Conflicto universitario: entre la resistencia al ajuste y la necesidad de proponer alternativas de futuros


En medio de una de las crisis más profundas que atraviesa el sistema educativo argentino, Leticia Medina, secretaria adjunta de ADIUC, reflexiona sobre el impacto de la falta de presupuesto y la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores universitarios. Pero, además de los desafíos inmediatos, la dirigente destaca la importancia de la unidad en un sentido más amplio, con la mirada puesta en el futuro: «Hay que poder saltar los muros de la empatía”, dice parafraseando a la socióloga norteamericana, Arlie Russell Hochschild, y hace hincapié en construir articulación entre diferentes sectores sociales para resistir los embates de un gobierno que va por todo.
Las universidades argentinas comienzan el 2025 en medio de una de las crisis más profundas que ha atravesado el sistema educativo en décadas. En primer lugar, el deterioro del salario docente y nodocente es inédito en la historia. Según el Observatorio de salario universitario de ADIUC, para recuperar el poder de compra de noviembre de 2023 —un mes antes de la asunción de Javier Milei—, es necesario un aumento salarial del 37%. Aún peor es la comparación con los salarios de 2015, cuando el poder adquisitivo alcanzaba su punto máximo: «Necesitaríamos un 95% de aumento para tener el salario que teníamos a fines de ese año», explica Leticia Medina, secretaria adjunta de ADIUC, secretaria general de la CTA Córdoba y docente de la UNC.
La dirigente agrega que no es solamente la cuestión salarial lo que marca esta crisis, sino también la inexistencia de un presupuesto universitario adecuado: “No hay presupuesto para el funcionamiento del Estado este año, como no lo hubo el año pasado, lo que deja a la universidad librada a las decisiones unilaterales del Ejecutivo nacional, que ya ha expresado de todas las maneras posibles que está decidido a confrontar con la universidad y a reducirla a su mínima expresión, y a desmantelar el sistema nacional universitario científico”.
Además de los recortes y la falta de presupuesto, la doctora en ciencias sociales señala que la ausencia de una mesa de negociación colectiva agrava todo: “No tenemos paritaria y eso implica que nuestros reclamos no tienen una vía de canalización. Y, junto con eso, perdimos la instancia de análisis y discusión con los responsables de Políticas Universitarias para generar otros proyectos que mejoren las condiciones de trabajo en las universidades”.

El año pasado, la universidad fue protagonista de dos masivas movilizaciones que lograron la confluencia de distintas perspectivas y actores que —como explica la sindicalista—, más allá de sus posicionamientos políticos, de quiénes hayan votado o de qué opinan sobre otros temas, “encontraron la certeza de la universidad como una pieza clave en un proyecto de país soberano, con inclusión y con progreso”.
El 2025 arrancó con la marcha antifascista. La movilización contra el discurso del presidente en Davos “se gestó a partir del reconocimiento de que Milei está decidido a seguir confrontando y atacando a los sectores más desprotegidos, más vulnerables, a los más débiles, a los que con muchísimo esfuerzo han ido consiguiendo reconocimientos, algunas garantías de inclusión y igualdad, mientras que, por otro lado, sigue apoyando y mejorándoles las condiciones a los sectores más poderosos, a los más ricos de los ricos”.
Medina señala que, al igual que en las marchas universitarias, hubo allí una enorme diversidad de perfiles y de sectores que entienden que el ataque a la vida, a la dignidad y a la identidad es un límite que no hay que tolerar.
«Creo que ahí, en las dos experiencias, la de la universidad y la de la marcha antifascista, hay una clave para seguir pensando cómo construir articulaciones, puentes, reconocimientos y no necesariamente —o no solamente— la idea de la unidad en la calle. Es algo más profundo lo que hay que construir: el reconocimiento de que podemos tener cosas en común con muchos otros, necesarias para ir construyendo esas nuevas mayorías».
Sin dejar de mirar los desafíos inmediatos, Medina agrega: «Hay que poder saltar los muros de la empatía», parafraseando a la socióloga norteamericana, Arlie Russell Hochschild, quien estudia los fenómenos del crecimiento de la derecha y reconoce cómo, detrás de esas derechas, hay una fuerte incapacidad de los individuos de reconocer lo que tenemos en común unos con otros sin anteponer primero la diferencia. «Necesitamos encontrarnos en esas cosas que compartimos, que son muchas más seguramente de las que creemos tener, y debemos ir buscándolas para construir lo que nos identifique, en términos éticos, políticos y sociales, que nos permitan volver a construir esos lazos de comunidad».

Los gremios hoy
En este contexto, los gremios universitarios tienen un rol fundamental en promover el diálogo y la reflexión, no sólo en torno a las demandas inmediatas, sino a los dilemas éticos y sociales que enfrenta el país. «En ADIUC, estamos convencidos de que, como gremio, tenemos la enorme potencia de ser un espacio habilitado para promover el encuentro entre pares, el diálogo de los docentes e investigadores, ya no dentro de sus cátedras o en sus espacios académicos y portando su jerarquía, sino de una manera plural, diversa, desde todas las disciplinas; es decir, en carácter de pares para propiciar el debate político», afirma Medina.
En este camino y por tercer año consecutivo, el próximo fin de semana será el Congreso 2025, “que busca ser el momento para una reflexión política más profunda, con más tiempo, no marcada por la lógica de la pelea (que seguramente tendremos que enfrentar en los próximos días), sino para profundizar en los dilemas de la política y la sociedad hoy, que realmente requieren un análisis todavía muy profundo para poder identificar también cuáles son las mejores estrategias para enfrentar este tiempo que estamos atravesando. Tiempo de transformaciones, todavía difíciles de entender y, sobre todo, para las que es muy difícil imaginar salidas o mejores maneras de construir un camino alternativo a este presente tan doloroso que estamos viviendo», concluye la entrevistada.
*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: ADIUC.
