«Ser evangélica no es sinónimo de conservadurismo»

«Ser evangélica no es sinónimo de conservadurismo»
Rocío Daghero - La tinta
27 agosto, 2025 por Rocio Daghero

Naitria es una joven evangélica metodista que busca meterse en el debate público desde sus redes para romper con la idea de que el evangelismo es solo un bloque conservador. Frente al avance de discursos fundamentalistas, propone otra mirada, una espiritualidad que dialogue con los derechos humanos y que se aleje del uso del púlpito como tribuna partidaria.

Por Rocío Daghero para La tinta

Naitria vive en Córdoba, pero nació en Perú porque su papá y mamá estuvieron de misioneros allá. Se crio en Río Tercero. Me cuenta que siempre dice que es como una “ñoña evangélica” porque literalmente nació en la iglesia y creció ahí. “Me gusta ser evangélica y lo digo así: soy evangélica de crianza y cultura, pero seguidora de Jesús por decisión propia”. Está terminando la carrera de Comunicación Social y se dice changarina de la comunicación “porque no tengo derecho laboral cercano en mi vida”. Le gusta mucho usar sus redes sociales para hablar de sus dos temas favoritos: el cristianismo y la ropa.

Dice que la gente se sorprende cuando muestra su forma de vivir la fe. En la universidad o en espacios progresistas, le dicen: “Nunca conocí a alguien cristiano de esa forma”, y les llama la atención que intente tener pensamiento crítico en su búsqueda religiosa. En redes, también notó sorpresa cuando descubren que dentro del evangelismo hay matices y no todo es conservadurismo. “Me divierte poder colaborar a que no predominen los prejuicios y estigmas”, afirma.

―¿Desde cuándo sos metodista y qué te convocó a hablar sobre eso de una forma más activa en tus redes? 

―Siempre hablé desde el cristianismo evangélico porque de eso vengo. Mi papá era hermano libre, mi mamá bautista, me crié en una iglesia pentecostal y después estuve en una iglesia independiente en Córdoba. Conocí el metodismo gracias a un documental de una amiga, El culto. Descubrí que tiene dos cosas muy interesantes: una tradición histórica muy fuerte y, a la vez, mucha apertura en temas que en otras iglesias siguen siendo un problema.

En mi iglesia, por ejemplo, hay una pastora mujer. La igualdad de género es algo que ya está resuelto desde hace décadas dentro del metodismo. También existe un compromiso con los derechos humanos —hubo metodistas que participaron de la CONADEP— y con la diversidad sexual, sin discursos de condena. Hay un lema que me encanta: “Pensar y dejar pensar”. Somos distintos, pero nos une el amor de Jesús. Y es una iglesia democrática, no pastorcéntrica. Decidí ser metodista por la tradición protestante, por la igualdad de género y por el interés social que promueve.

―Se suele generalizar mucho considerando a todo el evangelismo como conservador. ¿Vos cómo explicarías la convivencia de posturas tan diversas dentro del mundo evangélico?

―Es un tema complejo. Doctrinalmente, todas las iglesias evangélicas coincidimos en algunos puntos básicos: creer en Jesús como salvador, en Dios como padre, en el Espíritu Santo, en la importancia de la iglesia y la Biblia. Pero cuando uno empieza a hilar más fino, aparecen muchísimas diferencias que tienen que ver con las perspectivas teológicas que adopta cada denominación. Y esas diferencias no son menores: se sostienen en historias muy largas, en tradiciones distintas y en formas particulares de interpretar la fe.

Hacia afuera, predomina la hegemonía del discurso que está en manos de líderes de megaiglesias, que además suelen tener un manejo muy mediático, muy espectacular, muy masivo. Esa voz es la que termina instalando la idea de que “ser evangélico” es ser conservador cuando, en realidad, no refleja toda la diversidad interna. Hay posturas fundamentalistas que creen tener la verdad absoluta e incluso llegan a decir de otras iglesias evangélicas que “no son cristianos”. Eso yo no lo comparto en absoluto. Por ejemplo, desde el metodismo, tenemos una mirada ecuménica.


