Tras el fuego, la organización: se estrena «Caranday» en Córdoba
La película dirigida por Juan Manuel Repetto documenta cómo la comunidad de Copacabana enfrentó la pérdida de su materia prima tras los voraces incendios del 2020 y el proceso de organización colectiva para salvar un oficio ancestral en riesgo: la cestería. «En el pueblo, la palma caranday no es solo una planta: es su paisaje, su cultura, su economía y su forma de vida», dice el realizador. Se estrena el jueves 28 de agosto a las 20 horas en el Cineclub Hugo del Carril, con entrada libre y gratuita.
Copacabana es una pequeña comuna del noroeste cordobés, en el departamento de Ischilín. A menos de 150 kilómetros de la capital y a 45 kilómetros de Deán Funes, el pueblo tiene alrededor de 300 habitantes y su identidad está intrínsecamente ligada a la Trithrinax campestris, la palmera caranday, una especie nativa de porte bajo y hojas palmadas en forma de abanico, de una resistencia extraordinaria. Esta especie endémica del centro de Argentina no solo es clave en el ecosistema serrano, sino que ha sido un recurso cultural y económico para las comunidades durante siglos.
Pero en 2020, el fuego lo cambió todo. Los incendios, que arrasaron con más de 300.000 hectáreas en la provincia, carbonizaron los montes nativos y pusieron en jaque la existencia misma de Copacabana. La palma caranday, su materia prima, su sustento y su legado cultural, quedó reducida a cenizas.

Juan Manuel Repetto es el director de Caranday, el documental que será estrenado en Córdoba el próximo jueves en el Cineclub Municipal Hugo del Carril, en el marco del ciclo de cine-debate ambiental “La canica azul”. Repetto y su familia se mudaron a las sierras de Córdoba en 2019 y desde el primer año sufrieron los incendios. El descubrimiento de Copacabana y su tradición de cestería se alineó con la tragedia del 2020: “La situación me motivó a hacer una película que narrara la tragedia y, al mismo tiempo, el llamado a la acción que surge ante el fuego en un territorio que ahora también era el mío. Comenzamos a filmar pocos días después de los incendios y, a partir de entonces, registramos cómo los artesanos se organizaron para mantener sus fuentes de trabajo y cómo ese proceso evolucionó hasta 2024”.
En Caranday, dice el realizador, buscan contar una historia colectiva. No hay héroes individuales, sino personas reales que luchan por preservar su tradición. “Quizás el verdadero protagonista no sea una persona, sino ese vínculo único entre una comunidad y su tierra, a partir de su flora nativa. Porque en Copacabana, la palma caranday no es solo una planta: es su paisaje, su cultura, su economía y su forma de vida”, asegura. La mirada va más allá de la noticia: “Cuando el fuego se extingue, los medios se van y las comunidades quedan desoladas, sin poder comunicar lo que les sigue sucediendo en el tiempo”.
La película, de 67 minutos, no solo documenta la catástrofe, sino que apunta a cubrir ese vacío. Las cámaras se adentran en la comunidad para registrar el pulso de la lucha que siguió: la de artesanas y artesanos que, ante la escasez crítica de la palma, se organizaron para buscar soluciones colectivas y evitar que una tradición que se transmite de generación en generación se apague.
La voz de las protagonistas: orgullo y valoración
“Copacabana es un lugar en el que casi toda la población se dedica a la cestería, tejiendo canastos y otras piezas con hojas de la palma nativa. Hasta entonces, no había conocido un pueblo que viviera tan en armonía con el monte, pero, sobre todo, en relación con una planta que los acompaña en sus vidas a lo largo de muchas generaciones. Por eso, cuando el fuego arrasó las palmeras, no solo amenazó el trabajo de los artesanos por la falta de materia prima, sino que puso en riesgo toda una cultura. El tejido de palma es un saber colectivo, que se aprende desde niño y que identifica a toda la comunidad. Tal es así que desde la ruta, el cartel que lo anuncia lo describe como un pueblo artesano”, explica Repetto.

