Memes, cosplay y videojuegos: tres tentativas para analizar la imaginación política libertaria

Memes, cosplay y videojuegos: tres tentativas para analizar la imaginación política libertaria
5 febrero, 2025 por Redacción La tinta

Un ensayo como ejercicio para ordenar ideas en torno a algunos de los tópicos que se constelan en la imaginación política libertaria en Argentina.

Por Pablo Requena para La tinta

¡Estropeado! nos miraba inquiriendo con la cara blanca de terror”.
Osvaldo Lamborghini (1973)

1. Derechas en tránsito (antidemocrático). Esto es un ensayo: no sirve como análisis político ni lo reemplaza. Funciona más bien como ejercicio para ordenar ideas en torno a algunos de los tópicos que se constelan en la imaginación política libertaria en nuestro país. Parto de una impresión que tengo desde hace un tiempo y que repito ―medio en broma, medio en serio― en todos lados: la imaginación libertaria es pobre y está compuesta, principalmente, por referencias a memes, cosplay, porno y videojuegos. Sin embargo, siempre conviene recordar que una de las más importantes lecciones que puede sacar cualquier lector de Antonio Gramsci es no menospreciar el pensamiento de las derechas: ante cierta tendencia iluminista de las izquierdas que tiende a despacharlo rápidamente como un atado de prejuicios retrógrados, una tarea urgente es desentrañar la lógica con la que funciona. La urgencia deviene a partir de tomar nota de que eso que, en 2015, creíamos que era una estación de llegada (las derechas logrando después de cien años dar forma a un programa electoral que no fuese solamente una opción para el electorado ABC1, como lo había sido la UCeDe en los ochenta, o que no tuviese ese tono tradicional y provincialista que tenía la Alianza Popular Federalista en 1973), descubrimos con los resultados electorales de 2023 a la vista que era apenas un punto de tránsito hacia otra cosa. La Libertad Avanza no se ha preocupado, desde 2023 en adelante, por hacer declaración de fe democrática alguna: si Cambiemos, en 2015, recurrió a la consigna de la “revolución de la alegría” con modales post ideológicos, pero con apelaciones a los peores sentimientos de una parte de la sociedad civil (en vez de memes, cosplay, porno y videojuegos, la imaginación PRO estaba compuesta por new age, discursos motivacionales y una apelación moralista al esfuerzo y el mérito), ocho años después, La Libertad Avanza evitó cualquier rodeo para esas apelaciones y produjo un programa basado en el odio, la crueldad, el ideologismo y cierta fascinación necrofílica.

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2. Mandriles y vaselina. La imaginación política libertaria se condice con un discurso forjado por la lógica de las redes sociales: argumentos ad hominem que buscan el efecto inmediato del like y el reposteo. En este sentido, las redes actúan como un microclima no solo ideológico, sino también epistemológico: en ellas, prejuicios, discursos de odio y fake news se validan a sí mismos. Ellos adquieren estatuto de verdad toda vez que no desestabilizan las verdades anteriores. Pensemos en las usinas que producen contenido que circula, se viraliza y que, si es eficaz, incluso, puede ser reposteado por el propio presidente: parecen haber reemplazado a los think tanks, volviendo completamente prescindibles los informes y las encuestas. En el universo libertario, el territorio son las redes y la forma es el contenido: brevedad y efectividad.

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Imagen: Somos Corta.

Voy a un ejemplo de la imaginación política libertaria: en las intervenciones de influencers, streamers y tuiteros ―entre los que se cuenta el que actúa de presidente de la nación―, se intuye una manera particular de concebir las relaciones políticas a partir de alusiones permanentes a la sodomización y el forzamiento. De parte de Javier Milei, encontramos referencias constantes, obsesivas, a mandriles y vaselina, en especial, cuando se encuentra en medios no tradicionales ante interlocutores del riñón libertario (un buen ejemplo de ello fue la entrevista con el influencer conocido como Gordo Dan). Me pregunto qué implica pensar que la política es romperle el culo al adversario: ¿significará la importación de hábitos de la cancha, cuando un montón de varoncitos saltan y cantan que el adversario se va con el culo roto? Creo que es otra cosa. Por comenzar, un atavismo, el de las pesadillas de vestuario de chicos de 12 o 13 años aterrados de ser humillados, pero también de las fantasías de ciertos hombres por someter todo aquello que se les presenta como débil. Pero mucho más importante, es un atavismo porque, a diferencia de la derecha moderna, democrática y cosmopolita que encarnaba el PRO en 2015 (al menos, para José Natanson), los libertarios son moralistas reaccionarios, al igual que Vox en España, que han llegado para poner las cosas en su lugar en un mundo en el que perciben que ya no lo están: las mujeres, los devenires, las jerarquías… Incels, machos beta a los que hasta el pasado se les salió de quicio y están desesperados por ponerlo en su lugar (y ojo que no pienso solo en la reivindicación del terrorismo de Estado, sino también en la conquista del desierto o el proceso de colonización); no es casual, entonces, la alusión a la violación: el ultraje se presenta como una manera de poner a cada cual en su rol moralmente esperado y naturalmente asignado, y que quien tenga que ser activo humille al pasivo, corrigiendo y castigando así cualquier ilusión de igualdad o de redistribución de roles.

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3. La humillación como horizonte político. Es patológico que el modelo de relación política para los streamers e influencers libertarios en nuestro país sea la violación (homosexual) de Deliverance (esos rednecks bien podrían llevar una gorra de béisbol con la leyenda Lets make America great again). No debería llamar la atención pues su único modelo de relación social son los druggies de Alex quemando al vagabundo en A Clockwork orange: la crueldad, así sin sentido y porque sí.


Que la humillación del adversario sea la única fantasía que ordena la acción pública es, cuanto menos, un problema, en especial, porque no implica ninguna productividad, tan solo el goce de hacer sufrir al otro (ni consenso ni antagonismo, lisa y llana humillación).


Una imaginación política pobre da lugar a un modo también pobre de entender las relaciones con los propios (para poder ser considerado como tal, el Jefe pide un encolumnamiento incondicional con el presidente) y con los adversarios y, de alguna manera, opera una simplificación de la vida pública en general, dominada por el afecto del miedo o la fantasía perversa de someter al débil. Que uno de los pocos recursos para pensar las relaciones políticas sean las analogías con la violación nos remite finalmente a otra idea libertaria: la sociedad no existe. Si es así ―y lo que hay es, más bien, una suma de individuos que buscan maximizar su satisfacción en un estado de guerra perpetua con los demás que son solo un estorbo a esa maximización―, estamos ante un mundo pensado como videojuego-distópico-de-matar-zombies-y-salvarse-quién-pueda donde el único sentimiento posible es una mezcla espantosa entre humillación, miedo y fantasías de sometimiento.

*Por Pablo Requena para La tinta / Imagen de portada: A/D.

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Palabras claves: discursos de odio, La Libertad Avanza, redes sociales, ultraderecha

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