Lamentablemente, los liderazgos más visibles del evangelismo argentino y latinoamericano sí son mayoritariamente conservadores. Y eso hace que se generalice. Pero dentro de cada iglesia hay experiencias muy distintas: comunidades más abiertas, con más compromiso social, con miradas críticas. Por eso, cuando se habla de “los evangélicos” como un bloque homogéneo, se pierde de vista esa heterogeneidad. El evangelismo en Argentina es plural y hablar en singular borra esas diferencias.


―Participaste en la Derecha Fest en Córdoba. ¿Cuál es la síntesis que podés hacer sobre lo que se dijo y quiénes participaron disertando en el bloque de la batalla espiritual?

―Fui principalmente porque un amigo me contó que estaba y yo ya venía hablando de este cruce entre religión evangélica y política. Como estuve haciendo una pasantía en un diario, intentamos hacer la acreditación formal, pero obviamente, si la organización odia lo suficiente a los periodistas, menos te van a acreditar. Así que pagué mi propia entrada y fui.

Lo que más me interesaba escuchar justamente era ese bloque que fue sumamente violento. Con distintos matices: por ejemplo, Evelin Barroso, que es ahora candidata a diputada de La Libertad Avanza y pastora en Cita con la Vida, tuvo un discurso más moderado, pero siempre haciendo hincapié en el “cuidado de la familia”, intentando moldear que una familia es mujer con hijos, nada más. Y yo digo esto también como mujer cristiana, casada hace tres años y medio, que quiero tener hijos y un montón de cosas, pero no creo que como mujer esa sea la única opción que tengo. Después, el filósofo Rigoberto Hidalgo de Costa Rica, me pareció de lo más bizarro que escuché en mi vida. Hace una mezcla rara: quiere racionalizar la fe y, a partir de eso, dar argumentos para la “batalla cultural” y bla bla bla.

Y Gabriel Ballerini, que literalmente es una cloaca en su discurso. Dijo textual: “No podés ser cristiano si no sos de derecha. Si vos te decís cristiano y no sos de derecha, no sos cristiano”. La verdad es un mensaje sumamente violento. Conociendo las iglesias y sus dinámicas, sé que cuando una figura de autoridad te dice eso, te puede generar muchísimo daño a nivel emocional, espiritual, de identidad y demás. Que haya líderes que tengan el tupé de intentar definir quién es o no es cristiano en base a una postura política me parece un acto sumamente violento. Y ni hablar de que, a partir del discurso que tiene este hombre, se valida insultar y discriminar a cualquier minoría, a las mujeres o a cualquier sector de la sociedad.

Es curioso que no hayan sido más moderados, como para al menos marcar un contrapeso con el resto de oradores. Usaron el mismo tono y el mismo registro que todos esos que se supone que “no son creyentes”. Es llamativo que utilicen esas formas, que pretendan definir lo que es ser cristiano y que propongan discursos que son meramente violentos, como estamos viendo actualmente.

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Imagen: Naitria.

―¿Por qué creés que, en el último tiempo, están creciendo en fieles y en presencia las iglesias evangélicas en el país? Algo que ya podemos ver que pasó en el resto de América Latina, por ejemplo.

―Argentina tiene una historia particular: las primeras iglesias evangélicas llegaron en el siglo XIX, sobre todo corrientes históricas. Después vinieron misioneros y hasta Perón habilitó grandes campañas evangélicas en los 50. Hoy crecen porque somos menos burocráticos que la Iglesia católica y hay una fuerte sensación de comunidad. Crecés en la iglesia rodeado de gente que te acompaña como familia. También pesa el mensaje de un Jesús cercano y, en algunos casos, la teología de la prosperidad que promete soluciones mágicas, aunque eso es muy polémico. En síntesis, crecemos por la comunidad, la cercanía y la menor burocracia, aunque también necesitamos una mirada crítica para no caer en manipulaciones.

―¿Cómo explicás o qué hipótesis tenés sobre la adhesión de muchas de estas iglesias a la propuesta de Milei? Como, por ejemplo, el caso del presidente inaugurando un templo como Portal del Cielo en Chaco.

