El día que Fidel Castro secuestró a Fangio

El día que Fidel Castro secuestró a Fangio
24 junio, 2025 por Redacción La tinta

Por Esteban Viu para La tinta

— “Habla el comando 26 de Julio, tenemos secuestrado a Juan Manuel Fangio en La Habana”.

Ese era el mensaje que recibieron las agencias de noticias el 22 de febrero de 1958. El comando que lo reproducía era el mismo que el día anterior asaltó el Banco Nacional de Cuba, pero en lugar de llevarse plata prendieron fuego todos los cheques que había en la bóveda. Su líder era Fidel Castro y en esos momentos disputaban la batalla contra la dictadura de Fulgencio Batista, el líder de la derecha cubana por aquellos años.

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Juan Manuel Fangio nació un 24 de junio en Balcarce, provincia de Buenos Aires, y debutó en el automovilismo con una coupé Ford que era propiedad del padre de un amigo. Se podría pensar que la máquina con la que corrió por primera vez era un vehículo adaptado para carreras, pero no. Era un taxi, y aun así logró la tercera posición. Desde ese momento, todo fue gloria para el Chueco, que ganó cinco veces el Campeonato Mundial de Fórmula 1 y es considerado por los máximos campeones de la actualidad (Hamilton, Vettel y Senna) como el más grande de la historia, aún hoy. Imaginemos, entonces, cómo habrá sido de importante el Fangio de 1958.

Llegó a la máxima categoría gracias al apoyo del Estado por medio de YPF, de la mano de Juan Domingo Perón. El presidente le entregó la distinción de “Caballero del Deporte”. Así nace el mito que vincula las iniciales de la petrolera a la frase Ya Pasó Fangio, en honor a la principal virtud del argentino: su velocidad. 

Culminaba la década del 50 y se acercaba el retiro del piloto balcarceño, que ya era quíntuple campeón. Fulgencio Batista necesitaba buena imagen para su régimen y entre otras cosas, organizaba la carrera de F1 en la capital cubana. El año anterior, Fangio había ganado el GP de La Habana, por el cual cobró el equivalente a U$SD 83.000 de hoy. 

Cuatro horas antes que Juan Manuel llegara a la isla, los secuestradores conocían modelo y patente del vehículo con el que se movería, hotel y habitación donde se hospedaría. Contaban con 48 horas hasta que iniciara el Gran Premio de La Habana. Al día siguiente, el piloto argentino asistiría a una entrevista en la televisión local y ese era el momento elegido para llevárselo. 

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Juan Manuel Fangio junto a Fulgencio Batista, Grand Prix de Cuba, La Habana, febrero de 1958. (Imagen: Bernard Cahier/Getty Images)

La noche en la que estaba planificado el secuestro, tres coches Cadillac El Dorado se estacionaron en la puerta del canal de televisión local donde estaba el campeón, pero la cantidad de gente que se había reunido y la seguridad que lo rodeaba hicieron imposible que el hecho se cometiera en ese instante.

Tuvieron que hacerlo directamente en el Hotel Lincoln. “Estábamos en el hall del hotel hablando con los mecánicos, les comentaba un problemita que había en el auto. Ahí entró un joven por la puerta con una pistola en la mano preguntando por mí”, cuenta el Chueco. El joven se llamaba Manuel Lusiel y pertenecía al Movimiento 26 de Julio. El muchacho no apuntaba a nadie en particular, sino que sostenía, mirando al piso, el arma que cargaba. Hizo contacto visual con Fangio y se acercó rápidamente: “Discúlpeme, Juan. Me va a tener que acompañar, por favor”, le dijo el cubano al argentino, con mucha educación en el lenguaje, más allá del delito que cometía.

Alejandro Detomaso, corredor argentino y único testigo de la situación hasta ahí, se movió en un acto reflejo para intentar detener el secuestro, pero Lusiel lo miró fríamente y le dijo: “Cuidado, haré fuego si se vuelve a mover”. El tono de convicción con el que pronunció sus palabras paralizó a Detomaso.

Fangio permanecía tranquilo, impávido, mientras Lusiel le daba las últimas instrucciones: todavía había que pasar por un salón donde había más personas. Stirling Moss, gran corredor y su máximo rival en la pista, pero gran amigo y admirador afuera, quiso reaccionar ante la salida a punta de pistola del argentino, pero el secuestrador pronunció a viva voz que si alguien hacía algo, la víctima sería Fangio. Todos quedaron petrificados mientras los veían salir por las grandes puertas del Hotel Lincoln y subirse a un auto negro, para perderse en lo profundo de una avenida.

Años después, el representante de Fangio declaró en una entrevista en televisión: “El menos nervioso de todos era Juan Manuel, tenía nervios de acero. Sonrió cuando le apuntaron a la cara con la pistola”. 

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En menos de una hora y media, Fangio pasó por tres vehículos y tres casas distintas hasta llegar a un destino final: una vivienda familiar en el barrio El Vedado, una zona residencial.

Era un día de sol radiante, la casa tenía una entrada con grandes verdes y al costado una escalera de incendios por la que ingresaron secuestradores y secuestrado. La puerta daba entrada a un cuarto pintado de celeste pastel, donde había una mujer mayor y un niño sentados, mirando televisión. Cuando Fangio pasó por la puerta, lo reconocieron y le pidieron un autógrafo. La cara de desconcierto del argentino fue total. No todos los días te secuestran y mucho menos te saludan al llegar al lugar de cautiverio. Avanzaron un cuarto más y se encontraron con muchas personas que festejaban el éxito del operativo. 

De esas horas de secuestro, recordará los infinitos pedidos de disculpas que recibió y la amabilidad del trato recibido, porque la cosa no era con él. Él solo era un medio, una cara conocida. “El secuestro no se trataba de mí. Eran jóvenes que luchaban por un ideal, y que podían demostrarle al mundo que ellos eran capaces, fuertes y evidentemente organizados”, declaró en los ’90. 

“Usted es nuestro invitado y será tratado con cortesía. Hacemos esto porque usted es, en estos momentos, el visitante más famoso de la isla. Mañana no estará en la largada del GP, luego será liberado. ¿Cuál es nuestra intención? Centrar la atención mundial sobre nuestro movimiento político, que Batista y su régimen están tratando de reprimir. ¿Le queda claro, Fangio?”, le explicaron en el momento que subió al auto negro.

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Fangio en Cuba. Febrero 1958 (Imagen: Bernard Cahier/Getty Images)

Fangio fue liberado después de la finalización de la carrera y la logística del asunto la armó él mismo, ya que los rebeldes temían que si lo liberaban en cualquier lugar, Batista lo asesinara para culparlos. Se tiraban con tiros pero también con cuerpos. El corredor de F1 les dijo que lo dejaran en la casa de Raúl Guevara Lynch (¿les suena?), embajador argentino en ese momento en La Habana.

En 1981, Fidel Castro invitó a Juan Manuel Fangio, con carácter de invitado de honor, a visitar Cuba nuevamente, como forma de disculpas. Ese año no solo hubo reencuentro, sino que además Fangio visitó la casa en la que permaneció secuestrado, habló con las mujeres que le hicieron de comer y se reunió con el presidente.

Un tiempo después, a los 25 años de cumplirse el secuestro, el argentino recibió un telegrama de salutación por parte de sus captores, entre los que se encontraba Árnold Rodríguez Camps, con quien el piloto entablaría una gran relación mediante cartas y visitas eventuales a sus países.

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* Por Esteban Viu para La tinta / Imagen de tapa: Bernard Cahier

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Palabras claves: Fidel Castro, Juan Manuel Fangio, Revolución Cubana

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