Terminó «El cuento de la criada»: entre la realidad y la distopía, los debates que nos tocan hoy

Terminó «El cuento de la criada»: entre la realidad y la distopía, los debates que nos tocan hoy
30 mayo, 2025 por Verónika Ferrucci

Con su sexta temporada, el martes, llegó a su final El cuento de la criada, la serie basada en la novela de la canadiense Margaret Atwood, que, cuando empezamos a verla, nos parecía una distopía lejana. Hoy, 8 años después, vemos instalados ―con mucha insistencia― debates sobre la baja natalidad en medio de contextos regresivos para los derechos sexuales y (no) reproductivos. No hay spoilers, pero cualquier similitud con la realidad no es pura coincidencia.

Vestidos rojos, largos, sueltos y un gorro blanco que cubre sus cabellos. Así visten las “criadas” y es una vestimenta que nos resulta familiar, aunque no hayamos visto la serie, ya que ha protagonizado muchas marchas y actividades feministas en distintos países. Acá, en Argentina, vimos intervenciones, sobre todo, porque esta serie fue contemporánea con nuestra lucha por el aborto legal en la etapa legislativa desde 2018. La serie The Handmaid’s Tale, adaptada por Hulu Films, se volvía una advertencia sobre los riesgos de perder derechos reproductivos y ponía en evidencia un futuro con un contexto totalitariamente regresivo para mujeres y disidencias. Qué exageradas las feministas, ¿no?

Gilead es el territorio donde transcurre la serie, basada en la novela de Margaret Atwood que publicó en 1985. Un Estado teocrático, machista y violento que nace después de un golpe de Estado en EE. UU. El esquema de dominación y poder está en la cúspide de un grupo de comandantes quienes, ante la crisis de la baja natalidad provocada por el cambio climático, las guerras y los “pecados del progresismo”, diseñaron una estructura de esclavitud para la reproducción. Las criadas son las protagonistas principales; son vientres fértiles propiedad del Estado, que sirven como máquina reproductiva y son sometidas a violaciones sistemáticas. Obligadas a parir los hijos de los comandantes cuyas esposas no logran gestar. 

En algunas entrevistas, Atwood comentó en qué se había inspirado para pensar la novela y fue muy clara: “Me basé en todas situaciones que existen en el mundo. No es ciencia ficción, sino ficción especulativa. La ciencia ficción tiene monstruos y naves espaciales. La ficción especulativa realmente podría ocurrir. Incluso, guardo las revistas científicas que prueban lo que digo en mis novelas». También expresó que se inspiró en la dictadura argentina. Cada aspecto del régimen totalitario de Gilead tiene como precedente algún hecho histórico y casos de opresión de género sistemáticos.

«No dejes que los bastardos te destruyan»


Cuando la tasa de natalidad entra en el debate público, es de la mano de quienes se oponen a la autonomía sexual de las mujeres, a las políticas de derechos sexuales y (no) reproductivos, al ejercicio de la maternidad como deseo y decisión. En un contexto de auges de nacionalismos conservadores, de estructuras democráticas que se ven desgastadas y líderes conservadores o con posturas religiosas radicales, no caben dudas de que es el programa de la ultraderecha que insiste con la tradición y el rol de las mujeres de parir, poblar el mundo, pero ¿en qué condiciones y a qué costo?


La reacción conservadora y restauradora en distintos países, en los últimos años, pone en evidencia el auge de la ultraderecha que, en algunos casos, ya está gobernando. En 2022, la Corte Suprema de EE. UU. derogó el famoso fallo Roe vs Wade, que legalizaba el aborto en todo el país desde 1973. Desde que asumió Donald Trump, recortó fondos a Planned Parenthood, atacó el acceso a la salud trans y a la educación sexual. En Argentina, con Javier Milei, la batalla cultural contra la ideología de género consiste objetivamente en la reducción, destrucción y eliminación de todas las políticas que garantizaban derechos conquistados. Las feministas y la comunidad LGBTTTQ+ son el blanco perfecto del Estado nacional, que encuentra eco en gran parte de la sociedad. 

“Ahora se están dando cuenta de que se les pasó la mano en atacar a la familia, a las dos vidas (…) ahora el miedo es que el mundo se quede sin gente. Lo hubieran pensado antes y nos habríamos ahorrado bastantes asesinatos en el vientre de las madres”, dijo hace poco el presidente que, dicho sea de paso, a sus 54 años, no tiene hijxs. En otro lado del mundo, Elon Musk bromea diciendo que se toma el problema como algo personal. El multimillonario es padre de 13 hijxs y afirma que las bajas tasas de natalidad implican un riesgo mucho mayor para la civilización que el calentamiento global.  

Un poco más cercano, la pastora Evelin Barroso de Cita con la Vida, hoy, integrante del equipo de La Libertad Avanza de Córdoba, en sintonía con el conservadurismo religioso, predica una defensa de la familia contra el enemigo: “Hoy, yo quiero decirte que podés hacer de tu casa, de tu familia, de tu matrimonio, de tus hijos, una muralla y pararte en ella a pelear, a luchar contra todo aquello que quiera ingresar y detener al enemigo para que no pueda destruir lo que ha venido a destruir y robarte a los tuyos”. La línea entre la realidad distópica de Gilead y la nuestra es cada vez más estrecha.

el-cuento-de-la-criada-june
Imagen: El cuento de la criada.