―Los evangélicos y evangélicas votamos al igual que cualquier grupo social que conforma el país. Quienes votaron ahora a Milei capaz que también votaron a Alberto Fernández en 2019, en 2015 a Macri y antes a Cristina. Muchas veces, se nos pone el mote de un supuesto “voto evangélico”, porque desde afuera pareciera que estamos todos bajo el mismo paraguas, que pensamos lo mismo, que hacemos lo que nuestros pastores nos dicen. Y eso es un error muy grave, porque termina generando prejuicios que ya estamos viviendo y que, lamentablemente, creo que van a crecer.

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Imagen: @OPRArgentina.

Que el presidente haya visitado esa iglesia en Chaco, en realidad, es similar a lo que hemos visto con mandatarios en otros espacios de la sociedad: van a un club, a una iglesia católica, a un templo de otra religión. Para mí, no tiene nada de especial que Milei haya ido a esa iglesia, porque somos parte de la sociedad y no merecemos ser invisibilizados. Lo que sí me parece preocupante fue el uso que el presidente hizo del púlpito. Lo utilizó como espacio de proselitismo para su propia ideología y no se comportó como mandatario. Podría haber dicho unas palabras de felicitación, pero, en lugar de eso, empezó a mezclar valores judeocristianos y su propio discurso político, casi sin dirigirse a la gente. El púlpito para nosotros es un espacio sagrado, porque desde ahí se imparte la palabra de Dios en nuestras prédicas. Entonces, que venga a usarlo como tribuna política fue un problema. Para mí, el problema no fue el hecho de que haya ido, sino el tipo de discurso que dio. 

―Entendiendo o viendo la escena cordobesa actual, donde se está viendo la participación de referentes evangélicos en política de manera abierta y en apoyo al presidente de La Libertad Avanza. ¿Qué pensás? ¿Qué te parece?

―Con respecto a la escena cordobesa actual, creo que hay dos cuestiones. Por un lado, siempre hubo evangélicos que se postularon a algo en distintas provincias y no necesariamente desde la derecha. En el peronismo, hay muchísimos casos, incluso conozco un militante socialista evangélico en Santa Fe. Pero como esos espacios no hacen tanto ruido, no se los visibiliza. En cambio, los casos actuales en Córdoba llaman la atención porque llegan a la arena política con fuerza gracias a toda una dinámica comunicacional y discursiva previa.


El problema es que estos referentes aparecen con un discurso muy centrado en cuestiones morales: estar en contra de las minorías sexuales, en contra de la ley del aborto, sin propuestas concretas. Parece que no conciben la política como herramienta de transformación social, sino como imposición de lo que “Dios dice que hay que hacer”. Es lamentable que estos líderes evangélicos, incipientes en política, tengan intereses meramente morales y no de transformación social.


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Imagen: A/D.

Es importante concebirnos como un actor más que no tiene por qué recibir todos los prejuicios y estigmas que desde sectores nos asignan. Si bien hay muchas cuestiones que nos caben, yo muchas veces digo: “Intento defender a los evangélicos, pero no me la hacen fácil”. Creo que es importante buscar y reconocer las cosas buenas que tenemos como grupo de la sociedad y hacer críticas constructivas, y entender también que hay algo muy íntimo y no está bueno atacar a la fe directa. 


Podemos denunciar y debatir los discursos de esa gente que definitivamente tiene una búsqueda de poder, pero a la cara de los evangélicos, por el simple hecho de ser creyentes, reducirnos a que somos simplemente conservadores y que no nos importa nada, es un poco problemático en términos de tolerancia, de convivencia democrática.


Si vamos a denunciar, tiene que ser el discurso y las formas de estos líderes que quieren ostentar cierto nivel de poder. Además, también eso se contradice con el mensaje de Jesús. Jesús siempre dice que quien quiere ser líder tiene que servir a los otros. 

Es un poco complejo y a mis hermanos evangélicos solamente les diría que se calmen y que tengan crítica, que no crean que todo está dado, siempre hay que ir a la historia, la historia de los otros cristianos que nos han precedido, para conocer cómo se manejaron en distintos momentos.

*Por Rocío Daghero para La tinta / Imagen de portada: Naitria.

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Palabras claves: Derecha Fest, evangelismo, Iglesias evangélicas, Javier Milei

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