Tejer con los lazos de la locura

Tejer con los lazos de la locura
18 diciembre, 2024 por Claudia Huergo

Claudia Huergo y Paulina Cruzeño comparten un montaje literario a partir de los textos del libro Tejer con los lazos de la locura: 20 años de Seminario casandrino, de Rosa López, publicado este año en Editorial Caracol.

Por Claudia Huergo y Paulina Cruzeño para La tinta

Lacasadecasandra, dispositivo de atención psicosocial, abrió sus puertas en el año 2004. El mismo año, también comenzaron los seminarios de Casandra. El primero se conoció bajo el título Tejer con los lazos de la locura. El sentido del mismo fue y sigue siendo rastrear cuál es la concepción que prima en ese campo y cuál es la que va a ir sustentando nuestro trabajo en el mismo. Siempre consideramos necesario las lecturas que enriquecieron u obstruyeron este campo para ir acompañando nuestro paso en él. Este paso temprano llegó hasta este tiempo de escritura a nombrarse campo de locura. En esos seminarios, se fueron desplegando ante nosotros para desmenuzarlos. 

Nuestro trabajo se basa en una crítica permanente al discurso estigmatizante y excluyente de lo normal e instituido frente a lo “anormal”, a lo que escapa a lo esperable en convenciones sociales estancadas, en posicionamientos cristalizados que nada pueden decir de la dinámica del sujeto, de sus derechos y de su circulación social

Este escrito lleva la marca del tiempo de su recopilación y su relectura entre varios, después del recorrido efectuado durante 20 años, de lo que dimos en llamar Seminario, que tejió con hilos de su estar haciéndose. Mejor así”, dice la psicoanalista y directora del Centro de día Casandra, Rosa López, autora del libro Tejer con los lazos de la locura

El montaje que hicimos nosotras se desprende de ese libro que, si bien es un recorrido por el seminario de Casandra, se puede leer también como la historia de la locura en Argentina, su abordaje y acompañamiento.

¿Por qué estoy aquí? ¿Quién me ha traído?

¿Quién me paga y para qué? ¿Qué debo hacer?

El que pregunta
ya sabe.

Fueron momentos conmocionantes que, de a poco, se transformaron en encuentros. La fuente de todas las verdades y de todo el caos es la vida cotidiana, el estar nomás.

Para ese estar no hay explicaciones
aciertos lúdicos, fundantes de sentido para la vida.

Es el cuerpo la solución,
no el problema.

Abordar ese centro de realidad que es la vida cotidiana.

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Imagen: Valentina Pérez.

¿Qué es la locura entonces?

Hombres sobre los cuales, reconózcanlo
no tienen otra ventaja que la fuerza.

Qué importa quién habla
las faltas del lenguaje
las palabras prohibidas
las palabras blasfemas.

Las palabras sometidas a otro código cuya clave está en la palabra misma.

Un teatro que muela los sonidos de las palabras
un campo donde el artista es el baqueano que nos guía.

La sensación de estar en un pueblo de linyeras, no de lo que llaman psicóticos.

Prefiero al pueblo que come de la tierra el delirio del cual nació.

Un personero, un delirio geográfico, lejos de amilanarse,
es todo un trabajo de deslocalización
el que tenemos que llevar a cabo diariamente.

Sólo metiéndose en el delirio del otro y, luego, saliendo juntos por donde se pueda.

Se tiene que tener cuidado de ser solo el partero del cambio del otro y no pretender ser el padre del cambio, ser asesor, no dueño.

Por eso, hablamos de campo de locura: ni diversidad funcional ni campo de la enfermedad mental. Nuestro trabajo es entrar con lo que tenemos, con lo que nos rodea y de a poco ir descartando lo que no nos sirve para hacer de ese camino una nueva posibilidad subjetivante.

¿Qué es la locura entonces? La locura será la gran reserva de sentido: esas alusiones verbales, esas relaciones cabalísticas, esos juegos de homonimia, esos retruécanos, esa transfiguración del término en la intención inefable, esa fijación de la idea en el semantema, esos híbridos del vocabulario, ese cáncer verbal del neologismo, ese naufragio de la sintaxis, esa duplicidad de la enunciación, pero también esa coherencia que equivale a una lógica. Que muestra el agujero del que surge el lenguaje. El don de las lenguas no fundado en la noción de lo bello, sino en el chiste. 

Esta es una invitación
a trabajar en torno de la locura
con el trabajo de la locura
que no tiene ni antes ni después
testimonio del estrago que provoca el portar espantosamente a los muertos.

Clinicar: una manera de sublevarnos, estar pacientemente al lado, acompañando un decir, un mostrar, un dolor o un nuevo estar.

Un secretario, la persona a quien se le confiaba algún secreto al servicio de sostener la palabra de aquel a quien sirve. Seres inconclusos, secretario de personajes invisibles, especialista en hechos suprimidos de los anales, aquel que cuenta la historia gesticulando. Aquel que cuida, un doble ritual. Analista Histrión. Therapon. Maneras de cuidar la caída en existencia.

No me aparto del drama social que domina a nuestro tiempo. Lo que ocurre es que el juego de mi títere dirá mejor a cada cual el riesgo que lo tienta, cuando se trata de la libertad.

A quién llamar
a quién llamar desde el camino tan alto y tan desierto.

Hay un delirio poético, delirio es salirse del surco.

El delirio son instantes.

Puede durar
toda la vida.

*Por Claudia Huergo y Paulina Cruzeño para La tinta / Imagen de portada: Valentina Pérez.

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Palabras claves: Libro, Salud Mental

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