¿Perderemos un aliado? El papa Francisco y el colectivo LGBTIQ+


La salud del papa Francisco se encuentra en estado crítico. No mejora y, por todos los medios, circulan hipótesis sobre el futuro de su pontificado y, con él, el de la Iglesia. ¿Es posible pensar, en este contexto donde sobreabundan los discursos de odio hacia el colectivo LGBTIQ+, a Francisco, jefe de Estado y líder espiritual, como uno de nuestres aliades?
Por Lucas Leal para La tinta
Los más progresistas, seguramente, “lloran” a Francisco. Los sectores más conservadores quizá estén soñando con un papa que vuelva la Iglesia a la “tradición” de la que nunca debió irse. El papado de Francisco se sostuvo siempre en esa tensión. Para muchas personas, en términos de género y sexualidades, el papa Francisco no provocó los cambios esperados; para otras, muchas de sus intervenciones y decisiones respecto al tema alejaban a la Iglesia de su “verdadera” doctrina, poniéndola en riesgo.
Cuando Bergoglio devino Francisco
Seguramente recuerdan la resistencia de Bergoglio, en su figura de presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, a la promulgación de la Ley de Matrimonio Igualitario en 2010. Que la unión entre personas de un mismo sexo se llamara matrimonio lo llevó a afirmar, en una carta dirigida a monjas carmelitas, que esto era “cosa del demonio” y que se trataba de la “guerra de Dios”, puesto que estaba en juego la supervivencia de la familia, del matrimonio y el bienestar de niños/as.
Fue Bergoglio ―devenido en “Francisco”― quien afirmó, en 2013, frente a un grupo de periodistas que, si una persona era gay, tenía buena voluntad y buscaba honestamente a Dios, él no podía juzgarlo. Fue la primera vez que habló públicamente del tema afirmando que, además, la orientación sexual no era un pecado. Fue un signo de clara apertura para las personas LGBTIQ+ que deseen vivir su fe.
En 2019, en un programa junto a un cómico gay y ateo británico, afirmó que quien rechaza a los homosexuales “no tiene un corazón humano” y recalcó que “todos somos seres humanos y tenemos dignidad”. Por eso, continuó, no se puede dar mayor importancia al adjetivo homosexual que al nombre de cada ser humano. En el 2020, expresó públicamente su apoyo a las uniones civiles de personas homosexuales, generando expectativas en los medios de comunicación respecto de la posición de la Iglesia sobre este tema. “La gente homosexual tiene derecho a estar en una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Nadie debería ser expulsado o sentirse miserable por ello”.
Ya en el 2022, en una audiencia general cuya catequesis giraba en torno a la figura de San José, el papa Francisco pidió a los padres que tienen hijes con una orientación sexual diferente que no les condenen, sino que, por el contrario, les acompañen, contengan y apoyen. En el mismo año, en una entrevista con el P. James Martin, sostuvo que Dios “no reniega de ninguno de sus hijos y su estilo es cercanía, misericordia y ternura”, sino que quienes rechazan a las personas LGBTIQ+ son personas de la Iglesia y no Dios.
En enero de 2023, en una entrevista con la agencia AP, expresó que ser homosexual “no es un delito” y llamó a la reflexión a los obispos que, en algunos contextos, aún apoyan legislaciones que criminalizan a las personas homosexuales, a la vez que instó a los Estados a revisar sus legislaciones al respecto. Quien entienda que la homosexualidad es un delito “está equivocado”, afirmó.
El documental Amén, Francisco responde, estrenado en abril de 2023, es una puesta en escena donde el papa Francisco entabla un diálogo con diez jóvenes sobre diferentes temas controversiales: homosexualidad, feminismos, aborto y abusos en la iglesia, entre otros. Respecto de la pregunta acerca de las personas trans, no binarias y el colectivo LGBTQ+, respondió: “Toda persona es hijo de Dios, toda persona. Dios no rechaza a nadie, Dios es padre. Yo no tengo derecho a echar a nadie de la Iglesia, más aún, mi deber es recibir siempre. La Iglesia no puede cerrarle la puerta a nadie”. Dijo que quienes usan la biblia para condenar son «infiltrados» que aprovechan la estructura de la Iglesia y se enfocan en condenar a les demás.

Estas afirmaciones, para las personas creyentes LGBTIQ+, pero también para una cultura homo-lesbo-transodiante, a mi entender, resultan, al menos, un llamado a la reflexión a personas que siguen marginando a quienes no cumplimos con las normas que la cis-heterosexualidad nos impone.
«Admiro tu valentía»
Francesco Lepore, un sacerdote que había pedido regresar al estado laical para poder vivir su homosexualidad, recibe un día una llamada del papa Francisco que, sin abordar directamente la cuestión de su sexualidad, le expresa: «Estoy muy impresionado por su valentía y he valorado la coherencia y la sinceridad de su carta» (Martel, 2019: 21). Para Lepore, este gesto resultó muy significativo. Otro tanto aconteció con James Alison, exfraile dominico, a quien, luego de diez años de permanecer en una situación canónica “irregular” —dado que ya había salido de la Orden Dominica, pero continuaba siendo “oficialmente” sacerdote” y ejerciendo por cuenta propia—, recibe, de la congregación para el clero, la información de que había sido “laicizado forzosamente”. Esto significaba que no podría seguir ejerciendo su sacerdocio como lo venía haciendo. Alison apela esta decisión forzada y unilateral.
En 2017, recibe una llamada del papa Francisco: «Quiero que camines con plena libertad interior, siguiendo el espíritu de Jesús. Y te doy el poder de las llaves, ¿me entiendes? Te doy el poder de las llaves» (Alison, 27 de septiembre de 2019). Francisco estaba habilitando a Alison, sin muchas formalidades, a continuar ejerciendo su sacerdocio: “Me trató como sacerdote”, “me trató como adulto” y “estaba confiando en mí para actuar con libertad para hacerme, de manera responsable, el cura que ha estado en desarrollo durante todos estos años”, afirma Alison.
Estas experiencias contadas por Fréderíc Martel en el libro Sodoma (2021), ¿no podrían pensarse, acaso, como transgresiones a la oficialidad para brindar apoyo a quienes deseaban vivir su sexualidad y, en el segundo caso, también el ministerio sacerdotal?
¿Y la doctrina?
Otro hito que recibió el apoyo y ratificación de Francisco fue la respuesta a un obispo brasileño, con fecha 31 de octubre de 2023, sobre que no existe impedimento alguno para que personas LGBTIQ+ puedan ser testigos o padrinos en bautismos o casamientos, a la vez que sostenía que hijes de parejas homosexuales pueden ser bautizades sin problemas. Este anuncio oficial despejó dudas ante el rechazo que, desde sectores conservadores, suele darse en la práctica. La fuerza de esta declaración, tal como lo afirma el padre Forconesi de la diócesis de Mendoza y asesor de la Pastoral Guadalupe para personas trans, reside en que “no deja al arbitrio de uno o de otro, para que no quede a criterio de ningún religioso o religiosa el hecho de aceptar o no que una persona trans participe de la comunidad eclesial”.
La Fiduccia Supplincans, documento sobre el sentido pastoral de las bendiciones, legitima la bendición de parejas del mismo sexo, aunque aclara que no debe confundirse “con la bendición propia del sacramento del matrimonio” (2023, n.° 31). Tal como explica el diario católico Aciprensa, mientras algunos obispos miran con simpatía esta declaración e instan a sus sacerdotes a llevar adelante esta práctica (sobre todo, los obispos de Alemania, Austria y Francia), otros lo hacen con cierta prudencia o precaución para que no se confunda esta bendición con el matrimonio sacramental y otros, se niegan rotundamente a implementar esta práctica en sus diócesis.
Fue tal el revuelo generado entre los sectores conservadores que Francisco subrayó que no puede negarse la bendición a quien/es la pidan y que se trata de “mostrar concretamente la cercanía del Señor y de la Iglesia a todos aquellos que, encontrándose en situaciones diversas, piden ayuda para continuar —a veces para comenzar— un camino de fe. Francisco, cansado de las críticas por el alcance de este documento, trató de “hipócritas” a quienes se escandalizan si bendice a una persona homosexual, pero guardan silencio cómplice ante la bendición de un empresario corrupto.
Esto responde a la necesidad de muches creyentes LGBTIQ+ que, habiendo buscado la bendición o queriendo participar plenamente de los sacramentos, han sido excluides y marginades. Puntualizar estas cuestiones y no dejar librado a la buena o mala voluntad de cada sacerdote y obispo particular es un modo de resguardar los “derechos eclesiales plenos” de las personas LGBTIQ+.
¿Y si llega el final?
Este año es el Jubileo que también será multicolor, dado que prevé, para el 6 de septiembre, una peregrinación hasta la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, organizada por el colectivo de cristianos LGBTIQ+ “La tenda di Gionata”, que ha sido colocada en la agenda oficial de este evento. No tardaron en llegar las críticas a las que Rino Fisichella, responsable del Jubileo y pro-prefecto para el Dicasterio para la Evangelización, respondió diciendo que, en el Jubileo, «todos son bienvenidos”.
También fue noticia el documento de la Conferencia Episcopal Italiana, aprobado por el Vaticano, que permitiría a personas con tendencia homosexual acceder al sacerdocio, en contraposición a los documentos “oficiales” de la época del papado de Juan Pablo II, que lo prohíben explícitamente. Según la interpretación del padre James Martin, reconocido por su cercanía y acompañamiento a personas creyentes LGBTIQ+, este documento supone una apertura enorme porque permite entender la vocación desde un marco afectivo sexual más amplio, impidiendo que se “determine” la vocación de una persona por su orientación sexual.
Podemos quedarnos con el Bergoglio que decía que se oponía al matrimonio igualitario y afirmaba que era “cosa del demonio”, o quedarnos con el Francisco que, en contextos complejos, afirmó al mundo que las personas del colectivo LGBTIQ+ tenemos derecho a vivir la fe y que la Iglesia debe estar abierta para todes. Podemos quedarnos con el Bergoglio que veía como “una guerra de Dios” a los proyectos legislativos sobre el matrimonio de personas del mismo sexo o quedarnos con el Francisco que promovió las comunidades creyentes LGBTIQ+ dentro de la Iglesia y que afirmó que ser gay no es un delito, que no puede negárseles la bendición y hasta instó a pamadres a no abandonar a sus hijes a la buena de la suerte por ser LGBTIQ+.
Yo, en este tiempo, con tanto discurso de odio, me quedo con Francisco. Porque si se nos va (porque dimite al cargo o porque simplemente le llega el tiempo de la muerte), ¿quién sabe qué nos traerá la próxima fumata blanca? Al menos, no lo dudo, algunes por convicción o por mera estrategia activista otres, podemos tomar las palabras y gestos de Francisco para seguir resistiendo y luchando en un mundo donde otros “líderes” nos condenan, demonizan y patologizan. “Quedate un rato más, Francisco, porque, aunque no lo creas, me resisto a que, en este tiempo, perdamos un aliado”.
*Por Lucas Leal para La tinta / Imagen de portada: Euronews.