“Nolite te bastardes carborundorum”, es una frase en un latín inventado que inspira a la criada Offred, June Osborne ―protagonizada por Elisabeth Moss―, a luchar contra los poderes de Gilead. En la primera temporada, ella descubre esta frase escrita en el armario de su pieza, un grito escondido de resistencia que se traduce como: “No dejes que los bastardos te destruyan”. La frase se proyectó más allá de la literatura y las pantallas, y se convirtió en un grito feminista en muchas manifestaciones. Un video para el final de la serie vuelve sobre esta frase, en un coro de voces del elenco.

Parir o no parir, no es solo esa la cuestión

Un reciente estudio del Observatorio del Desarrollo Humano de la Universidad Austral indicó que, en Argentina, desde el 2014, la tasa de natalidad cayó un 40%, cifras que coinciden con el Ministerio de Salud de la Nación. El 90% de esa caída se produjo antes de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), lo que derrumba todo argumento que responsabiliza al aborto. Además, relevaron que crecen las familias monoparentales y, en el 57% de las viviendas, no hay menores de 18 años. Vale mencionar algunos datos que son alentadores: en las madres de menor nivel educativo, los nacimientos se redujeron un 77% desde 2005, a raíz de políticas que apuntaron a este segmento específico.


¿Es la disminución demográfica realmente una amenaza? ¿Por qué está tan de moda y tiene copada la agenda? No es solo un debate sobre lo económico lo que cruza a la supuesta baja tasa de natalidad: en peores momentos de la humanidad, igual se tuvieron hijxs. ¿A quién le interesa la baja de la natalidad y por qué? El interés no está en la natalidad, está en el control biopolítico de las mujeres. Sin embargo, se ataca a las mujeres, al feminismo, a la maternidad como deseo y no mandato, a las decisiones de posponer criar para desarrollar una carrera profesional, a quienes deciden no procrear por múltiples razones. Siempre se nos piden explicaciones, una mirada con dudas increpa: ¿por qué no tenés hijos? Las respuestas siempre escandalizan. Nadie le pregunta a los hombres, ¿vieron? 


Ironiza una usuaria de X: «Hasta ayer, se embarazaban para cobrar un plan y, ahora, son unas hijas de puta porque no se embarazan«. Las contranarrativas se lucen en este debate. La cadena de significantes contradictorios e hipócritas en la defensa de la natalidad se vuelve cada vez más grosera. Un ejemplo es el reclamo del aumento de nacimientos por parte de funcionarios estatales que han destruido todas las políticas de promoción, asistencia y cuidados a la niñez, incluida la salud pública y la alimentación. O la exigencia de líderes de la derecha, como el cordobés Agustín Laje, quien plantea que es un plan de la ONU que haya menos natalidad como parte de la Agenda 2030 y de la “ideología de género”. Pero si está tan preocupado, ¿por qué no tiene un hijo? 

Otro ejemplo es una nota de La Nación titulada: «¡Quiero nietos! El derrumbe abrupto de la tasa de natalidad genera un nuevo duelo entre muchos adultos mayores«, la cual plantea el dilema entre una hija que no quiere tener hijos y una abuela que los desea. Y concluye que el problema que trae la crisis de natalidad es que lxs adultxs mayores están en duelo porque se quedan sin nietxs y sin expectativas de tenerlos por una generación “que defiende su derecho a la infertilidad como propósito”. Esto en un país donde lxs jubiladxs no llegan hacer todas las comidas al día ni a acceder a la salud, con una jubilación mínima de 350.000 pesos y siendo reprimidos cada miércoles. 

Según el INDEC, “el costo de la canasta de crianza para un menor de un año, en marzo de 2025, fue de $409.414, mientras que el Salario Mínimo, Vital y Móvil en ese mes fue de $308.000. La crisis económica, sin duda, es un factor al momento de decidir ser madres; también lo es la precariedad laboral y la pesada y desigual distribución de las tareas de cuidados que caen sobre las mujeres, o los problemas de acceso a la vivienda. Pero no solo nos reproducimos menos porque no hay guita; en los países más desarrollados, pasa lo mismo. 

La incertidumbre de futuro se ha vuelto cada vez más palpable, muchxs jóvenes se van del país buscando mejores horizontes. Hay quienes priorizan la formación académica y el desarrollo profesional, que son elementos que retrasan o ponen en tensión la decisión de maternar. Están quienes no pueden y estamos quienes no deseamos ser madres. ¿Cuántos varones desean ser padres y cuántos de esos quieren tener una paternidad presente y responsable? ¿Alguien quiere hablar de las cuotas alimentarias que no se pagan en este país? La responsabilidad del descenso en la natalidad es esencialista y culpabiliza siempre a las mujeres. Es un reclamo conservador y del orden patriarcal de la familia heterosexual.

Gilead no es solo un escenario distópico. El cuento de la criada no es solo una serie distópica, porque ya sabemos que el futuro llegó hace rato. Y que «Gilead perdurará». Y esto lo sabemos porque, según trascendió, ya está en marcha la secuela, que es la adaptación de la novela de Atwood, Los testamentos, que transcurre 15 años después, en una segunda fase de Gilead.

*Por Verónika Ferrucci para La tinta / Imagen de portada: El cuento de la criada.

Suscribite-a-La-tinta

Palabras claves: derechos sexuales y no reproductivos, El cuento de la criada, feminismo, ultraderecha

Compartir: