, buscarle el reverso, la parte que no se ve, el contrapelo del mundo.
—¿Cómo es tu trabajo como responsable de arte en un Eduvim, qué haces?
—Bueno, Eduvim Ilustrados es un experimento maravilloso que empezó hace algunos años. Era parte del Programa de mejoramiento de las universidades públicas, programa que -obviamente- ya no existe, y en ese momento la editorial decidió apostar como a algo muy experimental, a los libros ilustrados para adultos y para niñes.
A mí cuando me convocaron, me pareció buenísimo y me encanto la idea desde el comienzo, era algo, no se, para una editorial universitaria era una decisión, al menos, intrépida. Asi que eso me encantó también.
Yo trabajo con mi compañera editora, Lisa Daveloza, y lo que hacemos básicamente es, por un lado, intentar armar colecciones diferentes, y por otro, trabajar en el seguimiento de todo el proceso editorial del libro. Es un área muy chiquita. En general, trabajo con las ilustradores y diseñadores gráficos. Busco, si hace falta convocar a alguno, o trabajo con ellos en el proceso, y Lisa también selecciona a los escritores, corrige y en general también hacemos, las dos, millones de cosas más. La verdad que es un trabajo que las dos disfrutamos mucho de hacer, nos encanta y le ponemos el corazón, para que cada libro tenga el cuidado que se merece.
En este momento tenemos algunas colecciones desarrolladas, con muchísima proyección. Tenemos una, que son novelas gráficas para adultos: títulos que ya habia sido publicados en Eduvim y que se volvieron a largar como novelas gráficas, y ahí convocamos a ilustradores… eso fue lo primero que hicimos, para que trabajaran sobre un texto.
Después tenemos nuestro primer libro de literatura infanto juvenil, que se llama Plantas comunes y corrientes que es un libro precioso, un libro de poesía ilustrada para niños y una especie de herbario latinoamericano de plantas con sus nombres comunes y científicos, que es hermoso… los autores son Cecilia Afonso Estevez, Nicolás Schuff y Pablo Picyk, y lo que está bueno de este libro, lo que más nos gustó es que no solo es poesía, si no que propone una mirada, un abordaje, poético del mundo que nos rodea, y a la vez de exploración: ver la planta, cuál es su nombre corriente, su nombre científico. La presentación la hicimos el año pasado en la Feria del libro infantil y trabajamos en un taller donde los chicos hacían bombas de semillas, era como forestación de guerrilla, y la asociamos con la idea de generar conciencia por la destrucción del bosque nativo, así que además de las semillas venía con toda una explicación de cómo plantarlas.
Despues estamos trabajando también en otro libro de historieta, Cómo yo gané la guerra, de Pepe Angonoa y Javier Solar, que habla sobre Malvinas. Lo que esta buenísimo de ese libro, super particular, es que es una historia autobiográfica. Dibuja Javier y Angonoa va contando, y lo que él cuenta es su experiencia sobre la guerra, en un tono tragicómico, digamos. Te reís por no llorar y a la ves es lo más verdad que yo he escuchado sobre la guerra, a la vez que cuenta eso, lo absurdo de esa guerra.
Estamos trabajando en seguir con una colección que también tiene que ver con el humor gráfico, tratar de rescatar esa tradición que tiene Córdoba, así que estamos por ahí.
La verdad es que yo llegué a trabajar en una editorial sin proponérmelo, es algo que nunca me hubiera imaginado, pero que es un trabajo que disfruto mucho. Es muy creativo, porque planeamos cosas de las más diversas, la idea de pensar las colecciones está buenísimo porque siempre es pensar desde dónde nos posicionamos para hacerlo, como universidad pública y gratuita, y cuál es el rol de esa universidad con la sociedad… y entonces pensamos cada uno de los libros desde ahí.
Cada libro, cada proyecto, es un desafío nuevo y a la vez es un espacio que tiene bastante libertad. Tenemos lugar para experimentar. Hemos recibido algunos premios, estamos contentas y hace poco viajamos a Bolonia. Además hicimos un intercambio en una universidad de arte, en Francia, y estamos felices.
Mientras dure la universidad pública, estamos contentas.
*Por Soledad Sgarella para La tinta.