El documental pone el foco en las voces de las propias artesanas. Gisela Rodríguez cuenta que se sumó al proyecto para mostrar lo que viven y lo que saben hacer. “Quisimos participar, para que se diera a conocer nuestro problema y también para que se haga conocido nuestro trabajo… Cuando hablamos de nuestro oficio, sentimos orgullo. A mí lo que más me gusta es que se está haciendo muy conocido y cada vez más gente va viendo nuestro trabajo”, comparte en diálogo con La tinta.
Juana Gómez también habla de ese mismo sentimiento, pero con sus propias palabras: “Hablamos de lo nuestro, nos ponemos como felices porque estamos como dando el punto final de lo que hacemos, de cómo lo hacemos, de lo que nos gusta, de lo que no nos gusta. Por eso lo hacemos nosotros, porque nos gusta como artesanos brindar a la gente todo lo que hacemos. Nos gusta que nos valoren el trabajo. Por eso quisimos participar. Más que nos gusta, es lo que hacemos que nos vendemos, entonces valoramos que nuestro producto sirve y vale hacerlo”.


El proceso: un diálogo con la comunidad
El proceso de filmación, iniciado en 2020 en medio de un panorama desolador y retomado en 2024, se convirtió en una experiencia de aprendizaje constante para el equipo. Carla Gratti, que participó como asistente de dirección y luego como montajista, destaca que el proyecto les exigió abandonar cualquier idea preconcebida. «Todo el tiempo nos vimos invitados a repensar qué contar y desde dónde», explica. La comunidad les enseñó que la historia no seguía un guion, sino que se construía día a día. Fue este ritmo orgánico el que les permitió comprender la dinámica colectiva de Copacabana y reconocer a “la propia palma Caranday como un personaje más que es la que une, convoca, preocupa y ocupa, teje esa comunidad”.

Andrea Pérez, camarógrafa durante las primeras jornadas, recuerda con crudeza esos días posteriores al incendio. “Bajé del auto y el piso era todo cenizas, estaba todo naranja, el olor a quemado«, relata. Pero más impactantes aún eran los rostros de las artesanas, que narraban con incredulidad cómo el fuego había arrasado con la materia prima que recolectaban de forma ancestral. Para Andrea, desde ese primer momento, el documental se presentó como la oportunidad de contar esa historia desde sus verdaderos protagonistas: las manos que tejen y el monte nativo que resiste.
Caranday es un testimonio fundamental. La película evidencia la vulnerabilidad de los ecosistemas, es verdad, pero también y sobre todo, documenta con honestidad el proceso de una comunidad que, ante la adversidad, se organiza, se adapta y encuentra la forma de seguir tejiendo su futuro.


Estreno en Córdoba: Jueves 28 de agosto, 20 h, Cineclub Municipal Hugo del Carril. Entrada libre y gratuita. Debate con la presencia del director.
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Argentina – 2025 – 67 MINUTOS – Documental
Equipo Técnico
Producción, guion y dirección: Juan Manuel Repetto – Producción ejecutiva: Diego Gachassin – Fotografía y cámara: Andrea Pérez y Mario Tizón – Montaje: Carla María Gratti – Post de sonido y música original: Mario Milazzo – Sonido directo: Ezequiel Brodzky – Corrección de color: Bruno Gachjassin – Diseño títulos y afiche: Carla María Gratti.
Elenco: Juana Gómez, Graciela Gómez, Gladys Cáceres, Gisela Rodríguez, Jéssica Rodríguez, Eliana Rodríguez, Analía Cáceres, Lucía Cáceres, Romina Cáceres, Fernanda Madriaga, Eugenia Almeida, Luis Sbiroli, Julio Olmos, Biviana Cáceres, Nancy Cáceres, Enrique Cáceres, Mónica Correa, Cirila Pucheta, Betania Pucheta, Susana Correa, Belén Correa, Nicolás Mari, Némesis Guevara, José Tessi, Faustina Peralta, Cristina Iracet, Gastón Duarte, Mercedes Heredia, Alberto Cáceres, Ermenegildo Acosta, Vanesa Antonella Torres, Pedro Heredia, Celia Rodríguez, Irma Cáceres, Mabel Heredia, Esther Campos, Federico Correa, Chichi Carrizo.

*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: Caranday.
