¿Creyentes y diverses? Esa «extraña pareja» de la fe y la sexualidad
¿Es posible ser creyente y marica o torta o trava…? ¿Se puede ir a misa y a la marcha del orgullo con la bandera arcoíris? ¿No es acaso contradictorio o paradójico creer en Dios, pertenecer a la Iglesia católica romana y ser una persona LGBTIQ+? Con 10 relatos, Lucas Leal, en el libro Creyentes y diverses, invita a recorrer testimonios, reflexiones y búsquedas de personas LGBTIQ+ que, lejos de renunciar a la vivencia de su fe o a la de su sexualidad, encontraron múltiples formas para unir ambas dimensiones de su vida.
“No puedo decirme atea.
Hubo una vez
un dios de pueblo
un velo donde reclinar la cabeza
alguna que otra promesa de justicia”.
Julia Crosa, feminista prosexo.
Eduardo Mattio, en el prólogo del libro Creyentes y diverses de Lucas Leal, recuerda que la crueldad histórica con la que la tradición judeocristiana, en particular, la vertiente católica romana, ha tratado a las personas LGBTIQ+ desde sus consideraciones teológicas, morales, canónicas y pastorales es bastante conocida. La tradición religiosa, lejos de ofrecerse como un espacio seguro, ha violentado, excluido, invisibilizado y discriminado a quienes se apartan de las expectativas sexogenéricas de la cisheteronormatividad. Pero, advierte, esta exclusión no solo ha sido del campo eclesial, sino también del campo de lo humano.
Históricamente, la Iglesia católica ―y, con ella, simbólicamente, la fe o la espiritualidad en sentido amplio― y las personas LGBTIQ+ aparecen como antagónicas e irreconciliables. Tanto la Iglesia institucional como el activismo de la disidencia parecen mirarse con recelo y desconfianza, y, por momentos, hasta parecieran considerarse enemigas acérrimas una de otra. Por eso, sorprendió tanto que el papa Francisco, por ejemplo, haya tenido gestos de cercanía y empatía durante su pontificado o que no pocos sectores de la Iglesia católica argentina se pronunciaran en contra de los discursos LGBTIQ+ odiantes del presidente Milei en Davos en enero de este año.
Hay una emergencia de comunidades creyentes y espacios pastorales nacidos en la Iglesia católica o cercanas a ella, durante estos últimos años, que brindan espacios seguros para que las diversidades y disidencias sexuales puedan vivir su fe y su sexualidad, y esperen y desean cambios y transformaciones.
Es que la fe, dirá la activista Ivanna Aguilera, es un derecho de las diversidades y disidencias sexuales. Y de ese derecho trata el libro de Lucas Leal, recogiendo narrativas autobiográficas de personas LGBTIQ+ que hablan, desde sus propias búsquedas, de esa “extraña pareja” que conforman la religión y la sexualidad. Cada testimonio muestra cómo, lejos de renunciar a la vivencia de su fe o a la de su sexualidad, estas personas encontraron múltiples formas para unir ambas dimensiones en su vida.
El punto de partida es la propia experiencia del autor: “Es en esta iglesia, de la que aún formo parte, donde escuché frases —dirigidas a mí o hacia otres— que afirmaban que la homosexualidad era un pecado, una enfermedad, una cuestión anormal o una inmadurez afectiva. Sé que muches compañeres tuvieron que irse de comunidades en las que estaban con mucho compromiso porque les hicieron saber, de modo implícito o explícito, que eran rechazades y que no tenían lugar. En esta iglesia, me llené de culpas y sentí que tenía algo raro que debía sacar. Me dieron a leer el libro de Cohen, Comprender y sanar la homosexualidad, que marcaba con mucho interés pensando que alguna vez llegaría a ser como esas personas, vueltas a la heterosexualidad, porque simplemente me encontraba en una etapa inmadura de mi afectividad. Es en esta misma iglesia donde, durante mucho tiempo, tuve que callar mi sexualidad por miedo a perder el trabajo o sentirme juzgado”.
Con todo eso y, paradójicamente, en esa misma iglesia, Lucas pudo decir por primera vez a un sacerdote que le gustaban los varones, de quien recuerda que recibió “un abrazo incondicional, un silencio respetuoso y una presencia contenedora”. También ahí leyó por primera vez el libro La iglesia ante la homosexualidad, de John McNeill, y conoció las teologías queer que, entre otras cosas, le hicieron pensar que su sexualidad y su fe no eran tan opuestas como creía.
En el libro, aparecen relatos como el de Ariel, quien afirma que, tras su recorrido vital, está convencido de que Dios “ama sus mariconadas” y “lo deja ser”, reconociéndose como “discípulo del Reino y la vida”. También el de Augusto, que se nombra a sí mismo “marica y salesiano”, devoto de Don Bosco, María Auxiliadora, Lohana Berkins y La Veneno, entre otras figuras de su altar. Está el testimonio de Maga, quien atraviesa una crisis profunda al enamorarse de una mujer y se pregunta: “Si yo sentía un amor tan grande, ¿cómo no podía venir de Dios?”. O el de Lorena Ariadna, “orgullosamente trans y creyente”, que escribe oraciones como la de la “Virgen de la esquina”, dedicada a la Virgen de la Merced, quien —afirma— la cuidó cuando “era caminante de la noche”.
También está Fran, que comparte su angustia al buscar su identidad como chico trans y que, al volver a la iglesia desde una comunidad que lo acompañó en su transición, encontró ayuda para sanar sus heridas. La historia de Belén y Nati, que se conocieron en la vida religiosa, formaron pareja y hoy sostienen una comunidad en la que siguen cultivando la fe y la espiritualidad de manera compartida. En la misma línea, Anita, Mili, Sebastián y AMGD relatan sus propios recorridos, poniendo sobre la mesa sus experiencias concretas, la paradoja existencial, la crisis y los caminos desde los cuales lograron encontrarse a sí mismxs.
El libro concluye con algunas reflexiones acerca de las transformaciones que las personas LGBTIQ+ piden a la Iglesia católica para su reconocimiento pleno.
En el cierre de su prólogo, dirá Mattio que “a su modo, cada una de las narrativas de este volumen da cuenta de la trama de sentidos que fueron construyendo la inviabilidad de las vidas ‘torcidas’. (…) Cada una de las historias que aquí se compilan son un indicio también del conjunto de transformaciones que, tomadas de las voces de sujetos creyentes LGBTIQ+ (…), urge explorar y ensayar para que los discursos LGBTIQ+odiantes en curso se vean interrumpidos en su capacidad de daño (…) Ocurra lo que ocurra, la fe de una legión de perversxs seguirá insistiendo en abrigarse con la promesa de un reino en la que todxs, queramos o no, somos sujetos de una justicia erótica más amplia y vigorosa”.
Creyentes y diverses aparece así como un libro que pretende interpelar a creyentes y no creyentes, sacerdotes, religiosos/as, laicos, activistas y personas en general, tendiendo puentes como un aporte más en la lucha por los derechos, incluido el religioso, de las personas LGBTIQ+.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Red de grupos LGBT en la Arquidiócesis de Córdoba.
